miércoles, 28 de marzo de 2012

Larvas


Larva es palabra con origen etimológico desconocido, procede claramente del latín "lar" (hogar) los cuales eran los dioses familiares o el hogar doméstico. Para los romanos, los lares eran los espíritus benévolos de la familia, que encantaban y protegían el domus o casa de la familia y las larvas eran las almas sin descanso terroríficas de los hombres malvados. Pero la idea más corriente era creer que larva y lemur eran sinónimos.



Aunque se desconozca la raíz, larva tiene multitud de significados en latín:



-Fantasma, espectro.

-Máscara de fantasma.

-Esqueleto.

-Voz injuriosa.

-Larvarum plenus: furioso, presa del delirio.

-Larvalis (adj): espectral.

-Larvonare: Embrujar, hechizar.

-Larvaciti: Poseído por una larva



Y en español:



-Fantasma o espectro.

-Máscara o disfraz (DRAE 1803).

-Animal en estado de desarrollo, cuando ha abandonado las cubiertas del huevo y es capaz de nutrirse por sí mismo, pero aún no ha adquirido la forma y la organización propia de los adultos de su especie.

Larvado: Disfrazado.

Larval (DRAE 1803): Lo que pertenece a la larva.



Con respecto a la acepción "máscara" comentar que los romanos tenían en sus casas máscaras que representaban los antepasados de la familia. La locura parecía un rasgo común en las larvas, pues se creía que un tipo de espíritu loco llamado "manía" era la madre de las larvas. Para Apuleyo las larvas o almas de los hombres perversos no tenían morada.



A comienzos del siglo XII, en el Summarium Heinrici –obra que da en antiguo alto alemán la traducción de términos latinos sacados de las Etimologías de Isidoro- encontramos un curioso comentario de mania, “espectro”, palabra rara, esencialmente conocida por una obra de Novo (siglo I) titulada Mania medica (el espectro médico). El redactor del Summarium, en efecto, escribe: “Aparecido, es decir, alienado” (mania i. insanie). La observación es a primera vista sorprendente y merece comentario. Según Ebrio Flaco (siglo I), Manía era la madre o la abuela de las larvas, nombre genérico de los mal muertos y de los aparecidos. Las glosas latinos de la Antigüedad comentan el plural maniae como “personas deformes, espíritus terroríficos”. Asimilado a larva –Marciano Capella escribe: larvae ac maniae-, el término no desaparece por completo y lo volvemos a encontrar en A. Cornelio Celso, médico contemporáneo de Tiberio, pero es cada vez menos frecuente. En este último sabio, nos enteramos de que insania designa las enfermedades mentales en general; pues bien, los antiguos consideran que éstas son un castigo de los dioses, y creen que, la mayoría de las veces, el alienado está poseído por una fuerza invisible, en este caso una larva.




Según San Agustín (s.V):



Dicen los platónicos que las almas de los hombres son demonios, y que de los hombres se hacen lares, si tienen buenos méritos; lemures o larvas, si los tienen malos; y, en cambio, se hacen manes si es incierto tengan buenos o malos méritos.


En opinión de San Isidoro (s.VII):



Son los demonios que inicialmente eran hombres y se convirtieron en demonios por sus maldades. Cuentan que su cometido es aterrorizar a los niños y aullar por los rincones tenebrosos. Hay quien piensa que provocan la epilepsia.



Es importante la definición de Isidoro porque da rasgos fundamentales de las larvas que nos serán de gran utilidad posteriormente. No queda ahí la información aportada por el sabio hispalense, pues decía que la gente suele llamar lunáticos a los epilépticos porque el ataque de los demonios insidiosos estaba relacionado con el curso de la luna. Los lunáticos son personas poseídas por larvas (larvaciti o posesos). Pensaba que la epilepsia (también llamada "mal caduco") se produce en la fantasía del cerebro. Actualmente lunático es un loco que muestra su demencia a intervalos.



En las glosas medievales europeas, larva equivale a draugr, pero también a íncubo, troll y ephialte. Según algunos clérigos medievales, lemur es un lar que posee un cadáver, pero también los definen como demonios nocturnos. Lemur y larva tomaron el mismo significado en la Edad media. Los aparecidos van siendo relegados poco a poco al ámbito de la brujería, y ya en el siglo XI, al otro lado del Rin, hay una glosa que comenta así el término larvae: “Llamamos larvas a las sombras o demonios hechos de hombres, es decir, aparecidos” (señalemos de paso que en inglés antiguo existe todavía gedwimor, que designa a los fantasmas; las glosas lo dan para los lemas latinos fantasma, fantasía, nebulo y necromantia), y la traducción propuesta es dalamascha, donde volvemos a encontrar masca, “bruja”. Todos estos datos serán cruciales para establecer equivalencias entre la larva y otros espíritus que seguramente eran mismo perro con distinto collar.



El scrat: Es el nombre que se usó en el norte de Europa en lugar de larva. En el primer registro, scrat (gritón) traduce la noción de difunto maléfico y aparecido (larva, monstrum), acepciones a las que, del siglo IX al X, se añade la noción de máscara, masca –vocablo que significa también “bruja”- y thalamasca. Este último término es revelador de la naturaleza profunda del gritón: gracias a Ingemar de Reims (m.882), sabemos que thalamasca designa una especie de máscara que se llevaba en unas mascaradas que se celebraban en los aniversarios de los difuntos.



En el siglo X, en Inglaterra, scraette, hoy scrat, “lutin”, se da por “necromancia, aparecido” y “fantasma”, y cien años más tarde se añade el significado de “pesadilla” (ephialtes), lo que confirma las muestras alemanas de la misma época, que lo convierten en íncubo o íncuba, un espíritu que se te echa encima. En el siglo XI, a ambos lados del Canal de la Mancha, el gritón es también un brujo que practica la magia negra, nigromancia, deformación de necromancia, la adivinación por medio de los muertos, y el gritón practica la ilusión y la prestidigitación. Los elementos de ese primer registro justifican la presencia, en el folklore, de gritones que no son otra cosa que muertos prematuros, personas asesinadas o muertas por accidente, en una palabra, todas las categorías de difuntos que se convierten en espectros, en aparecidos.



Hasta una época reciente, el Schrat, en Alemania, se consideraba que era un niño muerto sin bautismo o un difunto de la familia, y que se cuenta la coincidencia. Este sentido también está documentado en el siglo XV, en que el poeta Hans Vintler escribe: “Mucha gente piensa que el Schrat es un niño pequeño, tan rápido como el viento, y un alma en pena”. Esta relación del gritón con la muerte surge también en una curiosa superstición anotada en Carintia: allí, Schrat es el nombre de la carcoma, y tiene por sobrenombre “martillito de los muertos”, pues oírlo significa que se acerca la hora de la muerte de quien lo oye.



Pasemos al segundo registro. En las glosas, Schrat se define a veces como “mal lar”, es decir, como mal genio doméstico, y los lares, como todos sabemos, son también buenos muertos elevados a la categoría de divinidades tutelares. Si damos por buena la lectura del único texto en que el Schrat ocupa un papel prominente, El pequeño Schrat y el Oso polar (siglo XIII), constatamos que tiene los rasgos de un lutin, de un duende que habita en una casa rural. Pero en 1460, Michael Beheim reproduce una opinión muy extendida entre sus contemporáneos y dice: “Mucha gente cree que cada casa tiene su pequeño schrat que trae la fortuna y aumenta el prestigio de quien lo honra”. ¿Cabe mas claridad? En 1482, un vocabulario latín-alemán traduce penates por schrat. El carácter tutelar y doméstico de este individuo está bien establecido.



