domingo, 25 de marzo de 2012

Moros y gentiles


Los seres legendarios peninsulares llamados "moros" y "gentiles" están más conectados a los muertos primitivos de que lo puede parecer. Existen algunas palabras referidas a los difuntos que nos llegaron al español desde tierras muy lejanas al este. Son bastante antiguas -seguramente prerromanas-, vocablos que solo adquieren sentido si se estudian en un contexto geográfico y temporal muy concreto. Como ocurre siempre, el tiempo no pasa en balde: nuevas civilizaciones conquistan la Península Ibérica, lenguas, culturas y creencias barren y tergiversan lenta pero inexorablemente lo que un día fue importante. Hoy solo queda un puñado de términos y leyendas que a nuestros ojos carecen aparentemente de sentido.  



Es difícil saber de modo exacto quienes fueron los responsables de esta rica cultura mortuoria que ya era vieja para nuestros antepasados de la Edad Antigua y medieval. Sin embargo, al dedicarme a estudiarla en profundidad he llegado a la conclusión de que algo tuvieron que ver en ello los antiguos íberos. Curiosamente, los griegos llamaban iberos a un pueblo de la actual Georgia, conocido como Iberia caucásica, con los que aparentemente, no tienen ningún parentesco. Al principio, los griegos utilizaron la palabra íbero para designar el litoral mediterráneo occidental, y posteriormente, para designar a todos las tribus de la Península. También llamaban Iberia al conjunto de pueblos de la Península.





Una hipótesis sugiere que llegaron a la Península Ibérica en el periodo Neolítico, y su llegada se data desde el quinto milenio antes de Cristo al tercer milenio antes de Cristo. La mayoría de los estudiosos que adoptan esta teoría se apoyan en evidencias arqueológicas, antropológicas y genéticas estimando que los iberos procedían de las regiones mediterráneas situadas más al este. Sin llegar a la identificación plena entre lenguas, muchos estudiosos de la lengua ibera reconocen ciertas afinidades entre la lengua ibera y la lengua vasca, o más correctamente, con su variante más antigua: la lengua aquitana, hasta el punto que para algunos, estas afinidades ya serían suficientes para afirmar que pertenecen a la misma familia. Aunque estas afinidades son generalmente interpretadas como una influencia de tipo sprachbund más que como una muestra de parentesco filogenético real.


La lengua ibera, en sus diferentes variantes, se hablaba en la amplia franja costera que se extiende desde el sur del Languedoc-Rosellón hasta Alicante, y penetraba hacia el interior por el valle del Ebro, el valle del Júcar, el valle del Segura y el alto valle del Guadalquivir hasta el río Guadiana como límite noroeste. Las inscripciones en lengua íbera aparecen sobre materiales muy variados: monedas de plata y bronce, láminas de plomo, cerámicas áticas, cerámicas de barniz negro A y B, cerámicas pintadas, dolías, ánforas, fusayolas, estelas, placas de piedra, mosaicos, etc. Es, con diferencia, la lengua paleohispánica con más documentos escritos encontrados, unos dos millares de inscripciones, que representan el 95% del total.






Suelen muchos investigadores ignorar o quitarle importancia a que los antiguos griegos relacionaban a los íberos con los escitas, quizá porque los propios íberos se consideraran escitas o bien por su similitud con dicha cultura. 


En efecto, afirmo, a partir de la opinión de los antiguos griegos, que así como los pueblos que habitan hacia el septentrión eran conocidos con el nombre de escitas o nómadas, según los califica Homero, de igual modo que los pueblos que se conocieron en Occidente fueron llamados después celtas, íberos o con nombre mixto, celtíberos y celtoescitas, citando por desconocimiento pueblos distintos bajo una misma designación.


ESTRABÓN (Geografía III)


Es el típico caso de saber más de lo que ocurrió hace milenios que los propios habitantes de la época: pura vanidad. Veo falta visión de conjunto para enfocar con seriedad el tema, hay demasiados estudiosos altamente especializados en una materia (arqueólogos, historiadores, filólogos, etc.) que dan una visión parcial de los hechos al carecer de un mínimo de conocimientos en otros campos. El ámbito de las armas es un claro ejemplo del que puedo dar fe, los etimólogos no saben nada de armas antiguas y por ello pifian a menudo en sus conclusiones, al igual que los historiadores sin conocimientos filológicos.  



