martes, 13 de diciembre de 2011

El Único


El único siempre ha tratado de comunicarse con el hombre desde la más remota antiguedad de un modo acorde a la época y a las costumbres del pueblo elegido. Numerosas culturas y pueblos han sentido su llamada por medio de profetas u hombres santos que ejercían de portavoz de sus designios. Para desenmascarlo debemos hacer una puesta en común entre sus cuantiosas manifestaciones históricas:

-Se considera a sí mismo el Señor del Universo, los demás dioses no son más que diablos o simples creaciones suyas. El monoteísmo tuvo su origen en Él.  

-Es colérico con aquellos que se oponen a su autoridad o a la de sus profetas, su cólera será proporcional a la gravedad del pecado. Tiene carácter guerrero, a menudo incita a los creyentes a pelear (yihad) contra los infieles.

-Es el creador absoluto del universo. La esfera de la creatividad es un rasgo importante en sus acciones. Todo está sometido a su voluntad.

-Es el dador de leyes de su pueblo elegido.

En varios miles de años (desde que tenemos constancia) los falsos profetas o locos han sido mucho más numerosos que los verdaderos, aunque éstos últimos nunca dejaron de existir. Los falsos profetas son los principales enemigos de El, ya que manipulan sus enseñanzas y extravían a la gente.

Desde el punto de vista de Él, el mundo es absolutamente perfecto, todo tiene un sentido: a la larga las desgracias irán mermando a los que se aparten de su lado mientras que la fortuna irá en aumento en aquellos que sigan sus postulados divinos. Esta es la armonía universal: un juego de opuestos. Por eso el hombre temeroso de  Él debe resistir y apartarse de las vanas ilusiones del mundo material para ir progresando y atraer la buena suerte dispensada por el Creador. Los pecadores se irán desgastando con el tiempo a mayor velocidad que los creyentes verdaderos.

Entre los nombres con que fue conocido se incluyen:

-El Creador de todo (superior a los Annunakis en la mitología sumeria)
-El
-Crono
-Saturno
-Yavé
-Dios
-Alá
-Demiurgo

El: Era el Dios más importante del panteón cananeo, que en semítico significa "dios", la forma plural de El es Elohim. Se le denominaba padre de los dioses y de los hombres, creador de la tierra, Todopoderoso, Padre de los años y Rey. Se le calificaba de sapientísimo, santo y misericordioso. Tenía dos esposas Anat y Asherat, que dieron a luz respectivamente el lucero de la mañana y el lucero de la tarde. Este mito era modelo de un rito que se celebraba al comienzo de un ciclo de siete años. Todos los dioses nacieron de El y de Asherat que también había sido engendrada por El, por esta razón Asherat recibe el nombre de madre de los dioses. El fue muy prolífico pues engendró setenta hijos.

El en origen era el dios supremo, pero esta situación privilegiada la perdió, ya que Baal le arrebató el puesto que tenía. Este fenómeno de sustitución de un dios creador y dueño del Universo por un joven dios, en este caso Baal, es bien conocido en las religiones antiguas. Baal hasta robó sus dos esposas a El, que se volvió indeciso, ocioso y débil. El culto a Baal era antiguo, pues era ya venerado en el III milenio a.C. entre las poblaciones del alto y medio Eufrates, donde también se rendía culto a la diosa Anat. Se denominó Baal, príncipe, señor de la guerra, jinete de las nubes, el soberano, el poderoso; tiene a la vez su nombre propio Hadad. Baal era de carácter guerrero, pero al mismo tiempo fue principio de fecundidad, lo mismo que su esposa y hermana Anat.

La forma plural de El es Elohim, aunque también se usa como superlativo de El. En la Biblia, Elohim se refiere a veces a entidades relacionadas con El como pueden ser ángeles, profetas u otros seres bajo la jerarquía de El. Algo similar puede verse con Ahura Mazda y los Ahura o espíritus supeditados a Ahura Mazda.

Crono: Divinidad griega que reinó un tiempo sobre la Tierra. Crono, uno de los titanes, era el hijo menor de Urano y Gea, perteneciendo por tanto a la generación divina que precedió a los Olímpicos. Crono fue el único que acudió en ayuda de su madre Gea, la Tierra, a quien su esposo se obstinaba en cubrir permanentemente en un incesante acto de fecundación. Crono se apoderó de la hoz que le había dado su madre y cortó los testículos de su padre. Esta mutilación marcó la separación del Cielo y de la Tierra e inauguró el principio del reinado de Crono.

Crono volvió a encerrar en el Tártaro a sus hermanos, los cíclopes y los hecatonquiros (gigantes de cien brazos), que había liberado a petición de su madre. Se unió a su madre, la titán Rea, de la que tuvo muchos hijos: Hestia, Démeter, Hera, Hades y Poseidón. Pero como Gea le había predicho que sería destronado a su vez por uno de sus hijos, se apresuró a devorar a estos a medida que nacían. Solo escapó el último, Zeus, a quien Rea había escondido en Creta después de engañar a Crono entregándole una piedra envuelta en pañales. Cuando Zeus creció se rebeló contra su padre y lo destronó. Crono, derrotado, fue obligado a devolver la vida a los hijos que había devorado y a continuación fue arrojado al Tártaro. Los romanos lo asimilaron a Saturno. Solía ser representado bajo los rasgos de un anciano.

Recientemente se ha aportado una raíz etimológica indoeuropea para Cronos, podría ser sker-1 (cortar). La lengua indoiraní refleja que la raíz es kar (crear, hacer). Estos rasgos encajan bastante bien con la función de cortar con su hoz los testículos de su padre Cielo o su vinculación con la agricultura, así como su papel de Creador en muchos aspectos.

Saturno: Divinidad itálica y romana identificada con Crono. Su hijo Júpiter a quien una treta de su madre Rea había salvado de correr la misma suerte que sus otros hermanos -que Saturno había ido devorando a medida que nacían temeroso de que le disputasen el poder-, se rebeló contra él y consiguió destronarle. Saturno abandonó entonces Grecia y se instaló en el Capitolio, en el emplazamiento de la futura Roma, donde fue acogido por Jano. Saturno aparece por tanto como el rey de los aborígenes, las primitivas tribus itálicas, y también como el antepasado de los reyes del Lacio. Durante todo el tiempo que reinó sobre el Lacio, los hombres vivieron la edad de oro, etapa mítica de felicidad y dicha.

Es un dios civilizador: enseñó a los hombres el cultivo de la tierra y se le honraba como divinidad tutelar de vinateros y campesinos. Presidía la siembra y protegía los cultivos confiados a la tierra. Era el dios de los abonos, que aportan fertilidad al suelo. Su atributo era una hoz, que utilizaba para segar las mieses, para talar los árboles y podar las viñas. Tenía consagrado el mes de diciembre, pues es la época en que empieza la germinación de las semillas, lejano preludio de las cosechas futuras. Se le representaba como un anciano cubierto con una amplia capa y con una hoz en la mano. Se le celebraba en las Saturnales, tiempo de licencia carnavalesca y desenfreno, donde las clases sociales se invertían: los esclavos daban órdenes a sus amos y éstos les servían.

Yavé: Los griegos lo asimilaron a Cronos. La antigua tradición israelita estableció una continuidad entre las tradiciones referentes a la misión de Moisés, a la salida de los israelitas de Egipto y a su estancia en el Sinaí. La tradición reciente vinculó a Moisés con esos acontecimientos, y le atribuyó toda la organización cultual, así como la legislación civil y religiosa. En definitiva, atribuye a la época de Moisés hechos muy posteriores en el tiempo. Moisés no es el fundador de la religión judía, sino el mediador entre la revelación de Yavé y su pueblo. Al llegar los israelitas a Canaán la religión israelita era todavía la de un grupo seminómada.

Las fuentes elohísta y sacerdotal recalcan la continuidad de la nueva religión con la de los patriarcas. Yavé recuerda a Moisés que él es "el dios de tu padre, el dios de Abrahán", creencia que es fundamental en la religión de Israel. Esta continuidad se apoya en varios puntos. La religión de los patriarcas y el yavismo es una religión de pastores seminómadas. La intervención de Yavé, cuyo significado él mismo explica.

Es trascendente. Se revela en su actuación y es un misterio para el hombre. Las teofanías de Yavé son mucho más impresionantes que las del dios de su padre. El dios anónimo del padre se convierte en Yavé. Ahora la comunidad se vincula a Yavé y no al dios del padre de un grupo determinado, como sucedía en tiempos de los patriarcas. No es una ruptura, sino una novedad.

En época de los patriarcas el dios del padre se asimiló a El, el gran dios del panteón cananeo. Quizá el culto al becerro de oro se dirija a El. El toro es un símbolo de Yavé en este episodio, pero el epíteto de toro es el que recibe El en los textos de Ras Samra. El toro es un atributo de El y figuras de toros han aparecido en las excavaciones. La interpretación que hay que dar al culto del becerro de oro ha sido muy discutida. Lo más probable es que en el desierto, un grupo opuesto a Moisés considerara como presencia de dios a la figura de un toro, y no al arca de la alianza.

Sería el toro de El, asimilado al dios del padre en época de los patriarcas. Precisamente en las minas del Sinaí, en Serabit-el-Khadim, en el siglo XV a.C., los cananeos tributaron culto a El bajo el nombre de El Olam, que se había asimilado al dios de Abrahán. Sin embargo, el origen del yavismo no está vinculado a la religión de El, aunque se dio una asimilación entre ambos, como se expresa en los oráculos de Balaán, transmitidos por las fuentes elohísta y yavista. Yavé recibe de El varios conceptos: su carácter cósmico, el título de rey, la corte divina y seguramente su carácter bienhechor.

En algunos episodios se presenta a Yavé como a un dios guerrero: así en el canto de victoria del Éxodo, en la liberación de Egipto presentada como guerra contra los amalecitas, en el canto del arpa y en las menciones a la guerra de Yavé. Este carácter guerrero se eleva al yavismo primitivo y enlaza con la historia de Josué y de los Jueces. Este carácter no se documenta con facilidad en la religón de los patriarcas. El carácter guerrero de El aparece, no en la documentación de Ras Samra, sino en la "Historia fenicia" de Sancuniatón, utilizada por Filón de Biblos. Más probable es que la idea del Yavé guerrero se remonte a la liberación de Egipto.

Frecuentemente se defiende que Moisés fue el fundador del monoteísmo judío. En realidad, la religión de los patriarcas era una monolatría. Moisés no creyó en un solo dios. Esta doctrina no era la del yavismo primitivo, ya que en el Éxodo se dice textualmente "¿Quién es como tú entre los dioses, Yavé? Y "Ahora sé que Yavé es mayor que todos los dioses". El primer mandamiento del Decálogo presupone la existencia de otras divinidades, aunque prohíbe rendirles culto, porque Yavé es un dios celoso y exclusivo, y en esto se diferencia la religión mosaica es la prohibición de tener imágenes cultuales, objetivo del segundo mandamiento que se repite en el Decálogo ritual, en el Código de la Alianza y en otros pasajes del Antiguo Testamento.