Veamos el último registro. Entre el siglo IX y el XIII, Scrat se da por “fauno, íncubo, Piloso, monstruo/espectro, hombre de los bosques” –tal vez equivalente, aquí, de “hombre salvaje”-, “isleño” y “sátiro”. En un documento del siglo XI, incluso es sinónimo de alp, o sea, “elfo, pesadilla”. A los lemas faunus y satirus corresponde el compuesto waltscrat, “El gritador de los bosques”. En los cuentos populares, nuestro amigo ya no es más que una especie de enano. Es sorprendente, reconozcámoslo, ver que un mismo individuo posee tantos papeles, facetas disntintas –muerte, simulacro de difunto, espíritu campestre y silvícola, brujo, pesadilla-, pero, si lo miramos más de cerca, solo el último registro contrasta verdaderamente con el conjunto. En efecto, difuntos y genios domésticos corren parejas en las creencias de la Alta Edad media, cosa normal puesto que durante mucho tiempo se inhumaba a la gente en su propia casa.



Así pues, no debemos dejar que nos despisten los epítetos negativos que utilizan los clérigos en sus comentarios. Se explican por la diabolización del Schrat –demonización que tiene siete vidas, puesto que hoy, en Inglaterra, al diablo se lo llama Old Scratch-, así como por toda una serie de corrimientos y de emparejamientos abusivos.



Relatando un suceso anterior a 1135, Hugo de Mons utiliza faunus para un ser que se compartaba así:



A menudo se divertía a expensas de la gente asombrada e incrédula con pedazos de vajilla o con algún otro tipo de objeto asqueroso. A menudo, con pedradas repetidas y como lanzadas por una fuerza hercúlea, golpeaba el tejado y las paredes de la casa y, sin que lo viesen, desplazaba de un lugar a otro entablados, cojines, bandejas, copas y cántaros. Encendía candelas con un fuego distante y, mientras se cocían los alimentos, o cuando los ponían sobre la mesa, metía en ellos, a escondidas, asquerosas bolas de grano o de ceniza.



¡Ese no es el comportamiento de un fauno! Además esta criatura es invisible, se comporta como un lutin (carácter travieso) y como un espíritu golpeador (pedradas). Prosigamos el hilo del relato:



Mandan llamar a sacerdotes que exorcizan la casa con abundante agua bendita y conjuran al espíritu para que se ponga a hablar: dice que se llama Garnier y que es el difunto hermano del propietario del lugar. Añade: “¡Ay de mí, porque cuando venía de tierras lejanas, y con cuántos peligros, sufrí tormentas, nevadas y frío! ¡En cuántos fuegos he ardido y cuántas interperies he soportado para venir aquí¡ Nicolás, hermano mío, cuñada mía, sobrinos y demás amigos, nada temáis, pues no se me ha concedido el poder de causar mal a nadie; pero proteged vuestra frente y vuestro corazón con la señal de la cruz, porque vinieron conmigo malvados tropeles, ávidamente deseosos de hacer el mal, y conmigo partirán. Para que alcance a separarme de su pernicioso camino y para que goce plenamente del reposo eterno, haced celebrar mañana una misa en honor del Espíritu Santo, y también otra por la salvación de los fieles difuntos...



¡Maravilloso texto, admirable reflejo de las creencias de antaño! El fauno es aquí un espectro: las pedradas son una de las formas del lenguaje de las almas del purgatorio o de los difuntos sin sepultura. Este espectro se comporta también como un lutin. No cabe ninguna duda de que faunus resulta totalmente inadecuado y recubre otra noción, otro vocablo de la lengua vernácula, pero, ¿cuál? La figura del fauno en la Edad Media no se ha estudiado nunca, por eso señalaremos una extraña leyenda que cuenta el Liber monstrorum, cuyo manuscrito más antiguo data del siglo IX:



Los faunos nacen de los gusanos que han visto la luz entre la corteza y la albura; luego, descienden a tierra, cobran alas, las pierden a continuación y se transforman en hombres de los bosques.



Comparemos este nacimiento con el de los enanos de la mitología germánica: primero eran larvas en el cuerpo del gigante Ymir... Agregaremos que faunus, como satyrus, es el nombre de una mariposa, la esfinge (acherontia atropos), y que también Schrat es el nombre de una mariposa. Un misterio más... (la mariposa esfinge tiene dos especies: una de la vid y la otra ataca la patata, es grande y muy coloreada, tiene costumbres nocturnas y a menudo presentan un cuerno caudal).



Según Filóstrato (ss.II-III), una aldea de Etiopía, frecuentada por el fantasma de un sátiro, loco por las mujeres (a dos de las cuales había matado ya, desencandenando el terror entre la población), recurrió a los servicios del mago Apolonio de Tiana, quien ordenó escanciar cuatro ánforas de vino en el abrevadero en el que bebía el ganado:



Apolonio llamó al sátiro, invocándolo por medio de un conjuro secreto, y éste no se dejó ver aún, pero el vino bajó de nivel, como si fuera bebido. Y cuando el sátiro hubo acabado de beber, dijo Apolonio: “Hagamos la paz con el sátiro, pues está dormido” y dicho esto, llevó a los aldeanos a una gruta de las ninfas que distaba apenas a un pletro de la aldea, les mostró al sátiro que estaba durmiendo y dijo que se libraran de golpearlo o injuriarlo. Ahora han cesado sus insensateces.


Puede el lector comprobar lo polifacético de la larva y su equivalente el scrat, no ha sido nada fácil cazarlo y clasificarlo convenientemente. Con el transcurrir del tiempo y la cristanización casi total de la Europa rural en el s.XV, este ser que tanto respeto causaba a los campesinos, pasó a convertirse en algo esperpéntico que solo servía para amedrantar a los niños o como protagonista grotesco de algunos cuentos. No me cabe duda que en España algunos asustaniños como el bu, la bubota, el papu o la paparresolla, debido a sus características, proceden de las larvas. Pero eso es historia para otro día...


El Basajaun: Basajaun significa en euskera "señor salvaje" o "señor de la selva". En Aragón es denominado basajarau, bonjorau, bosnerau o señor salvaje, tiene figura humana y de alta estatura, con el cuerpo cubierto de pelo y un pie de forma circular. Es el genio protector de los rebaños. A veces se le representa como un genio maléfico, aunque en varias leyendas se le señala como el primer agricultor que enseñó a los hombres el cultivo de los cereales, la invención de la sierra, del molino y del modo de soldar el hierro. Según las leyendas habita en un bosque de Irati con su compañera llamada Basa Andere, la señora salvaje, aunque su presencia se confunde a veces con las lamias y las sorguiñas. En los bosques pirenaicos aragoneses se le considera un genio protector contra las alimañas y las tormentas. 


Las ovejas indicaban su presencia con una unánime sacudida de cencerros. Cuando se acercaba una tempestad o los lobos, daba gritos y silbidos en la montaña para prevenir a los pastores. A cambio, los Basajaun reciben como tributo un trozo de pan que recogen mientras los pastores duermen. Es un personaje similar a los encontrados en todo el continente Euroasiático en forma de yetis y demás "hombres del Bosque". Es el basajaun, seguramente, la versión española del scrat u "hombre salvaje" que tanto gustaba gritar.


Un caso real: En su libro "Enigmas sin resolver", Iker Jiménez relata un caso de una familia afectada por una especie de larva, no parece tratarse de un fraude, pues hay documentos oficiales de la policía que atestiguan fenómenos paranormales en la casa.