Las palabras (las cuales quedan grabadas como huellas) y leyendas de claro origen caucásico me llevaron a estudiar la religión escita. Pese a quien pese, las palabras dejan pistas valiosísimas que ayudan a investigar en la dirección correcta. Me llevé gratas e impresionantes sorpresas en mis pesquisas que deseo compartir con el lector, mi intención no es buscar una verdad absoluta al respecto, tan solo mostrar unos paralelismos que no deben ser casuales. Los pueblos escitas (o como quiera que se llamaran en la Prehistoria) eran nómadas acostumbrados a largos recorridos, llegaron a la Península por oleadas y aunque compartían una cultura común, había diferencias entre las distintas tribus. Quizá arribaran desde el norte de África u otros lugares del Mediterráneo por medio de barcos.



Los antiguos escitas tenían la costumbre de enterrar a sus muertos en necrópolis subterráneas situadas lejos de sus poblados, habitualmente en zonas rocosas o montañosas. Era común que los nobles al fallecer se llevaran al otro mundo a sus animales y sirvientes para que continuaran llevando el mismo tren de vida. Tenían una fuerte convicción sobre la vida de ultratumba, los muertos seguían viviendo en un mundo paralelo al terrestre. Esta bárbara costumbre generó multitud de leyendas en el Cáucaso durante los siglos venideros acerca de los túmulos y sus moradores. En todas las culturas de la antiguedad las personas ejecutadas prematuramente estaban destinadas a vagar por la tierra cargando el sambenito de su desgracia, los romanos los llamaron "lémures", eran espíritus nocturnos que podían ser potencialmente peligrosos para los vivos.



Los contemporáneos de los escitas los consideraban muy salvajes y sanguinarios porque tomaban la sangre de su primera víctima en una batalla y vestían con cueros cabelludos humanos así como usaban cráneos humanos (en ocasiones de sus propios amigos y familiares que habían matado en alguna querella o duelo) como vasijas. A nivel arqueológico se han descubierto numerosos objetos artesanales de oro de gran elaboración con motivos equinos, pues eran excelentes jinetes, expertos en hacer lazos e inventores-usuarios del arco de nervio, o retratando su vida cotidiana. Las tumbas de los reyes eran grandes túmulos (kurganes) donde eran enterrados junto al monarca sus más cercanos sirvientes (tras estrangularlos), concubinas y hasta caballos. Hornos metalúrgicos se han hallado cerca de los kurganes, así como minerales de hierro, los escitas era unos excepcionales maestros de la metalurgia. Como ocurre con todas las culturas con clara inclinación a la muerte, la brujería debió ser importante en su religión. Será de gran ayuda que su lengua pertenezca a la familia indoeuropea.



En la zona siberiana de las montañas Altai, existen multitud de kurganes hechos antaño por los pueblos escitas. Construían los kurganes en los lugares donde pasaban el invierno. Eran auténticas pirámides de piedra en las que se momificaban a los muertos. Hoy día se han detectado anomalías magnéticas en estos pedregales. Existen grandes dibujos sobre las piedras con escenas de caza, en las que se incluyen humanoides con cabeza de hongo, según cuentan las gentes del lugar se trata de la amanita muscaria, seta empleada por los chamanes para entrar en trance. En España y el norte de África existen dibujos similares de estos humanoides con cabeza de hongo. Entre los habitantes de la república de Altai el chamanismo está bastante extendido, aquellos que quieren acercarse a los kurganes suelen hacer ofrendas al Señor de la montaña, en forma de piedras o colgando trozos de tela en ramas de árboles sagrados o arbustos. Esto evita accidentes o percances inesperados a los fieles que se acercan a los altares. Los griegos ubicaron a las Gorgonas en este lugar, quizá estén relacionadas con las brujas escitas.



Las leyendas cuentan que los muertos (llamados anti-hombres) a veces bajan a los valles y se aparecen a los campesinos, y con tretas, intentan llevárselos a vivir con ellos a sus ciudades subterráneas. Estos aparecidos forman una comunidad con una cultura e idiosincrasia común tan previsible como extraña a los ojos de los habitantes actuales del lugar. Las leyendas (y los testigos del fenómeno) hablan sobre visiones de fantasmas vestidos con trajes antiguos, mujeres montadas a caballo que desaparecen misteriosamente, etc. En otras ocasiones, los testigos sienten como si el tiempo se parara en los lugares cercanos a los kurganes.