La prohibición solo abarca a las imágenes de Yavé y no a otras figuras asociadas con su culto, como los querubines de los santurarios de Silo y de Jerusalén, que son figuras simbólicas. Tampoco se refiere al becerro de oro, ni a los toros de Jeroboán, que estaban considerados como pedestal de la divinidad. Esta prohibición se explica por la teofanía del Sinaí, donde Yavé habló en medio del fuego. La prohibición de imágenes sería el resultado de la trascendencia de Dios. Se prohibía encontrar una semejanza en algún objeto existente.

Yavé a menudo amonesta en el Antiguo Testamento a aquellos judíos que tienen contacto con los paganos. Por otro lado, se encontró un dibujo muy antiguo en un resto arqueológico de un hombre semidesnudo, debajo ponía “Yavé de Samaria (n. de Palestina) y su Aser (Asherat)”. Asherat (Astarté) era como vimos, la esposa de El. A Astarté se le rindió culto en la antigua Israel como consorte de El y en Judá como consorte de Yavé y reina del cielo (los hebreos hacían pequeños pasteles para su festival). El arqueólogo William Dever comentó:

No estamos seguros qué significaba para el israelí común el culto a Yavé. A pesar de que los textos bíblicos nos cuentan que la mayoría de los israelitas seguían a Yavé como dios único, sabemos que no es cierto... Los descubrimientos de los últimos 15 años nos han dado gran información sobre el culto de los antiguos israelitas. Parece que tenemos que tomar más seriamente que nunca el culto a la diosa Asherah.

Dios: Nombre impropio dado a El por parte del cristianismo, su razón de ser se debe a una asociación religiosa para que fuese aceptado en un mundo pagano dominado por los dioses. El no es un Dios ni es Dios.  Propiamente hablando, "dios" no es la traducción de "El", pues "dios" tiene como raíz indoeuropea deiw- ("brillar", con otros derivados como "cielo" o "día"), mientras que El es es al-1 (más allá). Nada tienen que ver uno con otro, si se ha traducido así es para hacer más comprensible el texto. En nuestra opinión se trata de un error grave o incluso una manipulación, pues "dios" comparte raíz con "diablo",  ambos son antagonistas de Él. Es una palabra demasiado importante como para jugar con ella.  Véase la entrada "Sobre los dioses" para más detalles.

Alá: Alá se define a sí mismo en el Corán como el Creador del Antiguo Testamento (Yavé) y culpa a algunos judíos de manipular sus palabras en algunos textos sagrados. La prohibición de comer cerdo a los judíos se debe a una maldición divina que Yavé impuso a su pueblo por impiedad. Alá considera a los cristianos y a los judíos como pueblos del Libro Sagrado de ahí que los prefiera algo más que a los paganos. Aunque los musulmanes son los verdaderos creyentes para Alá.

A menudo Alá, en boca de Mahoma, incita a los creyentes a la guerra santa (yihad) contra los infieles. Con frecuencia se mencionan pasajes del Antiguo Testamento referentes a Moisés, Abrahán y otros profetas. La cólera de Alá se descargará sobre los infieles tanto en la vida de acá como en el juicio final, acabando finalmente en la Gehena (infierno). Por el contrario los creyentes que lo merezcan tendrán una vida digna mientras existan y una vida eterna en el Paraíso.

Alá es la castellanización de la palabra árabe Allāh (الله), que significa en árabe ‘el Dios’. Algunos lingüistas consideran que no es verosímil la pérdida de la hamza inicial de ʾilāh (consonante árabe aquí representada con un apóstrofo), ya que es la primera letra del nombre original de Dios y los términos sagrados, por tabú, tienden a mantenerse poco o nada alterados en su pronunciación. En otras palabras, no creen que una persona religiosa pueda apocopar el nombre de Dios. Estos lingüistas piensan que Allāh procede directamente de la raíz semítica ʾel que designa a la divinidad. Esta raíz, en arameo, dio lugar al término ʾāllāhā, que habría podido pasar al árabe con desaparición de la ā final (en arameo es una vocal desinencial, y éstas tienden a desaparecer en árabe) y acortamiento de la ā inicial por confusión con el artículo al-.

En cualquier caso la etimología de esta palabra remite a la misma raíz que ʾEl y ʾElohīm (אֱלֹהִים), términos que designan a Dios en la Biblia y que forman parte de numerosos nombres propios de origen hebreo, como Samuel, Daniel, Rafael, Miguel, etc. 

Demiurgo: Nombre dado por Platón al Uno o Creador del universo. Platón, filósofo adelantado a su época, ya postulaba la grandeza del Creador a pesar de vivir en un país con antiquísima tradición politeísta. Es de observar que "Demiurgo" (literalmente "obrero público") no es palabra que designe a un dios (teo-). Los herejes gnósticos pensaban que el Demiurgo era un dios inferior maligno que creo la materia debido a un error de Sofía (la Sabiduría), creían que Yavé era el mismísimo Demiurgo. No pararon a pensar que Yavé fue una asociación de El, retocada al gusto de los líderes religiosos judíos (especialmente en lo tocante a la usura).

Tales blasfemias y necedades fueron refutadas por los neoplatónicos, especialmente Plotino, pues consideraban que los gnósticos tomaban a su conveniencia las ideas de Platón para llegar a la conclusión de que el Universo es tan imperfecto como el Creador. Detrás de la filosofía gnóstica no existe originalidad alguna, tan solo conceptos filosóficos muy antiguos mezclados y arreglados al antojo de aquellos que se sentían atrapados en el cuerpo y la materia. 

Los Profetas: San Isidoro (s.VII) comenta sobre los profetas:

A los que los gentiles llaman vates, los denominamos nosotros profetas, como si dijéramos “praefetores”, porque predicen y presagian lo que de cierto va a ocurrir en el futuro (Nt: Profeta, del griego “prophétes” –derivado de “pro-phemí”- significa tanto “el que predice algo”, según la ideología antigua, como “el que habla en nombre de otro”. El término griego significa originariamente “el que dice lo que la divinidad le ha inspirado”; de ahí, en sentido más amplio, “anunciador de una doctrina”, “representante”, “intérprete de algo”. Los profetas de que nos habla Isidoro participan de alguno de estos sentidos, y a veces del sentido complejo).

En el Antiguo Testamento, a los profetas se les llama videntes, porque veían lo que los demás eran incapaces de ver y penetraban en las cosas veladas por el misterio. Por eso está escrito en Samuel: “Vayamos al vidente” (1 Re 9,9). Y en Isaías: “Vi al señor sentado sobre un excelso y elevado trono” (6,1). Y en Ezequiel: “Se abrieron los cielos, y visiones de Dios” (1,1).

Siete son los tipos de profecía. El primero es el éxtasis, que es un arrobamiento de la mente; así fue como Pedro, en un rapto espiritual, vio aquel recipiente enviado desde el cielo y repleto de una variedad de animales. El segundo es la visión, como se lee en Isaías, cuando dice: “Vi al Señor sentado sobre un trono excelso (Is 6,1). El tercero es el sueño; así vio Jacob, mientras dormía, una escala que pendía del cielo. El cuarto tiene lugar por medio de una nube, que es como Dios dirigió la palabra a Moisés y también a Job después de sus dolorosas pruebas. El quinto es la voz que proviene del cielo, como la que resonó diciéndole a Abrahán: “No pongas tu mano sobre el niño” (Gén 22,12). Y a Saulo en el camino: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues” (Act 9,4). El sexto tipo es la parábola, que se escucha como ante Salomón en los Proverbios, o ante Balaam, cuando fue llamado por Balac. El séptimo se da cuando se está lleno del Espíritu Santo, como les sucede a casi todos los profetas.

De los siete tipos de profecía que menciona Isidoro, los más frecuentes e importantes son, por este orden: la visión, el sueño y el éxtasis. La mayor parte de las visiones de los profetas hay que entenderlas, sin duda, como subjetivas. Yahvé obra sobre su fantasía, y en ésta surgen imágenes visuales, auditivas e incluso táctiles. Por ejemplo: Is. 6,1-13; Am. 8,12; Jer. 1,11ss; Ez. 1,4 a 2,10. Los sueños fueron generalmente entendidos, entre los israelitas como predicciones y revelaciones de Yahvé. Los éxtasis solían acompañar a las visiones, como vemos en Jer. 23,9; Is. 8,11; Am. 3,8; Ez. 3,12-15; Dan. 10,8-17. Continúa Isidoro:

Algunos autores han dicho que hay tres tipos de visiones. La primera, la que se contempla por los ojos del cuerpo; así vio Abrahán a aquellos tres jóvenes bajo la encina de Mambré; y Moisés, el fuego en el zarzal; y los discípulos, al Señor transfigurado en el monte entre Moisés y Elías, etc. El segundo tipo, la que se contempla por los ojos del espíritu, por el cual damos imagen a aquellos sentimientos que experimentamos a través del cuerpo; así Pedro observó aquel plato con varios animales que descendía del cielo; e Isaías vio, no corporal, sino espiritualmente, a Dios en un elevadísimo trono. Y es que Dios no se circunscribe a una forma corpórea, sino que, de la misma manera que se dicen de él, en forma figurada, muchas cosas que no le son propias, así también figuradamente se muestra en muchas visiones.

El tercer tipo de visión es la que no se capta ni por los sentidos corporales ni por aquella parte del alma con la que se aprehenden las imágenes de las cosas corporales, sino a través de una intuición mental por la que se contempla la verdad comprendida. Así Daniel, dotado de esta intuición vio con su mente lo que Baltasar había visto corporalmente. Sin este tercer tipo de visión, los dos anteriores resultan estériles o pueden inducir a error. Todos ellos, empero, están administrados por el Espíritu Santo. No solamente el varón bueno puede poseer el don de la profecía, sino también el perverso. Así nos encontramos con que el rey Saúl profetizó: perseguía al santo David y, lleno del Espíritu Santo, comenzó a profetizar.

Sabemos que los antiguos hititas se valían de profecías para presagiar. En la Biblia, los profetas desempeñan un papel esencial. Al final del periodo de los Jueces (c. 1200-c. 1030 a.C.), los profetas “de profesión”, como Elías y Eliseo, se hicieron portaestandartes de la religión de Yahvé contra el culto de los dioses cananeos; desaparecieron con la cautividad de Babilonia en el siglo VI a.C. Los verdaderos profetas de Israel (del s. VIII al s. II a.C.), profetas “de vocación”, lanzaron un mensaje esencialmente religioso que determinó las líneas maestras del pensamiento del Antiguo Testamento: el monoteísmo, la Alianza y el mesianismo. La tradición los ha clasificado en profetas mayores (Isaías, Jeremías, Ezequiel, a los que la tradición católica añadió Daniel) y profetas menores (Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacur, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías).