Ocurrió en la casa de la familia Gutiérrez Lázaro ubicada en Vallecas un barrio céntrico de Madrid. Los hechos comenzaron con una frase que pronuncio el convaleciente padre de Concepción Lázaro que acurrucado en su cama y de una manera agresiva le dedico estas palabras a su hija: "Te haré mucho daño en la vida...."

Unos días mas tarde la hija de los Gutiérrez, Estefanía comenzó a practicar el "juego" de la ouija con sus amigas de clase, esto le provoco un cambio de carácter y no se sabe si debido a eso empezó a sufrir convulsiones que los médicos denominaban patologías epilépticas.

Una de las tantas veces que practicaba espiritismo se encontraba con sus compañeras en el patio del colegio cuando de pronto el vaso que usaban para hacer la ouija se rompió en mil pedazos saliendo según sus compañeras un humo de color negro que se introdujo en la nariz de Estefanía, provocándola un coma que a las pocas horas se convertiría en una catalepsia severa y muriendo unos días mas tarde por fuertes convulsiones en su cama.

Desde el momento en que se produce la extraña muerte comienza el infierno para la familia Gutiérrez Lázaro. Unos gritos de mujer diciendo en todo muy alto ¡mamá! ¡mamá! levantan a toda la familia en plena madrugada. Al abrir la habitación comprueban que la cama esta todo revuelta como si hubiese pasado alguien por allí. A la noche siguiente la familia oye como una especie de soplido que según se va acercando a las habitaciones se convierte en una carcajada según ellos de un “anciano”.

También ocurrían sucesos a plena luz del día, uno de los cuales encontrándose toda la familia en el salón observaron como las puertas empezaban a abrirse y cerrarse y como un “puño” invisible golpeaba todas las paredes del inmueble, era tal la inseguridad que tenían que decidieron colocar un colchón en la puerta para que no se abriese. Pero no dio resultado porque una especie de aire huracanado abrió de forma violenta otra vez la puerta empujando todos los muebles hasta la pared de enfrente.

Hacia el día 24 de ese mes, las dos hermanas que comparten una habitación con literas describen una imagen horrorosa en plena madrugada:



“Se oyó como un silbido por el pasillo, algo que ya habíamos escuchado otras noches. De repente oímos las dos como un lamento muy cerca de la puerta del dormitorio. No podíamos ni subir una ni bajar la otra por el terror, De pronto, en el suelo notamos algo. La luz de las farolas entraba por la ventana y se veía con claridad. Por eso observamos que había alguien mas allí con nosotras. ¡Creímos morir! Una cosa larga, con forma de hombre, como si un hombre se arrastrase, con la cabeza toda negra, sin ojos, sin boca sin nada, iba con el pecho pegado al suelo, deslizándose a lo largo de la habitación. Empezamos a gritar y justo entonces las muñecas que tenemos amontonadas en la pared empezaron a ser lanzadas contra el otro extremo con fuerza, una tras otra y empezó a sonar todo como con golpes y gritos. Cuando abrieron la puerta nuestros padres nos encontraron encogidas en la cama y todas las muñecas tiradas por el suelo”.

Pero sin duda uno de los hechos que mas relevancia tienen en este caso es la actuación de la policía nacional.

El 27 de Noviembre de 1992 dos coches de policía parten de la comisaría del distrito de Vallecas dirección a la calle Luis Marín, cuando llegan se encuentran con una familia angustiada por los fenómenos que se están produciendo en ese mismo momento.

Según el documento oficial se puede leer : “A las 2:40 horas, por el canal 7 de H-50 llama el Z-2 y manifiesta que , una vez se ha entrevistado con la familia y observado el interior de la casa, según comunica, se le ha puesto el vello de punta...

Estando sentados en compañía de toda la familia, pudieron oír y observar como una puerta de un armario perfectamente cerrada, cosa que comprobaron después, se abrió de forma súbita y totalmente antinatural....

Momentos después pudieron percatarse y observar como en la mesita que sostenía el teléfono, y concretamente en un mantelito, apareció una mancha de color marrón consistente que el Z-2 identifica como babas.....

En el recorrido que hicieron por diversas habitaciones de la casa observaron un crucifijo de madera al que, el fenómeno al que estamos haciendo referencia le había dado la vuelta, arrancándole el Cristo adherido al mismo...



Que, según manifiesta una de las hijas, tomo el Cristo del suelo y lo adhirió detrás de la puerta de la habitación junto a un póster produciéndose también de forma súbita y extraña tres arañazos sobre el citado póster...”

Como conclusión los cuatro agentes certificaban que en aquella casa “hay una serie de fenómenos de todo punto inexplicables".

Con el paso de los años estos fenómenos según la familia han disminuido en intensidad pero todavía se siguen produciendo en determinados momentos....

   

domingo, 25 de marzo de 2012

Moros y gentiles


Los seres legendarios peninsulares llamados "moros" y "gentiles" están más conectados a los muertos primitivos de que lo puede parecer. Existen algunas palabras referidas a los difuntos que nos llegaron al español desde tierras muy lejanas al este. Son bastante antiguas -seguramente prerromanas-, vocablos que solo adquieren sentido si se estudian en un contexto geográfico y temporal muy concreto. Como ocurre siempre, el tiempo no pasa en balde: nuevas civilizaciones conquistan la Península Ibérica, lenguas, culturas y creencias barren y tergiversan lenta pero inexorablemente lo que un día fue importante. Hoy solo queda un puñado de términos y leyendas que a nuestros ojos carecen aparentemente de sentido.  



Es difícil saber de modo exacto quienes fueron los responsables de esta rica cultura mortuoria que ya era vieja para nuestros antepasados de la Edad Antigua y medieval. Sin embargo, al dedicarme a estudiarla en profundidad he llegado a la conclusión de que algo tuvieron que ver en ello los antiguos íberos. Curiosamente, los griegos llamaban iberos a un pueblo de la actual Georgia, conocido como Iberia caucásica, con los que aparentemente, no tienen ningún parentesco. Al principio, los griegos utilizaron la palabra íbero para designar el litoral mediterráneo occidental, y posteriormente, para designar a todos las tribus de la Península. También llamaban Iberia al conjunto de pueblos de la Península.





Una hipótesis sugiere que llegaron a la Península Ibérica en el periodo Neolítico, y su llegada se data desde el quinto milenio antes de Cristo al tercer milenio antes de Cristo. La mayoría de los estudiosos que adoptan esta teoría se apoyan en evidencias arqueológicas, antropológicas y genéticas estimando que los iberos procedían de las regiones mediterráneas situadas más al este. Sin llegar a la identificación plena entre lenguas, muchos estudiosos de la lengua ibera reconocen ciertas afinidades entre la lengua ibera y la lengua vasca, o más correctamente, con su variante más antigua: la lengua aquitana, hasta el punto que para algunos, estas afinidades ya serían suficientes para afirmar que pertenecen a la misma familia. Aunque estas afinidades son generalmente interpretadas como una influencia de tipo sprachbund más que como una muestra de parentesco filogenético real.


La lengua ibera, en sus diferentes variantes, se hablaba en la amplia franja costera que se extiende desde el sur del Languedoc-Rosellón hasta Alicante, y penetraba hacia el interior por el valle del Ebro, el valle del Júcar, el valle del Segura y el alto valle del Guadalquivir hasta el río Guadiana como límite noroeste. Las inscripciones en lengua íbera aparecen sobre materiales muy variados: monedas de plata y bronce, láminas de plomo, cerámicas áticas, cerámicas de barniz negro A y B, cerámicas pintadas, dolías, ánforas, fusayolas, estelas, placas de piedra, mosaicos, etc. Es, con diferencia, la lengua paleohispánica con más documentos escritos encontrados, unos dos millares de inscripciones, que representan el 95% del total.