Dicho esto vamos a concentrarnos ahora en las leyendas existentes en España sobre los túmulos, mehires y otras construcciones pétreas milenarias tan ricas en leyendas. Con estrecha relación a ellos se encuentran dos pueblos míticos: los mouros o mairuk y los gentiles. Gentil tiene como raíz gen- (dar a luz, parir), del latín gens (raza, clan), de donde deriva el adjetivo gentilis (perteneciente a la misma familia). Entre los judíos, se dice de la persona o comunidad que profesa otra religión. En Perú se dice de los habitantes anteriores a los incas. También es sinónimo de pagano.



Los jentilak, gentiles o paganos, son unos gigantes de la mitología vasca dotados de fuerza sobrehumana. Se dice que lanzaban grandes peñascos hasta lugares lejanos (quizá inventaran el juego de pelota vasca) y son los contructores de multitud de cromlechs y dólmenes. Se les achaca el haber inventado la metalurgia y la agricultura, ellos enseñaron estos conocimientos a los humanos. Leyendas tardías cristianizadas cuentan que algunos santos lograron robarles conocimientos valiéndose de todo tipo de tretas. Los gentiles parecen representar al propio pueblo vasco pre-cristiano, montañés por excelencia. Solían habitar en montañas y se negaban a abandonarlas para vivir en los valles. Los gentiles dejaron multitud de topónimos en cimas, dólmenes, montañas, cuevas (algunas usadas como ermitas) y peñascos.



Una leyenda narra el final de los gentiles, acontecido cuando éstos divisaron una extraña luz en el cielo. No sabían qué podría significar y fueron a buscar al más anciano y sabio entre ellos. Cuando los cansados ojos de éste consiguieron divisar el fenómeno dijo: "Esa luz anuncia la llegada de Kixmi (Cristo), es el fin de nuestra raza." Y dicho esto, todos los gentiles corrieron a una sima para esconderse bajo tierra. Los gentiles también existen en la mitología catalana, concretamente en una leyenda del pueblo de Vallgorguina, cerca del que se encuentra un enorme dolmen, denominado la pedra gentil, donde según la tradición de la zona se solían reunir las brujas de los contornos para preparar sus maldades. Según cuenta la leyenda los vecinos del pueblo a menudo veían cerca del dolmen ropas puestas a secar al sol por los gentiles, pero si alguien se acercaba a verlas, desaparecían de inmediato.



Otro pueblo tomado como sinónimo de los gentiles son los moros, mouros en Galicia y mairuk en País Vasco. La palabra tiene como raíz el indoeuropeo mer-, que incluye cuatro acepciones:



1-Parpadear, oscilar, vacilar.

2-Dañar, borrar.

3-Morir.

4-Atar, ligar



Moro es una palabra homónima con dos raíces y significados, una es el céltico mrvos y la otra viene del latín maurus. La palabra moura (moira, maura) (medieval mora), femenino de mouro, parece originaria del céltico mrvos y el indoeuropeo mr-tuos que originó en latín la palabra "muerto" (mortuus) y en portugués y gallego "morto". El céltico mvros (en galo marvos) designaba a los muertos o a un ser espiritual que se peinaba con un peine dorado. De esta misma raíz céltica, el nombre moor es también utilizado para designar a los niños no bautizados, significando pagano o no cristiano. Así que la misma palabra tenía significados distintos según el uso que se le daba.



Cuando se hablaba de pueblo mítico (como los gentiles), se empleaba la acepción "no-cristiano", de hecho los moros fueron denominados de muchas formas en distintas partes de Galicia: Árabes, xentiles, franceses, carlistas, soldados, fenicios, romanos, vikingos, celtas, sarracenos, cartaxineses, negros, forasteros, primitivos, indios y encantos entre otros. Como vemos destaca la idea de pueblo foráneo, antiguo y pagano con unas características que le son propias, al igual que los gentiles.



Sin embargo cuando prima lo individual (mora/moro), la acepción es "atar, ligar", o sea, lo que en el campo mágico significa "encantar". En la Península las moras suelen llamarse con frecuencia "encantadas", pues están ligadas a un lugar concreto que no pueden abandonar sin que se cumplan unas condiciones muy determinadas que propone la mora al humano: darle un beso mientras se convierte en serpiente, guardar una promesa, etc., si sale bien el afortunado logra casarse con ella y disfrutar del tesoro o del oro (de aquí viene "el oro que cagó el moro"), de lo contrario el fin suele ser dramático. 