Los grandes profetas fueron los verdaderos creadores del monoteísmo judío, al luchar contra los cultos cananeos y contra el sincretismo religioso que se filtraba por todas partes, como hizo ya el profeta Elías en tiempos de los reyes del reino del norte, Ajab y Oczías (874-850 a.C.). Lucharon contra una de las formas más difundidas de la religiosidad cósmica, propia de un pueblo de agricultores que creían que lo demás se manifiesta en objetos y ritos cósmicos. Los profetas judíos vaciaron la naturaleza de toda presencia divina. El culto y los sacrificios cruentos fueron objeto de duras críticas. No sólo predicaban la desacralización de la naturaleza, la desvalorización de la actividad cultual, sino también la regeneración espiritual del individuo. Al atacar la religión cósmica los profetas anteriores al destierro anunciaron la ruina del país, la desaparición del Estado hebreo y la total aniquilación del pueblo. Solo les interesaba la política desde la verdadera religión. Las catástrofes que azotaban a los judíos eran la manifestación de la cólera de Yahvé y teofanías negativas. Descubrieron por vez primera el significado de la historia como epifanía de Dios, teoría aceptada por el cristianismo.

En Israel hubo dos tipos de profetas. El primero estaba formado por los profetas llamados cultuales, que actúan cerca del templo y participan en los ritos junto a los sacerdotes. Son profetas de la corte asociados a los santuarios del rey. Muchos fueron falsos profetas y anunciaban lo que el monarca quería oir. Un segundo grupo estaba integrado por los profetas escritores desde Amós al segundo Isaías. Proclamaban su mensaje en virtud de una vocación especial. Se proclamaban mensajeros de Yahvé, que los llamaba directamente a profetizar. Todos los profetas de este segundo grupo estaban convencidos de la autenticidad y urgencia de su mensaje. La posesión divina se manifestaba frecuentemente mediante el éxtasis. Algunos, como Oseas, fueron acusados de locos. Se trataba solamente de las sacudidas efectistas provocadas por la presencia terrorífica de Yahvé. Este fenómeno es bien conocido a través de las enfermedades iniciáticas de los chamanes, y las locuras de los grandes místicos de todas las religiones. Los grandes profetas no solo tenían facultades adivinatorias, sino poderes de carácter mágico. Muchos gestos suyos tenían un valor simbólico. La revelación de Yahvé era directa. La fuente de inspiración podía ser la visión, la audición, el sueño, el conocimiento milagroso, etc. El profetismo del Antiguo Testamento no es fenómeno original de Israel, pues se documenta en todo el Próximo Oriente, como en Mari, etc.

No hubo una oposición radical entre sacerdotes y profetas. Estos estuvieron relacionados con el culto y el templo. Así, Isaías recibió una visión en el templo. Jeremías y Ezequiel fueron sacerdotes. Joel, Habacuc, Nahún y Sofonías compusieron piezas litúrgicas. Sacerdotes y profetas tenían puntos comunes. No hubo en el templo de Jerusalén profetas que formaran una clase particular del clero. En varios profetas como Amós, Isaías y otros, hay un ataque duro contra la explotación del hombre por el hombre, de las viudas, huérfanos, extranjeros y esclavos por razones estrictamente religiosas. Es lo que gusta a Yahvé y no los sacrificios. También contra la vida de lujo escandaloso de los ricos. Dios quiere la aplicación del derecho y la justicia.

Los ricos “venden al inocente por dinero... tuercen el proceso del indigente”, según las palabras de Amós (2, 6-7). Sus riquezas han quedado reducidas a polvo (4, 7-11). Estos pecadores confiados multiplican sus sacrificios... Amós pone en boca de Yahvé la siguiente frase: “Detesto y rehúso vuestras fiestas... por muchos holocaustos y ofrendas que me traigáis, no las aceptaré ni miraré vuestra víctimas cebadas.” (5, 21). Yahvé (5, 24-25) solo admite el cumplimiento de la justicia y del derecho. Isaías hace decir a Yahvé: “Qué me importa el número de vuestros sacrificios. Estoy harto de holocaustos de carneros, de grasa de cebones.” (1, 11). No vale nada negar porque vuestras manos están llenas de sangre (1,15). Aprended a obrar el bien: buscad el derecho, enderezad al oprimido, defended al huérfano, proteged a la viuda (1, 17). Isaías ataca los pecados políticos y sociales: la opresión de los pobres (3, 12-15), la injusticia social (5, 1-7, 23), el espolio de las tierras (5, 8-10), pecados que el profeta considera como actos de rebeldía contra Yahvé (1, 2-3), condena a los malos gobernantes (28, 19-22) e incluso a los sacerdotes y profetas cultuales (28, 7-13). Mensaje parecido predica Jeremías (7, 9-11) y pasará al cristianismo.

Diferentes pueblos y culturas han hecho estudios sobre El Único.  Esta entrada puede ser un "empujoncito" que anime al lector interesado a que investigue por su cuenta.  Los siguientes libros clásicos son áltamente recomendables:

-La Biblia (Antiguo Testamento)
-El Corán
-Tratado de la unidad (Ibn Arabi)
-Tao te king (Lao Tse)
-Wen Tzu (Lao Tse)






domingo, 13 de noviembre de 2011

Monstruos IV: Conclusiones

Ya vimos en "Encantadores: Brujas" que los brujos destacaban a la hora de cambiar su forma interna (hamr) o genio. Una vez muerto el cuerpo del brujo su espíritu tenía más poder al disiparse sus ataduras físicas. De ahí que las culturas animistas siempre han tenido bastante celo a la hora de enterrarlos para evitar problemas. El brujo es poseedor de unos poderes que deben permanecer en el mundo de los vivos, recibió dichos poderes de su predecesor y se los debe pasar a su sucesor. Esto puede hacerse solo cuando el joven aprendiz está listo para recibirlos.

Si una bruja sora no puede encontrar una sucesora antes de morir, ha de buscar una niña durante años después de morir y enseñarla en sueños. La tarea de encontrar alguien apropiado como sucesor puede ser difícil, y los espíritus de un brujo muerto pueden hacer estragos mientras asola la comunidad en busca de un nuevo aprendiz. Dicho espíritu puede vagar sin control, como entre los evenkis de Siberia, buscando aprendices y causando enfermedades por doquier.

Un goldo explicó al etnólogo L. Sternberg como se convirtió en brujo:

Estaba yo un día durmiendo en mi lecho de dolor cuando se me acercó un espíritu. Era una mujer muy bella, muy delgada [...]. Su rostro y su tocado se parecían en todo a los de nuestras mujeres goldas [...]. Me dijo: “Soy el "áyami "[espíritu protector] de tus antepasados, los brujos. Yo les enseñé a encantar; ahora te enseñaré a ti [...]. Luego añadió:

Te amo. Serás mi marido, pues ahora no lo tengo, y yo seré tu mujer. Te daré espíritus que te ayudarán en el arte de curar. Te enseñaré este arte y yo misma te asistiré [...]. Si no quieres obedecerme –me dijo-, ¡peor para ti! Te mataré.

Después no ha cesado de venir a casa: me acuesto con ella como con mi propia mujer, pero no tenemos hijos. Ella vive totalmente sola, sin parientes, en una cabaña situada en una montaña. Pero a menudo cambia de domicilio. A veces se presenta en forma de anciana o de lobo, por eso no se la puede mirar sin espanto.

En una aldea de Siberia, el último brujo murió en 1992. En los últimos años de su vida, la persecución del régimen soviético había cesado, pero él no pudo convencer a ninguno de sus descendientes para que retomara su vocación. Con él murió toda una tradición.

Además de legar el poder, el brujo debe convertirse en espíritu protector y dueño de un lugar en el campo. Entre los mongoles darjat, un brujo había de ser sacado de su yurta y llevado hasta su lugar favorito. Se le dejaba en una camilla en el suelo y su equipo se colgaba de un árbol cercano. Estaba prohibido visitar el lugar durante 49 días. Después de tres años, su espíritu peligroso se había convertido en uno amable. Otro brujo ponía una mesa de ofrendas y representaba la conducta del brujo muerto, como si ya se hubiera convertido en espíritu protector (genio), a fin de animar al brujo a comportarse de ese modo. Cuando estaba seguro de que ello hubiera ocurrido, el brujo vivo pasaba el espíritu a un muñeco llamado ongon, que colgaba de un altar como protector permanente.

Cuando el brujo es temido, los ritos funerarios pueden reflejar ese miedo y el emplazamiento del espíritu se convierte en un lugar inseguro. En el entierro de un peligroso brujo, los darjat rompían la piel de su tambor. Como se suponía que el brujo cabalgaba sobre su tambor por el aire como si fuera un caballo, esto lo inmovilizaba. Incluso en vida se creía que un brujo maligno podía alterar su forma interna para causar todo tipo de fechorías por los alrededores, si el brujo abusaba de su forma interna podía perder contacto con lo humano y verse obligado a pasar el resto de su vida bajo la forma animal, sin recordar que alguna vez fue hombre.

El matrimonio entre hombre y ser feérico tan común en leyendas y cuentos de hadas parece una reminiscencia de la unión espiritual entre el brujo/a y un maestro difunto. Está constatado históricamente que en la Hispania romana se adoraban a las ninfas, genios, lares y matres, todos ellos nombres romanos para designar deidades indígenas. Las lamias, ninfas y dianas, como vimos, fueron objeto de culto popular en la Edad Media. Seguramente con el paso de los siglos y el avance imparable del cristianismo, la lamia pasó a ser un personaje folclórico con comportamiento contradictorio e infantil al ser sacada de su contexto religioso original. Esto mismo ha ocurrido con multitud de entidades, antaño importantes, como los enanos, los alfar, penates, gigantes, etc. De hecho todos estos seres muestran en las leyendas una abierta antipatía o pánico por todo lo que huele a cristianismo.

He tenido la oportunidad de leer más de una "fábula" que ha ido siendo manipulada con el transcurrir de los siglos hasta convertirse en algo ridículo y sin sentido, y en no pocos casos un cuento infantil. Con las costumbres religiosas ocurre como con las palabras: en cuanto dejan de usarse terminan perdiendo el significado original. Nunca me cansaré de repetirlo, la historia se empieza a estudiar desde el principio y no desde el final. Es ésta la única manera de acercarse a lo verídico.