Suelen muchos investigadores ignorar o quitarle importancia a que los antiguos griegos relacionaban a los íberos con los escitas, quizá porque los propios íberos se consideraran escitas o bien por su similitud con dicha cultura. 


En efecto, afirmo, a partir de la opinión de los antiguos griegos, que así como los pueblos que habitan hacia el septentrión eran conocidos con el nombre de escitas o nómadas, según los califica Homero, de igual modo que los pueblos que se conocieron en Occidente fueron llamados después celtas, íberos o con nombre mixto, celtíberos y celtoescitas, citando por desconocimiento pueblos distintos bajo una misma designación.


ESTRABÓN (Geografía III)


Es el típico caso de saber más de lo que ocurrió hace milenios que los propios habitantes de la época: pura vanidad. Veo falta visión de conjunto para enfocar con seriedad el tema, hay demasiados estudiosos altamente especializados en una materia (arqueólogos, historiadores, filólogos, etc.) que dan una visión parcial de los hechos al carecer de un mínimo de conocimientos en otros campos. El ámbito de las armas es un claro ejemplo del que puedo dar fe, los etimólogos no saben nada de armas antiguas y por ello pifian a menudo en sus conclusiones, al igual que los historiadores sin conocimientos filológicos.  



Las palabras (las cuales quedan grabadas como huellas) y leyendas de claro origen caucásico me llevaron a estudiar la religión escita. Pese a quien pese, las palabras dejan pistas valiosísimas que ayudan a investigar en la dirección correcta. Me llevé gratas e impresionantes sorpresas en mis pesquisas que deseo compartir con el lector, mi intención no es buscar una verdad absoluta al respecto, tan solo mostrar unos paralelismos que no deben ser casuales. Los pueblos escitas (o como quiera que se llamaran en la Prehistoria) eran nómadas acostumbrados a largos recorridos, llegaron a la Península por oleadas y aunque compartían una cultura común, había diferencias entre las distintas tribus. Quizá arribaran desde el norte de África u otros lugares del Mediterráneo por medio de barcos.



Los antiguos escitas tenían la costumbre de enterrar a sus muertos en necrópolis subterráneas situadas lejos de sus poblados, habitualmente en zonas rocosas o montañosas. Era común que los nobles al fallecer se llevaran al otro mundo a sus animales y sirvientes para que continuaran llevando el mismo tren de vida. Tenían una fuerte convicción sobre la vida de ultratumba, los muertos seguían viviendo en un mundo paralelo al terrestre. Esta bárbara costumbre generó multitud de leyendas en el Cáucaso durante los siglos venideros acerca de los túmulos y sus moradores. En todas las culturas de la antiguedad las personas ejecutadas prematuramente estaban destinadas a vagar por la tierra cargando el sambenito de su desgracia, los romanos los llamaron "lémures", eran espíritus nocturnos que podían ser potencialmente peligrosos para los vivos.



Los contemporáneos de los escitas los consideraban muy salvajes y sanguinarios porque tomaban la sangre de su primera víctima en una batalla y vestían con cueros cabelludos humanos así como usaban cráneos humanos (en ocasiones de sus propios amigos y familiares que habían matado en alguna querella o duelo) como vasijas. A nivel arqueológico se han descubierto numerosos objetos artesanales de oro de gran elaboración con motivos equinos, pues eran excelentes jinetes, expertos en hacer lazos e inventores-usuarios del arco de nervio, o retratando su vida cotidiana. Las tumbas de los reyes eran grandes túmulos (kurganes) donde eran enterrados junto al monarca sus más cercanos sirvientes (tras estrangularlos), concubinas y hasta caballos. Hornos metalúrgicos se han hallado cerca de los kurganes, así como minerales de hierro, los escitas era unos excepcionales maestros de la metalurgia. Como ocurre con todas las culturas con clara inclinación a la muerte, la brujería debió ser importante en su religión. Será de gran ayuda que su lengua pertenezca a la familia indoeuropea.



En la zona siberiana de las montañas Altai, existen multitud de kurganes hechos antaño por los pueblos escitas. Construían los kurganes en los lugares donde pasaban el invierno. Eran auténticas pirámides de piedra en las que se momificaban a los muertos. Hoy día se han detectado anomalías magnéticas en estos pedregales. Existen grandes dibujos sobre las piedras con escenas de caza, en las que se incluyen humanoides con cabeza de hongo, según cuentan las gentes del lugar se trata de la amanita muscaria, seta empleada por los chamanes para entrar en trance. En España y el norte de África existen dibujos similares de estos humanoides con cabeza de hongo. Entre los habitantes de la república de Altai el chamanismo está bastante extendido, aquellos que quieren acercarse a los kurganes suelen hacer ofrendas al Señor de la montaña, en forma de piedras o colgando trozos de tela en ramas de árboles sagrados o arbustos. Esto evita accidentes o percances inesperados a los fieles que se acercan a los altares. Los griegos ubicaron a las Gorgonas en este lugar, quizá estén relacionadas con las brujas escitas.



Las leyendas cuentan que los muertos (llamados anti-hombres) a veces bajan a los valles y se aparecen a los campesinos, y con tretas, intentan llevárselos a vivir con ellos a sus ciudades subterráneas. Estos aparecidos forman una comunidad con una cultura e idiosincrasia común tan previsible como extraña a los ojos de los habitantes actuales del lugar. Las leyendas (y los testigos del fenómeno) hablan sobre visiones de fantasmas vestidos con trajes antiguos, mujeres montadas a caballo que desaparecen misteriosamente, etc. En otras ocasiones, los testigos sienten como si el tiempo se parara en los lugares cercanos a los kurganes.



Dicho esto vamos a concentrarnos ahora en las leyendas existentes en España sobre los túmulos, mehires y otras construcciones pétreas milenarias tan ricas en leyendas. Con estrecha relación a ellos se encuentran dos pueblos míticos: los mouros o mairuk y los gentiles. Gentil tiene como raíz gen- (dar a luz, parir), del latín gens (raza, clan), de donde deriva el adjetivo gentilis (perteneciente a la misma familia). Entre los judíos, se dice de la persona o comunidad que profesa otra religión. En Perú se dice de los habitantes anteriores a los incas. También es sinónimo de pagano.



Los jentilak, gentiles o paganos, son unos gigantes de la mitología vasca dotados de fuerza sobrehumana. Se dice que lanzaban grandes peñascos hasta lugares lejanos (quizá inventaran el juego de pelota vasca) y son los contructores de multitud de cromlechs y dólmenes. Se les achaca el haber inventado la metalurgia y la agricultura, ellos enseñaron estos conocimientos a los humanos. Leyendas tardías cristianizadas cuentan que algunos santos lograron robarles conocimientos valiéndose de todo tipo de tretas. Los gentiles parecen representar al propio pueblo vasco pre-cristiano, montañés por excelencia. Solían habitar en montañas y se negaban a abandonarlas para vivir en los valles. Los gentiles dejaron multitud de topónimos en cimas, dólmenes, montañas, cuevas (algunas usadas como ermitas) y peñascos.