Esto nos mete de lleno en el origen peninsular de los cuentos de princesas encantadas. Las moras suelen estar custodiadas por un moro (encanto) que la vigila a ella y a su tesoro enterrado. Las moras habitan normalmente castros, castillos, mámoas (túmulos) y otras construcciones megalíticas, pero también en fuentes y orillas de rios.  Como curiosidad contar que entre los piratas era habitual tras enterrar un tesoro asesinar a alguien y dejar allí su cuerpo para que su espíritu lo custodiase. Según se dice, estos espíritus tomaban forma de pelota de fuego. 



En Galicia, el "encanto" puede ser un hombre o mujer esclavizado por el demonio (o un mouro) que vive bajo tierra en cuevas, fuentes y rios. Suelen ser maléficos para con los humanos, ya que aquellos excesivamente curiosos o los que pierden un objeto recibido pagan con su vida el error. Nada tienen que ver los musulmanes (moros) en el asunto, a menudo las palabras engañan cuando se parecen unas a otras. Por otro lado la diosa vasca Mari (maya, mah, mairi, maiti, maida) significa en algunas partes de Euskadi "señora", y va acompañado luego del nombre de la montaña o caverna donde suele aparecer. Pertenece a la misma familia etimológica, estamos en realidad hablando de "muertos" o fantasmas, personas de carne y hueso que vivieron hace mucho tiempo en una sociedad pagana con importantes creencias mágicas. El hecho de que muchas moras/moros se conviertan en serpientes no los alejan de los difuntos: hay multitud de leyendas de ánimas (almas en pena) en las que el fantasma se convierte en diferentes animales sin perder su condición humana. El genio o ánima (hamr en el mundo normánico) del individuo tenía la capacidad de cambiar su forma humana a otra animal, siendo los brujos los que sabían dominarla adecuadamente.


Y hablando de brujas, las lamias están también íntimamente ligadas a estos lugares y a los moros en las leyendas. En muchos países europeos lamia era sinónimo de bruja, pero también designaba el espíritu de una bruja (viva o muerta) con gran habilidad para cambiar de forma, nuestros mitos están llenos de lamias con patas de cabra, oca y otros animales. Como sucedía con las brujas, las había buenas y malas. Es palabra que viene desde Grecia, posiblemente de origen iraní o escita.



En otros países nórdicos tenemos parecidas o similares leyendas relacionadas con las moras, me viene ahora a la cabeza la de la diosa irlandesa de la guerra Morrigan (literalmente "reina mora"), es un todo un mundo por investigar. No parece extraño que en Irlanda haya leyendas muy parecidas a las españolas, pues hay historias allí de la llegada de íberos hispanos (principalmente desde Galicia y País Vasco) a tierras irlandesas. Parece que los íberos eran viajeros incansables. La gaita irlándesa y su música tiene gran parecido con la música folclórica gallega, así como las runas, lenguas (gaélico y gallego) e inscripciones halladas en ambos lugares. También cuentan las mismas leyendas irlandeses que los íberos llegaron a España desde el este pasando previamente por Egipto y el norte de África. Para el que esté interesado en el asunto sugiero se informe sobre el Leabar Ghabald (libro de las invasiones), uno de los manuscritos irlandeses más antiguos que existen. Os aseguro que los pelos se os pondrán como escarpias. También es muy recomendable el libro "La huella celta en España e Irlanda" (Ed. Akal) de Ramón Sainero.



Pueden comprobarse algunas similitudes entre los muertos escitas y las leyendas existentes sobre moros en España:



-Fijación a un lugar

-Los escitas y los gentiles era excelentes metalúrgicos.

-Los escitas conocían la raíz mer- en el sentido de "muerto" (sánscrito marati; persa antiguo mariyata; avéstico miryeite, etc.).

-Enterramiento de un noble (moro) con sus concubinas (moras), sirvientes (encantos) y tesoros de gran belleza metalúrgica (oro).

-Montañas rocosas y túmulos.

-Un señor de la montaña. Compárese con Mari.

-Pueblos paganos con tradición chamánica (encantadores).

-Desaparición o muerte de humanos.

-Aparición de ropas colgadas cerca de los dólmenes en Cataluña, compárese con la costumbre pagana en Altai de colgar ropas antes de acceder a estos montes sagrados.

 -Las construcciones megalíticas y estos montes suelen ser en España lugares a menudo visitados por brujas o lamias y sus seguidores hasta al menos la Edad Media, cuando aún el paganismo convivía con el cristianismo en las zonas rurales. Similares visitas se dan entre los indígenas de la república de Altai.

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