En otros seres monstruosos como el hispano "ojáncano" (cíclope devorador de campesinos y ganado), se da la misma dicotomía de monstruo-brujo. Jáncana es bruja en las Hurdes, pero también peligroso monstruo que salía una vez al siglo desde su cueva en algún acantilado buscando carne fresca para sus pócimas.

En una fábula medieval normánica, un guerrero de los Fianna Caoilte, se entera que tres lobas mágicas todos los años salen de la cueva de Croacha y asolan el territorio de Cas Corach y sus guerreros. En realidad son tres mujeres, hijas de Airitech, quienes gracias a la magia se convierten en temibles e invencibles lobas. Sabiendo que las lobas son grandes aficionadas a la música, le dice a Cas Corach que toque su arpa frente a ellas. Las lobas extasiadas con la música recobran su apariencia humana, momento que aprovecha Caoilte para atravesarlas con su lanza. Cas Corach corta la cabeza a las tres brujas.

En definitiva y ateniéndonos a los datos aportados, parece muy probable que la leyenda del hombre lobo y otros monstruos semihumanos tengan su origen en genios locales (a los que puede que se les rindiera culto) o el genio (así llamaban los romanos al ánima) errante de algún brujo. No en vano para los romanos monstrum era fantasma, como también lo era lemur el cual comparte raíz etimológica con lamia (lem-)....

Monstruos III: Lamias

Lamia es palabra griega (sufijo lam-ya) que significa literalmente "monstruo". Proviene de la raíz lem- "gritar" "espíritu nocturno" "anhelar" "ratonera". En muchos países europeos era sinónimo de bruja, también se llamaba lamia a un ser fantástico que vivía en el medio acuático.

Según el historiador griego Duris de Samos, Lamia era una reina de Libia a la que Zeus amó, hija de Poseidón o Belo y Libia (escolio a las Avispas de Aristófanes, verso 1035 y escolio a la Paz del mismo autor, v. 758). Hera, celosa, la transformó en un monstruo y mató a sus hijos (o, en otras versiones, mató a sus hijos y fue la pena lo que la transformó en monstruo). Lamia fue condenada a no poder cerrar sus ojos, de modo que estuviera siempre obsesionada con la imagen de sus hijos muertos. Zeus le otorgó el don de poder extraerse los ojos para así descansar, y volver a ponérselos luego. Lamia sentía envidia de las otras madres y devoraba a sus hijos. Tenía el cuerpo de una serpiente y los pechos y la cabeza de una mujer.

En los cuentos e historias populares búlgaras, la lamia es una misteriosa criatura con varias cabezas, que puede hacer crecer una y otra vez si se le cortan (como la Hidra de Lerna). Se alimenta de la sangre de la gente o, más frecuentemente, matando mujeres jóvenes. Este monstruo atormenta a menudo los pueblos y puede ser encontrado en cuevas o en el subsuelo. En algunas historias tiene alas, en otras su respiración es de fuego. La lamia no tiene género, pero suele ser considerada femenina.

En España hay rastros de la lamia en el País Vasco, Galicia, Cantabria oriental, Norte de Navarra y algunos lugares de Castilla y Extremadura. En los mitos las lamias habitan en fuentes, arroyos, charcas e incluso en la costa. En algunas fábulas las lamias logran casarse con un humano. Todo va perfecto en el matrimonio hasta que el humano un día casualmente nota que las extremidades de su esposa son animalescas, a partir de aquí se rompe la relación y el marido cae en desgracia. En otros casos las lamias secuestran a los bebes humanos y los sustituyen por los suyos. La moralidad de las lamias, al igual que las brujas, es muy variable. Cada lamia es un mundo.

Las lamias son esencialmente subterráneas. Construyen sus hogares bajo el suelo, en cuevas o cavernas, aunque pasan la mayor parte del tiempo cerca de los arroyos o de las fuentes que, en general, se encuentran cerca de menhires o de dólmenes, construcciones megalíticas cuyo secreto conocen, tratando por todos los medios de absorver la energía que de ellos emana. Decoran con brillantez sus moradas y no aparecen en la superficie hasta que amanece. Sus cavernas se hallan repartidas por todo el país: Urepel, Iriberri, Isturitz, Orozco, Marquina, sierra de Entzia, Ezpeleta, Mañaria, Ceánuri, Dima...

En algunas fábulas de los pueblos costeros del País Vasco como Cortezubi, Zornoza, Lequeitio, Deva, Galdácano, Motrico, las lamias adoptan la forma de mujer, con la parte inferior de su cuerpo terminada en pez, es decir, nos encontramos con sirenas. Dato curioso, pues es cierto que este nombre de sirenas se utiliza en otras partes de la costa española, como en Galicia, Asturias, Cantabria y Cataluña pero no en la zona del País Vasco, cuya creencia también existe, aunque bajo el nombre de lamias.

En las leyendas de los pueblos que no son costeros, a las lamias se las ve como bellas mujeres, si bien los dedos de los pies los tienen unidos entre sí por membranas, en forma de patas de oca, pavo o ganso; así por ejemplo, en: Arano (Navarra), Oñate (Guipúzcoa), Elorrio (Vizcaya) y Gargartza (Mondragón). O con otro tipo de extremidades y características:

-Orozco (Vizcaya): pies con garras.
-Balzola (Vizcaya): pies de gallina.
-Elanchove y Ceánuri (Vizcaya): con un solo ojo.
-Vera de Bidasoa (Navarra): como mujeres de tipo corriente pero con piel color de cobre.
-Salvatierra de Álava: son hadas bellísimas, de índole afable, llamadas “amilamias”.

Entre las ocupaciones de las lamias figuran las siguientes:

-Hilar con rueca y huso (Ceánuri)
-Construir dólmenes (Arrizala y Mendive)
-Construir puentes (Bidarray, Arrosa y Liqui), castillos e iglesias
-Lavar la ropa por las noches
-Peinarse a las orillas de las rías con peines de oro
-Guardar tesoros

Como vemos es abundante la información legendaria existente sobre las lamias, no tanto la histórica.

El clérigo Matín Dumiense acusa a los gallegos de paganos en el s.VI:

En el mar invocan a Neptuno, en los rios a las lamias, en las fuentes a las ninfas y en los bosques a las Dianas, todos los cuales son demonios malignos...

En sus Etimologías (s.VII), San Isidoro comenta algo de las lamias:

Las fábulas narran que las lamias raptan a los niños y los cortan en pedazos.

Estos datos son confirmados por los concilios visigodos, en donde además se indica el alto grado de paganismo de la Hispania de aquellos tiempos.

Monstruos II: Monstruos históricos y legendarios

Grendel: Grendel es un monstruo y uno de los tres antagonistas presentes en el poema épico Beowulf, compuesto alrededor de los años 700-1000 de nuestra era. En el poema, Grendel invade Hérot, la tierra de los daneses, volviéndola inhabitable ya que devoraba humanos sin que nadie se le opusiera. El héroe de los gautas, Beowulf, deja su tierra natal para derrotar al monstruo. El modo de atacar de Grendel consiste en ir secuestrando cada noche a un soldado de Beowulf para devorarlo, hasta que un día el propio Beowulf lo espera en la oscura sala del castillo de Hérot. El guerrero lo termina matando luego de una lucha a mano limpia. Y luego la madre de Grendel vuelve para vengarse, más terrible y poderosa, pero también sucumbe a manos de Beowulf.

El poema muestra algunos rasgos de Grendel:

1-Espantoso, horripilante
2-Perverso proscrito.
3-Moraba en fangales, grutas y charcas desde tiempos remotos.
4-Vivía esta fiera entre gente infernal padeciendo la pena de Dios.
5-Horrible enemigo, privado de goces.
6-Muy fuerte y furioso.
7-Brillo de fuego en sus ojos
8-Tenía garras.
9-Hechizaba las armas de filo y no había arma que le pudiese atravesar.
10-Odiaba la música
11-Grendel fue derrotado en combate tras perder el brazo, al día siguiente Beowulf le cortó la cabeza mientras agonizaba en su cueva bajo el lago.
12-Grendel atacó el castillo del rey danés tras ser inaugurado.
13-Grendel fue expulsado del lugar por un mago antiguamente.
14-Devorador de hombres.
15-En la traducción de Heaney (s. XIV) Grendel es de forma humana, grande y con piel escamada impenetrable con tumores callosos. Algunos estudiosos indican que podía ser un dragón o monstruo bípedo, no necesariamente un humanoide. Otro estudioso indica que Grendel pudo ser un berserker.
16-Comparte su cueva con una hembra monstruosa (su madre).
17-Según Sainero la madre de Grendel secuestra a uno de los guerreros.
18-Se desata en el lago una tormenta tras la muerte de Grendel.

En el poema de Beowulf, para describir a Grendel se describen diversos adjetivos: “Eoten” (gigante), Pyrse (gigante, monstruo, mago o brujo), “Augenga” (solitario), “Sceaduganga” (caminante de las tinieblas), con frecuencia se emplea la terminación “gangan” (ir) o “Ganga” (aparecerse). En el norte de Alemania “Gonger” significa “el que va”. La madre de Grendel es denominada “loba” o “bruja”.

La bestia de Gevaudan: La llamada fiera o bestia de Gevaudan estuvo activa en Francia entre 1764-67. Se le achacaron más de 130 ataques entre los cuales hubo alrededor de 70 muertes. El monstruo resultó muy esquivo y siempre logró evitar las numerosas partidas de caza que se organizaron para capturarlo. A decir de los testigos, las balas rebotaban en su piel.

La fiera era una mezcla de lobo y felino con piel escamada difícil de atravesar con armas comunes. Tenía larga lengua con pinchos (se decía que con ella podía succionar la sangre de las víctimas) y garras, también la describen como lobo deforme y enorme. Unos pocos testigos indicaron que la vieron cruzar ríos a dos patas. Algunas víctimas eran decapitadas o partidas por la mitad. Muchas otras personas quedaron lisiadas. La fiera comía las entrañas de las personas. Atacaba sobre todo a campesinas y niños. La primera víctima fue una niña de 14 años que fue desangrada. A veces atacaba en el mismo a día a varias víctimas separadas 100 km. de distancia.

Los ataques ocurridos en Gévaudan no fueron casos aislados. Un siglo antes, en 1693, ocurrieron ataques similares en Benais, donde hubo cerca de 100 víctimas, la mayoría mujeres y niños. La bestia responsable fue descrita de forma muy similar a la de Gévaudan. Durante los sucesos de Gévaudan fue vista una bestia el 4 de agosto de 1767 en Sarlat, una región con cuevas prehistóricas situada cerca de Gévaudan. Cuatro décadas después, entre 1809 y 1813, hubo más ataques en Vivaris, donde hubo al menos 21 víctimas (niños y adolescentes). Entre 1875 y 1879, hubo más ataques en L'Indre. Todos estos ataques ocurrieron en periodos de 4 años. Existen informes de ataques por parte de criaturas similares hasta 1954.