Una leyenda narra el final de los gentiles, acontecido cuando éstos divisaron una extraña luz en el cielo. No sabían qué podría significar y fueron a buscar al más anciano y sabio entre ellos. Cuando los cansados ojos de éste consiguieron divisar el fenómeno dijo: "Esa luz anuncia la llegada de Kixmi (Cristo), es el fin de nuestra raza." Y dicho esto, todos los gentiles corrieron a una sima para esconderse bajo tierra. Los gentiles también existen en la mitología catalana, concretamente en una leyenda del pueblo de Vallgorguina, cerca del que se encuentra un enorme dolmen, denominado la pedra gentil, donde según la tradición de la zona se solían reunir las brujas de los contornos para preparar sus maldades. Según cuenta la leyenda los vecinos del pueblo a menudo veían cerca del dolmen ropas puestas a secar al sol por los gentiles, pero si alguien se acercaba a verlas, desaparecían de inmediato.



Otro pueblo tomado como sinónimo de los gentiles son los moros, mouros en Galicia y mairuk en País Vasco. La palabra tiene como raíz el indoeuropeo mer-, que incluye cuatro acepciones:



1-Parpadear, oscilar, vacilar.

2-Dañar, borrar.

3-Morir.

4-Atar, ligar



Moro es una palabra homónima con dos raíces y significados, una es el céltico mrvos y la otra viene del latín maurus. La palabra moura (moira, maura) (medieval mora), femenino de mouro, parece originaria del céltico mrvos y el indoeuropeo mr-tuos que originó en latín la palabra "muerto" (mortuus) y en portugués y gallego "morto". El céltico mvros (en galo marvos) designaba a los muertos o a un ser espiritual que se peinaba con un peine dorado. De esta misma raíz céltica, el nombre moor es también utilizado para designar a los niños no bautizados, significando pagano o no cristiano. Así que la misma palabra tenía significados distintos según el uso que se le daba.



Cuando se hablaba de pueblo mítico (como los gentiles), se empleaba la acepción "no-cristiano", de hecho los moros fueron denominados de muchas formas en distintas partes de Galicia: Árabes, xentiles, franceses, carlistas, soldados, fenicios, romanos, vikingos, celtas, sarracenos, cartaxineses, negros, forasteros, primitivos, indios y encantos entre otros. Como vemos destaca la idea de pueblo foráneo, antiguo y pagano con unas características que le son propias, al igual que los gentiles.



Sin embargo cuando prima lo individual (mora/moro), la acepción es "atar, ligar", o sea, lo que en el campo mágico significa "encantar". En la Península las moras suelen llamarse con frecuencia "encantadas", pues están ligadas a un lugar concreto que no pueden abandonar sin que se cumplan unas condiciones muy determinadas que propone la mora al humano: darle un beso mientras se convierte en serpiente, guardar una promesa, etc., si sale bien el afortunado logra casarse con ella y disfrutar del tesoro o del oro (de aquí viene "el oro que cagó el moro"), de lo contrario el fin suele ser dramático. 


Esto nos mete de lleno en el origen peninsular de los cuentos de princesas encantadas. Las moras suelen estar custodiadas por un moro (encanto) que la vigila a ella y a su tesoro enterrado. Las moras habitan normalmente castros, castillos, mámoas (túmulos) y otras construcciones megalíticas, pero también en fuentes y orillas de rios.  Como curiosidad contar que entre los piratas era habitual tras enterrar un tesoro asesinar a alguien y dejar allí su cuerpo para que su espíritu lo custodiase. Según se dice, estos espíritus tomaban forma de pelota de fuego. 



En Galicia, el "encanto" puede ser un hombre o mujer esclavizado por el demonio (o un mouro) que vive bajo tierra en cuevas, fuentes y rios. Suelen ser maléficos para con los humanos, ya que aquellos excesivamente curiosos o los que pierden un objeto recibido pagan con su vida el error. Nada tienen que ver los musulmanes (moros) en el asunto, a menudo las palabras engañan cuando se parecen unas a otras. Por otro lado la diosa vasca Mari (maya, mah, mairi, maiti, maida) significa en algunas partes de Euskadi "señora", y va acompañado luego del nombre de la montaña o caverna donde suele aparecer. Pertenece a la misma familia etimológica, estamos en realidad hablando de "muertos" o fantasmas, personas de carne y hueso que vivieron hace mucho tiempo en una sociedad pagana con importantes creencias mágicas. El hecho de que muchas moras/moros se conviertan en serpientes no los alejan de los difuntos: hay multitud de leyendas de ánimas (almas en pena) en las que el fantasma se convierte en diferentes animales sin perder su condición humana. El genio o ánima (hamr en el mundo normánico) del individuo tenía la capacidad de cambiar su forma humana a otra animal, siendo los brujos los que sabían dominarla adecuadamente.


Y hablando de brujas, las lamias están también íntimamente ligadas a estos lugares y a los moros en las leyendas. En muchos países europeos lamia era sinónimo de bruja, pero también designaba el espíritu de una bruja (viva o muerta) con gran habilidad para cambiar de forma, nuestros mitos están llenos de lamias con patas de cabra, oca y otros animales. Como sucedía con las brujas, las había buenas y malas. Es palabra que viene desde Grecia, posiblemente de origen iraní o escita.



En otros países nórdicos tenemos parecidas o similares leyendas relacionadas con las moras, me viene ahora a la cabeza la de la diosa irlandesa de la guerra Morrigan (literalmente "reina mora"), es un todo un mundo por investigar. No parece extraño que en Irlanda haya leyendas muy parecidas a las españolas, pues hay historias allí de la llegada de íberos hispanos (principalmente desde Galicia y País Vasco) a tierras irlandesas. Parece que los íberos eran viajeros incansables. La gaita irlándesa y su música tiene gran parecido con la música folclórica gallega, así como las runas, lenguas (gaélico y gallego) e inscripciones halladas en ambos lugares. También cuentan las mismas leyendas irlandeses que los íberos llegaron a España desde el este pasando previamente por Egipto y el norte de África. Para el que esté interesado en el asunto sugiero se informe sobre el Leabar Ghabald (libro de las invasiones), uno de los manuscritos irlandeses más antiguos que existen. Os aseguro que los pelos se os pondrán como escarpias. También es muy recomendable el libro "La huella celta en España e Irlanda" (Ed. Akal) de Ramón Sainero.



Pueden comprobarse algunas similitudes entre los muertos escitas y las leyendas existentes sobre moros en España:



-Fijación a un lugar

-Los escitas y los gentiles era excelentes metalúrgicos.

-Los escitas conocían la raíz mer- en el sentido de "muerto" (sánscrito marati; persa antiguo mariyata; avéstico miryeite, etc.).

-Enterramiento de un noble (moro) con sus concubinas (moras), sirvientes (encantos) y tesoros de gran belleza metalúrgica (oro).

-Montañas rocosas y túmulos.

-Un señor de la montaña. Compárese con Mari.

-Pueblos paganos con tradición chamánica (encantadores).

-Desaparición o muerte de humanos.

-Aparición de ropas colgadas cerca de los dólmenes en Cataluña, compárese con la costumbre pagana en Altai de colgar ropas antes de acceder a estos montes sagrados.

 -Las construcciones megalíticas y estos montes suelen ser en España lugares a menudo visitados por brujas o lamias y sus seguidores hasta al menos la Edad Media, cuando aún el paganismo convivía con el cristianismo en las zonas rurales. Similares visitas se dan entre los indígenas de la república de Altai.

martes, 20 de marzo de 2012

Duendes


"Duende" viene del latín dominus (dueño) y es contracción de duen de casa. La raíz etimológica es demd-1 (casa). Con el sentido de "duende" la palabra es conocida desde al menos el s.XV. Desde el Renacimiento la palabra ha sido sinónimo de fantasma o demonio menor. Muchas leyendas comentan que se aparece como un humanoide bajito y con gorro.