Chupacabras: Otro caso de ataques que podríamos catalogar de producido por un ser monstruoso (llamado hoy "chupacabras") es la misteriosa mutilación del ganado en diversos países de Sudamérica, sur de Estados Unidos e incluso en España. Al amanecer aparecen docenas de ovejas muertas con una perforación en el cuello, sin una gota de sangre e incluso con vísceras desaparecidas. No hay señales de lucha, es como si se hubiesen quedado literalmente petrificadas mientras eran asesinadas. En ocasiones se han hallado huellas de un gran cánido. También se ha encontrado alguna oveja asesinada en sitio lejano al lugar de los hechos. Otros testigos afirman haber visto extrañas luces por las cuevas de las montañas cerca de los lugares de los ataques.

En otras partes del mundo hay culturas que presentan leyendas con características similares al chupacabras:

Hombre-mosquito: algunos nativos sudamericanos de la selva tropical creen en la existencia del "hombre-mosquito", una criatura mítica de su folclore anterior a los avistamientos del Chupacabras moderno. El "hombre-mosquito" succiona la sangre de animales con su larga nariz, como un gran mosquito.

Piuchén: en Chile, el pueblo Mapuche cree en la existencia del Piuchén; del cual se dice que en algunas ocasiones petrificaría a sus víctimas con su mirada, para luego succionarles la sangre. Se supone que parecería una serpiente de gran tamaño, con alas de murciélago y plumas en su cuerpo, además tendría una cabeza similar a la de un murciélago.

Las comunidades atacameñas, residentes en el Desierto de Atacama, desde tiempos ancestrales ya creían en una gran cantidad de seres con características "tipo chupacabras"; llamadas Achaches, Umpillay, Quilpaná, Zampagibas, Choleles, Gentilares, Pachachos, etc. En las Islas Canarias tenemos el mito del Tibicena, perro monstruoso de ojos rojizos que atacaba a las personas y al ganado. Según la leyenda vivía en profundas cuevas de las montañas.

Mothman: El caso del hombre-polilla (Mothman), visto por multitud de testigos norteamericanos en 1966, parece ser un ejemplo moderno de monstruo: ser horroroso que se apareció en muchas ocasiones a distintos habitantes del pueblo de Point Pleasant (Virginia occidental) durante un año. Todo terminó con la tragedia de la caída de un puente que produjo la muerte de 46 personas. A partir de aquí no volvió a ser visto.

El aspecto físico que se le atribuye a esta hipotética criatura es la de un humanoide de más de 2 m de altura, con grandes alas que se repliegan, cubierto de pelo gris oscuro, con grandes garras en las patas, y con dos grandes ojos rojos y luminosos a los que se atribuyen facultades hipnóticas y paranormales.


Monstruos I: Introducción

Monstruo (antes monstro) es tomado del bajo latín monstruum, alteración del latín monstrum. La raíz etimológica es men-1 (pensar), el sufijo mon-eyo (hacer pensar/recordar algo a uno) se aplica a "monstruo" como prodigio o o hecho prodigioso. Otra palabra con la misma raíz es "mostrenco" que significa: “dícese del que no tiene casa ni hogar, ni señor o amo conocido”.

En la antigua Roma se empleó monstrum para designar a los fantasmas, cuyo diminutivo mostella aparece en el título de una obra de Plauto, muerto en el año 184: Mostellaria, es decir, La comedia del fantasma. El sentido de monstra es poco claro, y los etimólogos de la Edad Media lo relacionan con el verbo monere, “advertir”, y de monstrum, “signo precursor de un acontecimiento funesto”. En el siglo IV, Paladio, cuyo tratado de agricultura se hizo célebre en el Occidente medieval, da como sinónimo de monstra “espíritus nocivos”, y precisa que los campesinos temen la nefasta influencia de los monstra en las cosechas y los animales domésticos.

Como era de esperar veremos a continuación que pensaba el insigne clérigo hispalense San Isidoro (s.VII) sobre los monstruos:

"Monstra" deriva su nombre de "monitus" porque se muestran para indicar algo, o porque muestran al punto qué significado tiene una cosa. Y éste es su significado propio que se ha visto, no obstante, corrompido por el abuso de esta palabra han hecho los escritores. La aparición de determinados portentos parece querer señalar hechos que van a acontecer, pues en ocasiones Dios quiere indicarnos lo que va a suceder a través de determinados perjuicios de los que nacen, como sirviéndose de sueños y de oráculos advierte e indica a algunos pueblos u hombres las desgracias futuras.

Y esto es cosa probada por múltiples experiencias. Así a Jerjes le anunció una zorra, nacida de una yegua, que su reino iba a ser destruído. A Alejandro le pronosticó su repentina muerte un monstruo nacido de mujer: la parte superior del cuerpo era de hombre, pero sin vida; la parte inferior, una mezcla de diferentes bestias, y tenía vida; ello significaba que la parte peor sobreviviría a la mejor. No obstante, los monstruos que se envían como vaticinios no suelen vivir mucho tiempo, sino que mueren inmediatamente después de nacer.

Más tarde añade algunas razas monstruosas como los cynodontes, esteresios, praenumeria, cinocéfalos, cíclopes, gigantes, etc. Sabemos gracias a la ciencia médica que los "monstruos" recien nacidos solo llegan a vivir unas pocas horas como mucho, ésto ya era conocido en época de Isidoro.
La creencia en monstruos no es intrínseca del occidente europeo, multitud de culturas del mundo han creído (y algunas siguen creyendo) en la relación causa-efecto entre el nacimiento de "monstruos" y las catástrofes.

Las traducciones de monstrum en las dos lenguas germánicas muestran que se opera un corrimiento progresivo de la realidad al sueño, pero otras glosas en antiguo alto alemán traducen monstrum por egisa, es decir, “terror, horror”, describiendo los sentimientos que suscitan los aparecidos. Monstrum y gigas indican que los difuntos o los aparecidos son de mayor tamaño de lo que son normalmente, y que anuncian un acontecimiento, a menudo funesto, lo cual puesto que la aparición de un muerto precede mas de una vez a nuevas muertes. El propio DRAE del s.XVIII indica que monstruo es: "por extensión se toma por cualquier cosa excesivamente grande o extraordinaria en cualquier linea". También es antigua la noción de "feo en exceso" para monstruo.

miércoles, 26 de octubre de 2011

La mujer y la Iglesia en la Edad Media

En los siguientes textos históricos recopilados de mis lecturas teológicas, veremos de primera mano qué opinión tenía la Iglesia católica sobre la mujer. No será cosa baladí para estudiar la mentalidad eclesial con respecto a la brujería.




Haimo de Auxerre (s.VIII):


En la Iglesia se entiende por mujer a quien obra de manera mujeril y boba.


Odón, abate de Cluny (siglo X):

La belleza física no va mas allá de la piel. Si los hombres vieran lo que hay debajo de la piel, la vista de las mujeres les sublevaría el corazón. Cuando no podemos tocar con la punta del dedo un escupitajo o la porquería, ¿cómo podemos desear abrazar ese saco de estiércol?.

Marborde, obispo de Rennes, luego monje en Angers (siglo XI):

Entre las innumerables trampas que nuestro taimado enemigo ha tendido a través de todas las colinas y todas las llanuras del mundo, la peor y la que casi nadie puede evitar es la mujer, funesto cepo de desgracia, vástago de todos los vicios, que ha engendrado en el mundo entero los escándalos mas numerosos... La mujer dulce mal, a la vez panal de cera y veneno, que con espada untada en miel atraviesa el corazón mismo de los sabios.

Roger de Caen en el siglo XI:

Créeme hermano, todos los maridos son desgraciados. El que tiene una esposa vil siente repugnancia por ella y la odia; si es hermosa, tiene un miedo terrible a los galanes... Belleza y virtud son incompatibles... Mujer hay que da a su esposo tiernos abrazos y le besa con dulces besos, al tiempo que segrega el veneno en el silencio de su corazón. La mujer no tiene miedo a nada; cree que todo está permitido.


Graciano (s.XII):


La mujer no puede recibir órdenes sagradas porque por su naturaleza se encuentra en condiciones de servidumbre.

El clérigo André Le Chapelain, en el libro De amore (1185):

La mujer es un verdadero diablo, un enemigo de la paz, una fuente de impaciencia, una ocasión de disputas de la que el hombre debe mantenerse alejado si quiere gustar la tranquilidad... Que se casen aquellos que encuentran atractivos en la compañía de una esposa, en los brazos nocturnos, en los berridos de los niños y en los tormentos del insomnio... Nosotros, si es que está en nuestro poder, perpetuaremos nuestro nombre con el talento y no por el matrimonio, con libros y no con hijos, con el concurso de la virtud y no con el de una mujer.

Oigamos ahora la predicación de san Bernardino de Siena:

¿Hay que barrer la casa? Si, házsela barrer. ¿Hay que volver a lavar la escudilla? Hazle que vuelva a lavarlas. ¿Hay que tamizar? Hazla tamizar, hazla tamizar. ¿Hay que hacer la colada? Haz que la haga en casa. ¡Pero si tiene criada¡. Que tenga criada. Que lo haga tu esposa, no por necesidad de que sea ella quien lo haga, sino para darle una tarea. Haz que cuide a los niños, que lave los pañales y todo. Si no la acostumbras a hacerlo todo, se convertirá en un buen trocito de carne. No le des gustos, te lo digo yo. Mientras la mantengas activa, no se quedará a la ventana y no se le pasará por la cabeza unas veces una cosas, otras otra.


Según el predicador Ménot:

Para hacerse ver del mundo tendrá toda suerte de vanos ornamentos: grandes mangas, la cabeza emperejilada, el pecho descubierto hasta el vientre con una gasa ligera, a cuyo través se puede ver todo lo que no debería ser visto por nadie... Es... con tal desvergüenza de ropa como pasa, con su libro de horas bajo el brazo, por delante de una casa donde hay una decena de hombres que la miran con ojos codiciosos. Pues bien no hay ninguno de esos hombres que no caigan por causa de ella en pecado mortal.


Santo Tomás de Aquino (s.XIII):


Como el sexo femenino no puede significar ninguna eminencia de grado, porque la mujer tiene un estado de sujeción, por eso no puede recibir el sacramento del Orden.

El franciscano Álvaro Pelayo en el De planctu ecclesiae hacia 1330:

Sus palabras son de miel. Es falaz. Está llena de malicia. Toda malicia y toda perversidad proceden de ella. Es charlatana, sobre todo en la iglesia. Dominadas frecuentemente por los delirios, matan a sus hijos. Algunas son incorregibles.

Bernard de Morlas, monje de Cluny en el De contemptu feminae (en verso) redactado en el siglo XII:

La mujer innoble, la mujer pérfida, la mujer cobarde. Mancilla lo que es puro, rumia cosas impías, estropea las acciones. La mujer es una fiera, sus pecados son como la arena. No voy, sin embargo, a maldecir a las buenas a las que debo bendecir. Que la mala mujer sea ahora mi escrito, que ella sea mi escrito, que ella sea mi discurso. Toda mujer se regocija pensando en el pecado y en vivirlo. Ninguna, desde luego, es buena aunque ocurre, sin embargo que alguna sea buena.

La mujer buena es mala cosa, y no hay casi ninguna buena. La mujer es mala cosa, cosa malamente carnal, carne toda entera. Solícita para perder, y nacida para engañar, experta en engañar, abismo inaudito, la peor de las víboras, hermosa podredumbre, camino deslizante, lechuza horrible, puerta pública, dulce veneno. Se muestra enemiga de quienes la aman, y se muestra amiga de sus enemigos. No exceptúa a nadie, concibe de su padre y de su nieto. Abismo de sexualidad, instrumento del averno, boca de los vicios. Mientras las recolecciones sean dadas a los labradores y confiadas a los campos.

Esta leona rugirá, esta fiera reinará, opuesta a la ley. Ella es el delirio supremo, y el enemigo íntimo, la plaga íntima. Por sus astucias una sola es mas hábil que todos. Una loba no es peor, porque su violencia es menor, ni una serpiente, ni un león. La mujer es una feroz serpiente por su corazón, por su cara o por sus actos. Una llama muy potente repta en su pecho como un veneno. La mujer mala se pinta y se adorna con sus pecados. Se maquilla, se falsifica, se transforma, se cambia y se tiñe. Engañosa por su brillo, ardiente en el crimen, crimen ella misma.

Se complace en ser dañina cuanto puede. Mujer fétida, ardiente para engañar, llama de delirio. Destrucción primera, lo peor de todo, ladrona del pudor. Ella arranca sus propios retoños de su vientre. Ahoga a su progenitura, la abandona, la mata, en un encadenamiento funesto. Mujer víbora, no ser humano, sino bestia fiera, e infiel a si misma. Ella es asesina del niño, y mucho mas del suyo primero. Mas feroz que el áspid y mas furiosa que las furiosas. Mujer pérfida, mujer fétida, mujer infecta. Ella es el trono de Satán, el pudor le resulta una carga; huye de ella lector.

En el Malleus maleficarum:

Toda la malicia no es nada junto a la malicia de mujer. La mujer ¿qué otra cosa es sino la enemiga de la amistad, la pena ineluctable, el mal necesario, la tentación natural, la calamidad deseable, el peligro doméstico, la plaga deleitable, el mal de la naturaleza pintado en colores claros?. Una mujer que llora es una mentira. Una mujer que piensa sola, piensa en el mal. Es crédula, impresionable, charlatana, inconstante en el ser y en la acción, deficiente en sus fuerzas de cuerpo y de alma, semejante al niño por la debilidad del pensamiento, mas carnal que el hombre (se ve por sus múltiples infamias).


Por naturaleza tiene una fe mas débil. Fémina viene de fe minus, porque siempre tiene y guarda menos fe. Tiene afecciones y pasiones desordenadas que se desencadenan en los celos y en la venganza, los dos resortes principales de la brujería. Es mentirosa por naturaleza, no sólo en su lenguaje sino también en su aspecto, su porte y su atuendo. Pero la razón natural es que es mas carnal que el hombre, como resulta claro de sus muchas abominaciones carnales. Y debe señalarse que hubo un defecto en la formación de la primera mujer, ya que fue formada de una costilla curva, es decir, la costilla del pecho, que se encuentra encorvada, por decirlo así, en dirección contraria a la de un hombre, y como debido a este defecto es un animal imperfecto, siempre engaña.

El Malleus concluye con Catón de Útica:

Si no existiera la malicia de las mujeres, incluso sin hablar para nada de las brujas, el mundo se libraría de innumerables peligros. La mujer es una quimera. Su aspecto es hermoso; su contacto fétido, su compañía mortal. Es mas amarga que la muerte, es decir que el diablo cuyo nombre es la muerte según el Apocalipsis.

Para Martín de Castañega:

Lo primero, porque Cristo las apartó de la administración de sus sacramentos, por esto el demonio les da autoridad mas a ellas que a ellos en la administración de sus sacramentos. Lo segundo, porque mas ligeramente son engañadas del demonio, como parece por la primera que fue engañada, a quien el demonio primero tuvo recurso que al varón. Lo tercero, porque son mas curiosas en saber y escudriñar cosas ocultas, y desean ser singulares en el saber, como su naturaleza se lo niegue. Lo cuarto, porque son mas sujetas a la ira, y mas vengativas, y como tienen menos fuerzas para vengarse de algunas personas contra quien tienen enojo, procuran y piden venganza al demonio.

El humanista y religioso Battista Mantovano en el siglo XV:

El género femenino es servil, despechado, lleno de veneno: Cruel y fiero, lleno de traición, sin fe, sin ley, sin sentido común, sin razón. Despreciador de derecho, justicia y equidad. Es inconstante, móvil, vagabunda, sucia, vana, avara, indigna, sojuzgadora, mentirosa, amenazadora, peleona, charlatana, arrebatada, impaciente, envidiosa, engañadora, crédula, borracha, onerosa, temeraria, mordaz, falaz, chula, devoradora, bruja, ambiciosa y supersticiosa, petulante, indocta, perniciosa, débil, litigante, nerviosa, despechada y muy vengativa. De halago y molestia llena, abandonada a la cólera y al odio, llena de cieno y sinulación. Para vengarse buscando dilación, impetuosa, ingrata, muy cruel, audaz y maligna, rebelde.

Finalmente Santa Teresa de Jesús (1515-1582):


Aunque las mujeres no somos buenas para el consejo, algunas veces acertamos.


Tengo experiencia de lo que son muchas mujeres juntas. ¡Dios nos libre!



martes, 25 de octubre de 2011

Magos y adivinos en la España visigoda

Para redactar este texto me he basado principalmente en las etimologías de San Isidoro de Sevilla, escritas a comienzos del siglo VII y en los concilios del siglo VI-VII. Las etimologías, valiosísima enciclopedia, no solo nos habla de los tipos de magos existentes en la época, sino lo que era la opinión sobre la misma de su principal rival: La iglesia.

Bajo mi punto de vista lo mas bonito de este documento es que mostraré textos de la época, sin manipulaciones ni interpretaciones modernas. Esto nos sumerge de modo profundo y veraz en la salvaje mentalidad de la época y sus costumbres. Podreis ver la titánica lucha de la Iglesia contra los restos del paganismo antiguo, mas importante en esta época de lo que muchos creen.

Algunos campesinos de época visigoda se disfrazaban de orcos en festividades (mal visto por la iglesia), desde al menos época romana. Orco era el dios de la muerte (similar a Hades o Plutón) de los etruscos y romanos. La palabra ogro viene de orco. Entre los siglos V-XV, en el País Vasco, las mujeres adornaban las tumbas de sus muertos con flores y velas. Dichas tumbas eran también adoradas como si fuesen Dioses, evitando ir a la iglesia. La iglesia trató de corregir esta costumbre. Entre el 510 y el 520, en el noroeste peninsular se encendían velas junto a los peñascos, arboles, fuentes y encrucijadas de los caminos. Desde tiempo inmemorial, el culto al fuego existió en Galicia. En el 825, los vascos de Álava eran adoradores del fuego. Desde al menos la época romana, se daba en la península el culto a las encinas y a los árboles. Había fuentes milagrosas que curaban enfermedades e incluso los maleficios. También había pozos conocidos como lugares malditos y solitarios, que los caminantes evitaban. Se han encontrado enterramientos junto a las aguas milagrosas.

Aunque el arrianismo había sido oficialmente anulado en el 589, este no había sido erradicado del todo (especialmente entre los cristianos godos). Siendo reemplazado por el catolicismo. Las persecuciones de judíos y paganos eran frecuentes. En el extremo sur de España se encontraban aún los bizantinos mientras que en el norte se hallaban las feroces tribus de los paganos astures, cantabros y vascones. La costumbre de disfrazarse con pieles de animales (ciervo, cordero o novilla entre otros) entre los hispanos estaba muy extendida según San Isidoro. Estas costumbres eran de origen indígena, al igual que el uso de máscaras y cornamentas de ciervo para entregarse a prácticas inmorales. También menciona los amuletos en forma de luna, que llevan principalmente las mujeres.

San Martín Dumiense condena en Galicia durante el siglo VI varias prácticas que coinciden con los concilios (las tres primeras):

1-Hacer encantamientos con hierbas.
2-Nombrar las mujeres a Minerva al tejer.
3-Poner ramos de laurel.
4-Encender velas a las piedras, a los árboles, a las fuentes y a los caminos.
5-Observar los idus, las fiestas de Vulcano y las kalendas.
6-Adornar las mesas.
7-Echar vino y cereales sobre el hueco de un tronco.
8-Arrojar pan a las fuentes.
9-Observar el día de Venus al casarse, y el pie al salir.
10-Hacer encantamientos con nombre de diablos.

San Isidoro escribe que el ceraunio que se producía en las costas de Lusitania, cuyo color era similar al del carbunclo, servía para defenderse de los rayos. Solino habla de estas piedras casi con las mismas palabras que San Isidoro: en las costas de Lusitania existe en gran cantidad una piedra preciosa, llamada ceraunio, superior a la de la India; es de color carbunclo y su cualidad experiméntase con la luz, pues resiste a la acción de ésta. Dícese que tiene virtud contra el rayo. Supersticiones semejantes perviven en el oeste de la península.

En sus etimologías, escritas hacia el 625, San Isidoro dedica un capítulo completo a los magos:

El primero de los magos fue Zoroastro, rey de los bactrianos, a quien Nino, rey de los asirios, mató en un combate. De él escribe Aristóteles que compuso dos millones de versos (Nt: La noticia de los 2 millones de versos, con un total de 10 millones de palabras, pertenece al acervo legendario en torno de este personaje, donde no se cita a Aristóteles, sino a Hermipo.), como lo prueban sus volúmenes. Muchos siglos después desarrolló Demócrito este arte, en tiempos en que también Hipócrates sobresalió en el cultivo de la medicina. Numerosas eran entre los asirios las artes mágicas, según testimonio de Lucano:”¿Quién conocer podrá el destino, consultando entrañas de animales? ¿Quién por las aves descubrir los hados? ¿Quién observar los relámpagos del cielo y escrutar los astros con la atención propia de un sirio?”. Y así esta vanidad de las artes mágicas, emanada de los ángeles perversos, estuvo vigente durante muchos siglos en todo el orbe de la Tierra.