Según Alfonso de Palencia (1490), los lares eran llamados por los paganos “duendes”. Para Covarrubias (1611):  



Llamanse los duendes cerca de los latinos geni, larva, lemures, lares y cada nombre destos les competía por los diversos conceptos que dellos tenían, nosotros por esta razón los llamamos dueños de casa, y corrompido el nombre, y truncado decimos duendes.



El padre Benito Remigio Noydeus decía a sus lectores en 1668:



La experiencia enseña que hay demonios que, sin espantar ni fatigar a los hombres (porque Dios no se lo permite ni les da mano para ello), son caseros, familiares y tratables, ocupándose en jugar con las personas y hacerles burlas ridículas. A éstos llamamos comúnmente trasgos o duendes, los franceses los llaman “Guelicos”; los italianos “Farfarelli”, y los gentiles, supersticiosamente, los veneraban por dioses caseros, llamándoles Lares y Penates.



El padre Fuentelapeña en su libro El ente dilucidado (1676) indica la descripción de los duendes por parte de algunos testigos oculares:



1-Tienen figura humana

2-Suelen aparecer con hábitos religiosos.

3-Duermen, pues se les oye de noche y no de día.

4-Se muestran especialmente regocijados con los niños, y no así con los mayores.

5-Los duendes martirizan a los que están dormidos, creándoles pesadillas.

6-Tienen una mano de estopa y otra de hierro, aunque en esta creencia, Fuentelapeña ve una metáfora tomada de que unas veces suelen dar más recios golpes y otras más blandos.

7-Al final nos da una definición de los duendes diciendo que no es otra cosa que un animal invisible, o casi invisible trasteador.



El DRAE 1732 dice de los duendes:



Especie de trasgo o demonio que por infestar ordinariamente las casas se llama así. Puede derivarse este nombre de la palabra “Duar”, que en arábigo vale lo mismo que casa. Parecer un duende: persona que siempre anda escondida, sola o por los rincones, a semejanza de los duendes, que por la mayor parte habitan en las casas los lugares menos frecuentados por la gente. Moneda de duendes: llaman así a las monedas endebles, porque como los duendes, tan apriesa se ven como se esconden, así las monedas de esta calidad desaparecen entre los dedos.



El padre Feijoo (1676-1764) opinaba:



No son ángeles buenos o malos, ni almas separadas de los cuerpos, sino unos espíritus familiares, semejantes a los lemures de los gentiles.



Parece que los antecedentes del duende se hallan en los lares romanos, no solo por las similitudes que nos muestran numerosos autores, sino por etimología, ya que ambas vocablos contienen importantes referencias al hogar o casa familiar.



Los lares: Llamados en singular lar, eran deidades romanas protectoras de los campos, la “tierra de los padres”, de la familia (Lares familiares), de las encrucijadas (Lares viales) o de algunos lugares. Tenían carácter tópico, aunque convenientemente evocados actuaban también contra los enemigos, se creía que protegían las propiedades de la pestilencia y la ruina. Eran venerados ante el fuego doméstico y en la encrucijada donde el domino familiar entraba en contacto con el de los vecinos. En los lararios domésticos, los lares familiares eran representados como jóvenes danzantes que sostienen con una de sus manos una pátera o una sítula sobre la que derraman el vino que sale de un rython agarrado con la otra. Visten la túnica praetexta de los niños y llevan, también como ellos la bulla.



Pero de igual forma que existían los Lares del hogar doméstico, identificados a veces con las almas divinas de los antepasados, y Lares familiares (el Lar familiaris recibía especiales honores del paterfamilias), también la colectividad pública, es decir, el Estado, tenía sus Publici Lares y veneraba de forma particular a los Lares Praetites (protectores) por ser custodios de la ciudad y del hogar público. Su sede estaba en un viejo altar, en lo alto de la Vía Sacra, sobre la ladera del Palatino. El sentido familiar en las áreas menos romanizadas de Hispania se advierte en que los Lares no eran domésticos, sino Lares gentilitates, es decir, de una unidad suprafamiliar. Mercurio era el padre de los lares, mensajero de los dioses (especialmente Júpiter) y que protegía a viajeros y comerciantes. Los dioses lares del emperador Alejandro Severo eran Orfeo, Abraham, Apolonio de Tiana y Jesucristo.



Del noroeste de la Península procede casi una veintena de inscripciones que tienen como común denominador el estar dedicadas a los Lares Viales. Estudiosos diversos han apuntado que bajo esta denominación específicamente latina (los Lares son divinidades protectoras de la casa –Lar Familiar con centro cultual en el hogar-, de las encrucijadas de los campos o de la ciudad, de las murallas de ésta, de los viajes por tierra y mar), pudiera enmascararse un culto a dioses indígenas. Scarlat Lambrino señaló que la introducción en la zona de las deidades latinas se llevaría a cabo a comienzos del siglo II como medio de asimilación de los numina loci. Alarçao, Etienne y Fabre, subrayando el carácter céltico de estas divinidades indígenas, indicaron por su parte que el culto a los Lares habría sido introducido en época flavia, en un proceso que conduciría, desde el preciso sentido religioso que los Lares tenían en la religión romana, a la veneración de unos dioses de contenido ambiguo y función eminentemente protectora –en la línea operada asimismo con Genius, Tutela, Fortuna o Numen-; el análisis de la antroponimia de los dedicantes confirmaría la transición de una sociedad indígena a otra indígena romanizada.



El conjunto de la documentación ha sido también objeto de estudio por parte de Bermejo, quien ha indicado que se trata de dioses indígenas protectores de los caminos, a partir de informaciones literarias como las de Estrabón (3:37: los indígenas exponían a los enfermos en los caminos) o San Martín Dumiense (De correctiones ruticorum 7,17: solían arrojar piedras en determinados puntos de los caminos como ofrenda a un dios que él denomina Mercurio). Pero nos interesa más otras menciones en las que los Lares aparecen acompañados de epítetos indígenas. El conjunto de la documentación, que abarca otra veintena de epígrafes, constituye uno de los ejemplos mas interesantes de interpretatio indígena. Su geografía cultual comprende las regiones portuguesas de Tras-os-Montes, las Beiras, Minho y Douro Litoral, así como las provincias españolas de Orense y Cáceres. Los teónimos aparecen consignados en dativo singular (Sefio, Circeiebaeco, Proeneiacco, Pemaneieco, Patrio, Coutici, Coutioso, Ocaelaego) o en plural (Cairensibus, Cerenaseis, Cusicelensibus, Erredicis, Ostianis, Patriis, Tarmucenbaecis –o Inmucenbaecis- Ceceaecis, Gegeiqis, Amaecis, Aquitibus, Beflacis, Gumelaecuis, Ormonufis, Varicis), presentando los epítetos indígenas carácter tópico.



Pero no faltan las expresiones en genitivo plural indicador del grupo humano al que protegen; así, la mención de los Lares Callaeciarum en una inscripción lucense dedicada por Saturninus, liberto augustal de origen africano, a los Númenes de los Augustos (Septimio Severo, Caracalla y Geta), Juno y Venus, sus propios Dioses Patrios y otras divinidades. La mención a estos Lares indígenas se entiende porque el personaje ejercería el cargo de procurator Asturiae e Callaecia; un ejemplo ilustrativo, pues, de la interesada apertura “política” que caracteriza al sistema religioso romano, que presenta evidencias que, como la de este epígrafe, expresan el culto rendido por militares o funcionarios a los elementos quiciales de la religión pública y a los dioses de sus lugares de origen, pero también a los de las comunidades o zonas en la que desarrollarán sus misiones.