Por medio de cierta ciencia de las cosas futuras y de los infiernos, así como la evocación de éstos, se idearon los auspicios, los augurios, los llamados “oráculos” y la necromancia. Y no hay que admirarse de la reputación de los magos, cuyas artes para realizar maleficios experimentaron tan enorme progreso, que llegaron a presentar prodigios similares a los que Moisés realizaba, transformando varas en serpientes y las aguas en sangre (Nt: Pero luego no pudieron realizar los prodigios efectuados por Moisés y Aarón en la plaga tercera y en la sexta.). Se cuenta que maga famosísima fue Circe (Agustín alude al mito de Circe y de los árcades. Cuando alguno de éstos pasaba a nado al otro lado de un cierto estanque, se convertían en lobos), que metamorfoseó a los compañeros de Ulises en bestias. También se lee respecto al sacrificio que los árcades ofrendaban a su dios en el monte Liceo, que cualquiera que tomaba algo del mismo adquiría el aspecto físico de un animal. De aquí se desprende que no resulta totalmente falso lo que aquel noble poeta escribe refiriéndose a una mujer que destacaba por sus artes mágicas: “Promete aquélla liberar con sus hechizos los espíritus que quiera, y en otros infundir crueles desvelos, detener el curso de los ríos y hacer que los astros retrocedan. A los manes evoca por la noche. Debajo de tus plantas verás mugir la tierra, y a los olmos descender de las montañas”.

¿Qué mas si es lícito creer que la pitonisa hizo salir al alma del profeta Samuel (Nt: Se refiere a la consulta que hace Saúl a la pitonisa de Endor tal como lo encontramos en I Sam. 28,7-25.) de las entrañas del infierno y presentarse ante los ojos de los vivos; a no ser que creamos que fue el alma del profeta y no alguna fantasmogórica ilusión realizada por la falacia de Satanás?. Refiriéndose a Mercurio, dice también Prudencio: “Se dice que con el movimiento de su vara hacía volver a la luz los espíritus de los difuntos, pero que a otros los condenó a la muerte”. Y un poco mas adelante añade: “Pues con su mágico murmullo era capaz de que comparecieran tenues figuras y encantar hábilmente las cenizas sepulcrales. Su arte criminal supo asimismo despojar a otros de vida”.

Magos (magi) son aquellos a quienes la gente suele dar el nombre de “maléficos” (malefici) por la magnitud de sus crímenes. Ellos perturban los elementos, enajenan las mentes de los hombres, y sin veneno alguno, provocan la muerte simplemente con la violencia emanada de sus maleficios. De ahí Lucano: “La mente, sin estar inficionada por la inoculación de veneno alguno, parece encantada”. Conjurando los demonios, se atreve a airear la manera de cómo uno puede eliminar a sus enemigos sirviéndose de malas artes. Se sirven también de sangre y de víctimas, y a menudo tocan los cuerpos de los muertos.

Los necromantes (necromantii) son aquellos con cuyos encantamientos (praecantationobus) se aparecen los muertos resucitados y adivinan y responden a las preguntas que se les formulan. En griego nekrós significa “muerto”, y manteía, “adivinación”. Para evocarlos se emplea la sangre de un cadáver, pues se dice que a los demonios les gusta la sangre. Por eso, cada vez que se practica la necromancia, se mezcla sangre con agua, para hacerlos aparecer mas fácilmente mediante la roja sangre.

Los hidromantes (hydromantii) derivan su nombre del “agua”. La hidromancia consiste en evocar, mediante la observación del agua, las sombras de los demonios, ver sus imágenes o espectros, escuchar de ellos alguna información y empleando sangre, buscar información en los infiernos. Se dice que este tipo de adivinación fue introducido por los persas. Varrón afirma que hay cuatro clases de adivinación (Nt: La adivinación partiendo de objetos sin vida tiene formas muy variadas. Las que recoge Isidoro, tomadas de Varrón, son sugestivas, pero sujetas al esquema de los cuatro elementos de la cosmología antigua), según se utilice la tierra, el agua, el aire o el fuego. De acuerdo con esto se denominan, respectivamente, geomancia, hidromancia, aeromancia o piromancia.

El nombre de adivino (Divini) viene a significar “lleno de Dios”: fingen estar hechidos de Dios y con artificios engañosos predicen el futuro a los hombres. Dos son los tipos de adivinación: el arte y el delirio.

Los llamados encantadores (Incantatores) practican su destreza sirviéndose de palabras.

Los ariolos (Arioli) reciben este nombre porque formulan abominables plegarias ante las aras de los ídolos y les ofrecen funestos sacrificios, después de cuya realización reciben las respuestas de los demonios.

El nombre de arúspice (Haruspice) significa algo así como “observadores de las horas” (Nt: Haruspices son los que examinan las entrañas de las víctimas. A veces se omite la h inicial, que también a veces reaparece en ariolus, que podemos considerar como un derivado. Haruxpex sería un compuesto híbrido etrusco-latino), y es que ellos tienen muy en cuenta los días y las horas en la ejecución de los asuntos y trabajos, y establecen que es lo que el hombre debe cumplir en cada momento. Examinan también las entrañas de los animales y por ellas predicen el futuro.
Los augures (Augures) son los que observan el vuelo y canto de las aves, así como otras señales de las cosas o sucesos imprevistos que acontecen al hombre. Se los denomina también “aúspices”, pues los “auspicios” es lo que observan quienes emprenden un viaje. Se llaman “auspicios”, como si dijéramos “observación de las aves”; y “augurio”, algo así como “parloteo de las aves”, haciendo naturalmente referencia al canto y lenguaje de las aves. De la misma manera “augurio”, puede interpretarse como avigerium, “lo que las aves llevan”. Hay dos clases de auspicios: uno que está relacionado con los ojos, y el otro que lo está con los oídos. Con los ojos, como el vuelo; con los oídos, como el canto de las aves.

Las pitonisas (Pythonissae) derivan su nombre de Apolo Pitio, inventor de este tipo de adivinación.

A los astrólogos (Astrologi) se los llamó así porque hacen sus augurios fijándose en los astros.

A los genetliacos (Genethliaci) se les dio tal nombre porque prestan suma atención al día del nacimiento. Describen el horóscopo de los hombres siguiendo los doce signos del cielo; y de acuerdo con el curso de las estrellas intentan predecir las costumbres, hechos y acontecimentos de los nacidos, es decir, bajo que sino ha nacido uno y que efecto va a tener en su vida. La gente suele darle el nombre de “matemáticos”. A este tipo de adivinación, los latinos la denominan “constelaciones”, es decir, “posiciones de los astros”, en que situación se encuentran cuando alguien nace. En un principio, los intérpretes de las estrellas eran conocidos como “magos”, como puede leerse acerca de los que, en el Evangelio, anunciaron que Cristo había nacido; mas tarde se los denominó simplemente “matemáticos”. La ciencia de este arte le fue concedida al hombre hasta la predicación del Evangelio, de manera que, una vez nacido Cristo, nadie en adelante tratará de interpretar el nacimiento de otra persona fijándose en el cielo.

A los horóscopos (Horoscopi) se les dio este nombre porque examinan las horas en que tuvo lugar el nacimiento de las personas para descubrir su dispar y diverso destino.

Sortílegos (Sortilegi) (Nt: El sortilegio –a veces convertido en rapsodomancia- conoció una gran difusión. Así se nos han conservado la sortes Homericae, las sortes Vergilinanae- solamente en la Historia Augusta encontramos ocho casos- y, con los cristianos, las sortes Biblicae.) son los que so capa de una falsa religión, practican la ciencia adivinatoria sirviéndose de lo que ellos llaman “suerte de ángeles”, o bien prometen descubrir el futuro mediante el examen de determinadas escrituras.

A los salisatores (salisatores) se les aplica este nombre porque, por el movimiento de algunas partes de sus miembros, predicen que algo va a resultar próspero o desfavorable. A todas estas prácticas pertenecen también los amuletos de remedios execrables condenados por los médicos y que consisten en ligaduras, en marcas, encantamientos o en objetos diversos que han de llevarse colgados o atados.

En todo ello se evidencia el arte de los demonios, emanado de una pestilente sociedad de hombres y ángeles malos. De ahí que el cristiano deba evitar todo esto, y repudiarlo y condenarlo y condenarlo con todo tipo de maldiciones. A los frigios se debe la práctica de los augurios por medio de las aves. Se dice que el inventor del prestigio (praestigium) fue Mercurio. Se llama prestigio porque “engaña” a nuestros ojos. (Nt: Cicerón nos ha conservado unos versos de Cecilio alusivos a esta etimología: praestigium: praestringere oculos.)

Se cuenta que un tal Tages (Nt: Tages es una de las importantes figuras de la mitología etrusca) que transmitió a los etruscos el arte de la aruspicina (aruspicinae): dictó con sus propios labios la ciencia de los arúspices (aruspicinan), y nunca mas fue visto. Cuenta la fábula que en una ocasión en que un campesino se encontraba arando, surgió súbitamente de entre los terrones y le dictó la ciencia aruspicial, muriendo ese mismo día. Los romanos tradujeron esos libros de la lengua etrusca a la latina.

En adelante me voy a concentrar en los concilios en los que se trata el tema de la magia, por orden de fecha.

En el II concilio de Braga en el 572, en el canon 59 se dice:

Que no sea lícito a los obispos o clérigos hacer encantamientos (incantaturas) o ligaduras.

No está permitido a los clérigos -cualquiera que fuera su dignidad- ser encantadores (incantatores) y hacer ligaduras, esto es, uniones de almas. Si alguno practicase estas cosas sea arrojado de la iglesia.

El canon 71, prescribe penitencia durante cinco años a los que

Siguiendo la costumbre de los paganos, introdujeren en sus casas a adivinos y sortílegos, para que hagan salir fuera al espíritu malo, o descubran los maleficios, o realicen las purificaciones de los paganos.

El canon 72 prohibe a los cristianos el conservar las tradiciones de los gentiles ni festejarlas, ni tampoco tomar en cuenta los elementos, o el curso de la luna, o de las estrellas, o la vana falacia de los astros para la construcción de casas, o para la siembra o plantación de árboles, o para la celebración del matrimonio.

El 73, advierte que no están permitidas celebrar las perversas fiestas de las calendas ni entregarse a las diversiones gentiles, ni cubrir las casas con laurel o con el verdor de los árboles, pues todas estas prácticas son del paganismo. En el siguiente canon, el 74, impide recoger hierbas medicinales para uso de algunas superticiones o encantamientos (incantationes), y por último el 75, advierte a las mujeres que no les está permitido el entregarse a alguna fórmula supersticiosa al tejer la lana.