La directa relación entre los Lares y unos determinados grupos familiares queda atestiguada en un par de interesantes inscripciones. Una de ellas hallada en Oliva de Cáparra, Cáceres, se dedica a Laribus Gapeticorum Gentilitatis; la otra, de Conimbriga, menciona a los Lares Lubanci Dovilonicorum horum, es decir, a los “Lares Lubancos de estos Dovilónicos”, de la parte de los Dovilónicos asentada en el lugar de procedencia del epígrafe.



Seres asociados: Para conseguir más información veraz sobre los duendes debemos estudiar otros espíritus que tengan similitudes con ellos, tanto en actividades como en etimologías.



-El follet: Afortunadamente hay un ser típico del levante peninsular y Baleares llamado follet (denominado en tierras valencianas duendo o donyet) que encaja totalmente con lares y duendes. Follet tiene como raíz etimológica bhel-2 (hinchar) e incluye palabras como: fuelle, holgorio (espacio de tiempo en que se deja el trabajo), holgar (jadear), jorgorio (juerga), etc. A menudo se relaciona el follet con el aire ya que se le considera generador de un extraño viento que se hace muy molesto, de hecho en la comarca del Pallars se llama "fullet" a un viento muy fuerte que durante noviembre y diciembre arranca tejas y dobla árboles. El follet es también conocido en el sur de Francia e Italia (folleti). 


En algunas partes el follet es denominado llar de foc (lar de fuego), esa es la razón por la que se cree que viven entre las cenizas de la chimenea. Como vimos anteriormente, es muy antigua la relación entre los lares y el fuego. En la comarca de Lluçanes (Barcelona), cada familia de payeses tenía su follet protector, que cada noche da una vuelta por la casa para comprobar que todo está en perfecto orden, incluso vigila el ganado. En todas las leyendas los follets traen mala suerte a la familia y al ganado si se les maltrata o ignora. Al igual que los duendes, suelen vestir ropas brillantes.



-El etxajaun (señor de la casa) es el duende vasco, normalmente se manifiesta de noche. Son guardianes de la casa y bienhechores, pero como ocurre con los follets, se enfadan bastante si encuentran apagado el fuego del hogar, sucia la vajilla o no se les hace ofrendas.


-El kobold: Otro ser que tiene clara equivalencia con el duende es el kobold (en alemán), kobelos (en griego) o el goblin (en inglés). Todos ellos son el mismo vocablo que procede del alemán kuba-walda (dueño de la casa), siendo la palabra raíz chubisi, vocablo antiguo del alto alemán que significa casa, edificio o choza. Chubisi es semejante al inglés cove o el español "cueva"; raíz keud-2 (hinchar, agujero), del latín cavus (vacío). Nótese que la ráiz etimológica, al igual que la del follet, hace referencia a "hinchar".


El historiador de las religiones Otto Scrader sugirió que la creencia en el kobold deriva de la tradición pagana en deidades domésticas que residían en el fuego de la chimenea. Alternativamente, Nancy Arrowsmith y George Moorse comentaron que la gente creía que los más primitivos kobolds eran espíritus de árboles.


Se acostumbra a tener al kobold alemán por equivalente del lutin románico. Es seguro que estos dos individuos presentan muchos puntos en común, y tanto el uno como el otro sobrevivieron hasta una época reciente en las tradiciones populares; tanto el uno como el otro, en un momento dado de su existencia, fueron genios domésticos. Como el kobold ha sido estudiado muchas veces, simplemente recordaremos algunos puntos interesantes para nuestro tema. La mas antigua aparición del vocablo se encuentra en las glosas del otro lado del Canal de la Mancha, en forma de cofgodas, término que traduce a penates. En si significa “dios de la casa, de la habitación”, pero el plural revela que se trata de una entidad indiferenciada. Los romanos adoraban en sus casas a los dioses penates (de penus "despensa"), espíritus que se encargaban de la abundancia alimentaria de la familia. Se les representaba en forma de pequeñas estatuas a las que se les ofrecía alimentos.



En Alemania, el vocablo aparece hacia el siglo XII con la forma kobold, formado a a partir de kobe, “cuarto”, y el verbo walten, “reinar, dirigir”. Pues bien, en esa época no designa a un ser viviente de la familia de los genios, sino a una figura esculpida en madera o hecha de cera, o sea, una especie de ídolo, a la que en determinados momentos del año se hacían ofrendas de alimentos. Así pues, el kobold remite a la tercera función. Es posible, pero difícil de probar, que los títulos del Indiculus superstitionum (siglo VIII) concernientes a “simulacros hechos de pan” y otros “hechos de harina”, se refieran al ancestro del kobold. No resultaría demasiado asombroso, porque, en la Baja Edad Media, la literatura clerical –penitenciales y catecismos dedicados a los rustici- alude a semejantes ritos propiciatorios.

En opinión del poeta alemán del s.XIII Conrado de Würzburg, los campesinos solían fabricar kobolds con madera y cera (e incluso con raíz de mandrágora), para colocarlos luego en las partes altas de la habitación como diversión. La gente creía que el el kobold vivía en el material con que se fabricaba la figura. Normalmente medían entre 30-60 cm., tenían ropas coloridas y largas bocas. La expresión del s.XVII "reir como un kobold" podría referirse a estas bocas enormes de las figuras. Estas efigies se guardaban en cristal o en recipientes de madera. El mitólogo Jacob Grimm ha señalado que su origen se halla en época romana y que las autoridades eclesiales lo toleraban incluso mucho depués de haber sido cristianizada la población.



Se sabe que el kobold fue totalmente asimilado a los enanos y que incluso dio su nombre al cobalto porque los enanos tienen fama de gobernar el mundo subterráneo. Desde el siglo XVI, al otro lado del Rin, un nuevo nombre de los enanos es “mineros”, en plural Bergleute. La historia del kobold, aquí muy esquematizada, es instructiva: permite comprender como de la realidad –a saber, un culto doméstico que buscaba atraer a la casa la prosperidad- se pasó a temas fabulosos de cuentos populares. Tal fue la suerte de la mayoría de las criaturas del paganismo popular. Abandonaron el ámbito de lo real para entrar en el de las ficciones, pero, mas allá de toda transformación, toda fabulación y toda literarización, prueban la existencia de una cultura precristiana o extracristiana que se mantuvo largo tiempo en medio rural y cuyas huellas afloran un poco por todas partes.



¿Entraron estos individuos en la literatura de diversión porque se empezaba a verlas con distanciamiento y a no creer ya en ellas? Es posible. Pero hay otra explicación igualmente plausible: los poetas pudieron tomar de la realidad algunos temas porque veían el partido que podían sacar de ellos. ¿Y acaso ponerlos en escena en aventuras fabulosas y maravillosas no podía ser un medio de extirpar las creencias correspondientes a estas criaturas, sugiriendo al público que no eran mas que invención? Esta explicación tiene nuestro apoyo, pues descansa sobre una constatación simple: en Alemania, el kobold no se encuentra prácticamente más que en el fabliau, no en la alta literatura.



En el centro de todas las creencias correspondientes a la tercera función, está omnipresente el morir, y todo el resto se articula en torno a esta noción fundamental. ¿No es sugestivo ver que en Noruega se decía que toda granja tenía su genio tutelar, llamado gardsvor, literalmente “el guardián del dominio”? Esta creencia adquiere todo su sentido si la relacionamos con lo que se cuenta en aquel mismo país: un campesino ofende a un genio del lugar (genius loci), y el narrador observa: “No debiera haber hecho eso, pues ese genio es el espíritu del hombre que por primera vez roturó el lugar en el que se alza la casa”.


-El trasgo: No podía faltar el trasgo español. Como vimos y ahora comprobaremos, es el más equiparado al duende por los autores renacentistas.


Según Torquemada (s.XVI):



Los trasgos no son otra cosa que unos demonios más familiares y domésticos que los otros, y así parece que algunos no salen de algunas casas, como si las tuviesen por sus propias moradas, y se dan a sentir en ellas, con algunos estruenos y regocijos, y con muchas burlas, sin hacer daño ninguno: que aunque yo no daré testimonio de haberlo visto, he oído decir a muchas personas de crédito que los oyen tañer con guitarras, y con cascabeles, y que muchas veces responden a los que llaman, y hablan con algunas señales y risas, y golpes.



Para Covarrubias (1611):



El espíritu malo que toma alguna figura humana o la de algún bruto, como es el cabrón, y así pienso de haberse dicho de tragos hircus, o se dijo trasgo a transuertendo, porque dicen que suele revolver las cosas y los cachivaches (trastos) de casa, particularmente los vassares y espeteras. Vide verbo duende. Trastear es andar revolviendo trastos viejos.



Según el DRAE de 1739:



Demonio casero que de ordinario inquieta las casas, particularmente de noche, derribando las mesas y demás trastos, tirando piedras sin ofender con ellas, jugando a los bolos y con otros estruendos aparentes que desvelan a los habitadores. Viene del griego “tragos” que significa “cabrón”, por ser esta forma en la que se les ha visto algunas veces. Comúnmente se llama duende. Latín larva y lemur. Por semejanza se llama al muchacho vivo y enredador. Trasguear es fingir o imitar el ruido, juguetes y zumbas de los duendes o trasgos de cuya voz se forma, tiene poco uso. Trasguero es el que imita o finge las burlas, juguetes o acciones de los trasgos o duendes, es voz inventada y voluntaria.



Para Lisón Tolosana el trasgo tiene los siguientes rasgos en Galicia:



-Maligno y temido.

-Comete excesos principalmente aunque también se asocia a sexo, capricho, burla, travesura, impotencia. Nunca causa pesadillas.

-Como rasgo positivo se le considera alegre y dinámico.

-Se manifiesta principalmente en forma de luces, ruídos o voces. Es nocturno, suele aparecer en forma de crines de caballo, de niño o animales.

-Suele ser visto principalmente en árboles, aunque tambien con menor frecuencia en molinos, ríos, caminos y cocinas.



Un trasgo es en Galicia según algunos lugareños “un gato que crece y crece”, “una sombra negra enorme”, “un cordero enorme”, “vaca enorme”, “hombre alto, alto”, “mujeres enormes”. Según Jesús Rodríguez López (1910), cuando en Galicia se halla pescando un pescador y se posa un pajarito en la cruz de la red llamada vergel, dicen que es el trasgo y augura mucha fortuna en la pesca de aquella noche. Los trasgos no soportan que esté apagado el fuego del hogar. Una de sus bromas favoritas es convertirse en pelotas luminosas y persiguir a los peatones que se encuentran por los caminos al anochecer. 



El origen de la palabra trasgo es dudoso, para Corominas podría tener origen en el antiguo verbo trasgeer (hacer travesuras), aparece en el s.XV. A pesar de que cuadra con las actividades de los trasgos no termina de convencerme. Tras estudiar a fondo al trasgo y su íntima relación con el duende, me decanto por abreviación de la palabra "trashoguero". ¿Qué significa este término tan antiguo? Es una losa o plancha que está detrás del hogar o en la pared de la chimenea, para su resguardo. También es leño grueso o tronco seco que en algunas partes se pone arrimado a la pared en el hogar, para conservar la lumbre. Es formado de la preposición tras y el nombre hogar.



Todos estos datos fragmentarios acercan bastante el trasgo a los duendes y al follet. Es de remarcar su íntima asociación con el fuego, las travesuras infantiles, el hogar y la madera. Me temo que es mismo perro con distinto collar.


 Separando el trigo de la paja: Muchos siglos han transcurrido desde que la palabra "duende" se puso en boga, a esto hay que añadir que la Iglesia cristianizó a los duendes dándoles un papel ridículo y grotesco que nada tenía que ver con los lares romanos ni con sus fines religiosos originales. Hoy día mucha gente cree saber sobre duendes, e incluso publica libros sin tener la más pajolera idea: se habla de duendes de las cuevas, duendes de las montañas, seres elementales ecologistas y otros disparates o vanidades que no vienen al cuento.



En muchas culturas paganas antiguas existieron espíritus del hogar que convivían con la familia, seres espirituales que según cuentan las leyendas colaboraban en las tareas domésticas y a los que se les rendía culto en lugares específicos de las casas (lararios), algunos de estos pueblos enterraban a sus muertos en la misma casa. Es en este campo donde el lector debe buscar información y conexiones con los duendes. En España muchos seres son tildados de duendes sin serlo.



Cuando el paganismo desapareció por completo de la mente de la población, los lares se convirtieron en duendes o fantasmas que ya no recibían culto.Vale la pena apuntar que "casa enduendada" era sinónimo de "casa encantada" en el Renacimiento. Todos hemos oído hablar alguna vez de los fenómenos "polstergeist" (espíritu ruidoso) que se dan en algunas de estas casas. Es curioso observar que los hechos paranormales se repiten en el mismo lugar con el transcurso del tiempo: movimiento de objetos (telequinesia), apariciones, ruídos, voces extrañas, desapariciones misteriosas, etc. La fenomenología se acrecienta e incluso es hostil cuando los intrusos cambian el mobiliario o hacen obras en la casa. No parece gustarle a los duendes que les trastoquen su hogar. 


Actualmente, estos sucesos se asocian habitualmente a espíritus de difuntos que habitaron el lugar en cuestión y que se niegan a abandonar "su" hogar. No es extraño su asociación con los fantasmas, pues en sí mismo el término "duende" se refiere al ser inmaterial que habita una casa la cual tiene por propia, ya sea bueno, malo, niño, anciano, hombre o mujer.  También suele achacarse el encuentro o la acción de estas entidades a extraterrestres o peligrosos demonios, sin embargo un campesino de la Antiguedad o la Edad Media no dudaría en pensar que se trata de alguna "bromita" de un duende o similar.  



Por lo que comentan las leyendas muchos duendes son bromistas y juguetones como niños. Y hablando de niños... En Japón el Zashiki-warashi era el fantasma de un niño, a menudo más travieso que peligroso. Se creía que podía habitar en casas viejas trayendo suerte a sus habitantes, especialmente si éstos eran conscientes y amables con su presencia. En caso contrario traía mala suerte. En todas partes cuecen habas. En definitiva los dioses penates, los lares y los cofgodas (dioses de la cueva) eran difuntos que recibían culto entre los paganos de la antiguedad y la Edad Media. Fue a partir del s.XIII cuando la mayoría de la población, ya cristianizada, dejó de creer en ellos y pasaron a convertirse en duendes, kobolds y almas en pena. Las palabras cambiaron a la misma vez que las creencias.