En el 589 se celebró concilio en Narbona, el canon 4 ordena

Que ningún hombre, sea ingenuo, siervo, godo, romano, sirio, griego o judío, haga ningún trabajo en domingo. No se unzan los bueyes, a no ser que sobreviniere una necesidad de cambiar de lugar, y si alguno se atreviere a hacerlo, si se trata de un ingenuo, pague al conde de la ciudad seis sueldos, si de un siervo, recibirá cien azotes.

En el canon 14 se manda que

Si fueren hallados hombres o mujeres adivinos de los que dicen que son sortílegos (sorticularios) en casa de algún godo o romano, sirio, griego o judío, o si alguno se atreviere de ahora en adelante a consultar sus engañosos cánticos y no quisiere acusar esto públicamente, por haberse atrevido a ello no solo será separado de la iglesia sino también deberá pagar al conde de la ciudad seis onzas de oro. Y aquellos que llenos de esta maldad echan suertes (sortes) y adivinaciones (divinationes) y engañan al pueblo con sus prevaricaciones, dondequiera que sean hallados o halladas, sean libres o siervas, sean duramente azotados en público y vendidos y su precio repartido entre los pobres.

En el IV concilio de Toledo del año 633, presidido por San Isidoro de Sevilla, en el canon 29 se establecía que

Si se descubriera que algún obispo, presbítero o diácono, o cualquier otro del orden clerical, consultaba magos, arúspices, ariolos, augures, sortílegos (sortilegos) o a los que profesan artes ocultas o a algunos otros que ejercen cosas parecidas, depuestos del honor de su dignidad sean encerrados en un monasterio, consagrados allí a una penitencia perpetua lloren el crimen cometido de sacrilegio.

El XII concilio de Toledo en el 681, que coincidió con la subida al trono de Ervigio, el rey entregó un largo escrito a los obispos en el que les indicaba a estos que pusieran gran interés en desatar las ligaduras de los culpables, corregir las costumbres deshonestas de los pecadores. Mostrarán su celo fervoroso contra los infieles, acabarán con la morbosidad de los soberbios, aliviarán el peso de los oprimidos y, lo que es mas que todo extirpad de raíz la peste judaica que siempre se renueva con nuevas locuras y pedía añadieran a las leyes, ya establecidas contra ellos, una clausula confirmatoria.

En el canon 11 trata de los adoradores de ídolos, en el que aduciendo los

Preceptos del Señor que dijo: No te harás obra de escultura, ni figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo de abajo en la tierra; no las adorarás ni les darás culto, y el de: El hombre o la mujer que hace el mal en la presencia del Señor tu Dios, y viola el pacto del Señor, yendo a servir a dioses ajenos y adorarlos, y al sol y a la luna y a toda la milicia del cielo, lo cual yo he mandado, si te dieren aviso de esto, que en oyéndolo harás con toda diligencia una investigación, y si encontrares que es verdad y que en Israel se ha practicado tal abominación, sacarás al varón y a la mujer que ejecutaron un crimen tan malvado, a las puertas de la ciudad, y serán apedreados.

E instituyeron que avisaban a los adoradores de ídolos, a los que veneraban las piedras, a los que encendían antorchas, y a los que adoraban las fuentes y los árboles, que se condenaban espontáneamente; y que

Todo sacrificio de idolatría, y cualquier cosa en contra de la santa fe, que los hombres necios, esclavizados por el culto del diablo practican, por intervención del obispo o del juez, dondequiera que se descubriere alguno de estos sacrílegos, sea arrancado de raíz y una vez arrancados, sean aniquilados; y castiguen con azotes a todos aquellos que concurren a un horror de esta naturaleza, y cargándolos con cadenas los entreguen a sus señores.

De aquel XII concilio de Toledo del 681, dimanaron las primeras leyes civiles, recogidas en el llamado Fuero Juzgo, sobre

Los maléficos y de los que preguntaban a los vaticinadores, y a los que hacen los vergambres. De los adivinos y de los venéficos ponzoñadores, y de los que toman su consejo. De los magos y de los que piden consejo a los astrólogos.

Leyes que por su trascendencia a continuación detallo:

Quien toma consejo de muerte o de vida del rey o de otro hombre con los ariolos, o con los arúspices (Emilian. Arúspices, incantatores), o con los vaticinadores, y los que les responden,, y con los que catan en la espada, o con los agoreros, con todas sus cosas, sean siervos de la corte o de aquel a quien los mandare el rey dar, que los haya mientras vivieren después de que fueren azotados.

Y si hacen sus padres, deben haber toda la buena del padre, y además la dignidad que perdió el padre. Y los siervos que esto hicieren, sean atormentados por muchas maneras y sean vendidos, que los lleven a ultramar, que estos no sean escusados de haber penas, que por su agrado hacen estos adivinamientos.

La segunda ley condena a los que hacían brebajes (venéficos), en estos términos:

Los que hacen pecados de muchas maneras, deben ser penados de muchas maneras. Y primeramente aquéllos que dan hierbas, deben haber tal pena, que si aquel a quien dieran las hierbas muriere, mano a mano deben ser penados los que se las dieron, y morir malamente. Y si por ventura escapara de la muerte aquel que los bebiere, el que se las dio debe ser metido en su poder, para que haga con él lo que quisiere.

La tercera se refiere a los jueces que no pudiendo conseguir con sus investigaciones la detención del reo se valían de los maléficos para lograr sus propósitos; cuyo tenor es el siguiente:

Así como la verdad no es aprendida por la mentira, así se sigue que la mentira no viene de la verdad; que toda verdad viene de Dios, y la mentira viene del diablo, que el diablo fue siempre mentirero. Y porque cada una de estas a su príncipe, ¿cómo debe hombre pesquisar la verdad por la mentira? Que algunos jueces que no son de Dios, y son llenos de error, cuando no pueden hallar por pesquisa a los malhechores van a tomar consejo con los adivinos, arúspices, vaticinadores, augures, y no cuidan hallar verdad si no toman consejo con estos; mas por ende no pueden hallar verdad, porque quieren demandar por mentira, y quieren probar los malos hechos por las adivinaciones, y los malhechores por los adivinadores; y dan asimismos el lugar del diablo con los “adivinadores”.

Y por ende mandamos que si algún juez quisiere pesquirir, o probar alguna cosa por “adivinos” o por “agoradores”, o si algún hombre toma consejo con estos tales de muerte o de vida de otro, o demandar que les respondan en alguna cosa, haga la enmienda que dice en el sexto libro de la ley que es en el segundo título en la era primera en la ley que dice: De los que toman consejo con los “adivinadores” de muerte o de vida de otro. Mas los jueces no sean tenidos de la pena de esa ley, los cuales demandan los “adivinadores”, no por probar por ellos nada, mas por demostrar que son a tales ante muchos, y por hacer vengan a ellos. Y porque estos tales agoradores son aborridos de Dios, por ende establecemos en esta ley especialmente que todo hombre que es agorador, o que se guía por agoros o por adivinanzas, reciba cien azotes. Y si después tornare en ello, pierda toda buena testimonia, y reciba otros cien azotes.

La cuarta, hace referencia a los encantadores, y de los que de ellos se aconsejan, la cual dice:

Los proviceros, o los que hacen caer pedrisco en las viñas o en las mieses, y los que hablan con los diablos, y les hacen turbar las voluntades a los hombres y a las mujeres, y aquellos que hacen cercos de noche, y hacen sacrificios a los diablos, estos tales o cualquier que el juez o su merino les pudiere hallar o probar, háganle dar a cada uno doscientos azotes, y señálelos en la frente otros que los vieren sean espantados por la pena de estos. Y porque no hayan poder de hacer tal cosa de aquí en adelante, el juez los meta en algún lugar o vivan, y que no puedan empecer a los otros hombres, o los envie al rey que haga con ellos lo que quisiere. Y los que tomaren consejo con ellos reciban doscientos azotes cada uno de ellos; que no deben ser sin pena los que por semejable culpa son culpados.

Finalmente, otra ley dispone algo así como reza en el dicho popular cuando se toman la justicia por su mano: ojo por ojo y diente por diente, en la cual se establece:

Que todo hombre libre o siervo que por encantamiento o por ligamiento hace mal a los hombres o a las animalias, o a otra cosa en viñas, o en mieses, o en campos, o hiciere cosa porque hagan morir algún hombre, o ser mudo, o que hagan otro mal; mandamos que todo el daño reciban en sus cuerpos, y en todas sus cosas que hicieron a otros.

En el concilio XVI de Toledo, celebrado en el 693, en el canon 2 se dice:

Drecretamos, que todos los obispos y presbíteros y cuantos están al frente las causas judiciales, vigilen con el mayor esmero, donde quiera que se hallaren, a algunos adorando o practicando los referidos sacrílegos, o cualquier otra de las cosas que se prohíben por la ley divina, o vedadas por las determinaciones de los santos Padres, sean personas de cualquier género o condición, inmediatamente, ateniéndose al contenido de las referidas disposiciones, no dilatarán el corregirlos y extirparlos, y además presentarán cuantos dones fueron ofrecidos en el mismo lugar del sacrilegio, a las iglesias vecinas. Y si el obispo, presbítero o juez, a cuya jurisdicción perteneciere aquel sitio, teniendo noticia de un crimen público o privado de cualquier carácter sacrílego descuidare el corregirlo con pronta voluntad, privado de la dignidad de su puesto, será sometido a la penitencia durante el espacio de un año.

También en éste canon se menciona a los adoradores de ídolos, los veneradores de piedras, los encendedores de antorchas, los que rinden culto a los lugares sagrados de las fuentes y de los árboles. Los que se hacen augures y precantadores (praecantatores) y otras muchas cosas que sería largo de narrar. Todas estas prácticas mágicas son consideradas sacrilegios.

El V canon del XVII Concilio de Toledo, celebrado en 694, es decir unos años antes de la crisis revolucionaria del VIII nos enseña en qué grave situación se encontraba la Iglesia por aquellas fechas: Celebraban los obispos una especie de misas negras:

«. . .Muchos obispos que debían ser predicadores de la verdad y de cuya boca debían aprender la ley de la verdad las masas populares..., llegan a celebrar con falsa intención la misa destinada al descanso de los difuntos por los que aún viven, no por otro motivo, sino para que aquel por el cual ha sido ofrecido el tal sacrificio incurra en trance de muerte y de perdición por la eficacia de la misma sacrosanta oblación...».

Durante el siglo VII hasta comienzos del siglo VIII hubo un gran aumento del eremitismo, localizado en zonas mal o no controladas por las autoridades. Volvieron a renacer de los viejos cultos rurales ibéricos, unido a la resistencia campesina a la erección de iglesias.