miércoles, 15 de mayo de 2013

Paganos

El sentido comúnmente aceptado sobre pagano es el de los idólatras y politeístas, especialmente de los antiguos griegos y romanos; si bien se dice también de todo infiel no bautizado. En general tiende a creerse que es algo del pasado. Propiamente hablando el paganismo no ha desparecido (ni mucho menos), para probar esta afirmación espero que me acompañen en esta investigación.






Pagano viene de "pago" nombre que se daba antiguamente a las aldeas. La raíz etimológica es pak- (fijar, atar, asegurar), a la cual pertenece el latín pagus "aldea" "término o linde originalmente marcado por estacas". A la misma raíz pertenecen "país", "paisano", "paisaje" o "payés". En España los pagos fueron distritos agrícolas típicos en época romana, visigoda en incluso medieval. Comenta San Isidoro (s.VII) sobre los pagos:



Los pagos son lugares apropiados para las viviendas de quienes habitan en los campos. Se les da también el nombre de "conciliabula" por el agrupamiento y concentración de muchas personas en un solo lugar.






Dicho esto vamos a ver la relación existente entre las creencias religiosas y las aldeas. Nadie mejor que Isidoro para explicarlo:



El nombre de paganos deriva de los pagos atenienses en donde tuvieron sus comienzos. En aquellos lugares agrestes y en aquellos pagos establecieron los gentiles bosques sagrados y erigieron ídolos. Por ser tal tu origen, recibieron este nombre los paganos. Se denomina gentiles a quienes no conocen la ley y aún no han recibido la fe. Y se los llama así porque continúan en el mismo estado en que nacieron, es decir, tal y como fueron concebidos en pecado, sirviendo a los ídolos y sin haber sido regenerados todavía. Por eso se les denominó en un principio como gentiles; en griego llevan el nombre de étnicos. Étnicos, traducido del griego al latín significa "gentiles", pues en griego "éthnos" quiere decir "gens". Una vez que han recibido la fe, ya no debe llamarse gentes o gentiles a los que proceden de los gentiles, del mismo modo que se le puede llamar judío a quien adopta nuestra fe.



En la lengua militar tiene la significación de civil, como urbanus, por oposición al militar, que era castrensis. En la lengua de la Iglesia, al continuar los pagos hostiles o rebeldes al cristianismo, paganus equivale a pagano; esa misma connotación adquiere las palabras gentilis y ethnicus, de las que habla Isidoro.





Desde siempre el medio rural, dado su entorno geográfico, ha estado aislado de las nuevas ideas que iban surgiendo en los núcleos urbanos y otros lugares con contacto frecuente con el exterior. De hecho, históricamente las ideas religiosas se fueron propagando principalmente por medio del comercio, ya sea marítimo o viario. En cierto modo el pagano es una reliquia del pasado más remoto, del mismo modo que un indio del Amazonas, un verdadero tesoro antropológico que el interesado en religiones no debe pasar por alto.






En el castellano existen unas cuantas palabras ligadas con el pagano de un modo u otro:



Villano: El villano es el habitante de una villa, tiene la misma relación que el pagano con el pago. El término se usa frecuentemente como insulto con el signficado de "ruin" o "rústico".



Idiota: Comparte relación etimológica con étnico: s(w)e- (pronombre de tercera persona reflexivo). Con alargamiento swedh- "lo que es de uno mismo", "peculiaridad", "costumbre". Idiota se usó originalmente en Grecia para denominar al ciudadano común y corriente o al perteneciente a una etnia, más tarde tomó el significado de ignorante. Equivale más o menos a lo que hoy conocemos como "provinciano": Aquel con estrechez de espíritu y apego excesivo a la mentalidad o costumbres particulares de una provincia o sociedad cualquiera, con exclusión de las demás.



Indígena: Palabra con la misma raíz etimológica que gentil: gen- (dar a luz, parir). Al igual que gentil, un indígena es alguien originario de un linaje, o más reciéntemente de un país.







En la práctica los árabes llamaban yahil a los paganos, si bien esta palabra proviene del verbo yahila (ignorar). Para ellos los paganos no habían recibido la revelación divina, diferente del infiel que conscientemente no la acepta. La postura del yahil es pues pasiva. La Biblia está plagada de relatos en los que los enviados del Creador tratan de corregir o aconsejar a los paganos sobre la vía moral recta. Uno de los más conocidos es la de Moisés y el becerro de oro creado por los idólatras.




Asimismo el Corán nombra un buen número de enviados (entre ellos Jesús y Mahoma) que fueron rechazados (y a veces perseguidos) por los ignorantes (yahil). Así en la sura 26 (Hud y los aditas) los aditas desmintieron a los enviados. Cuando su paisano Hud les dijo:



"¿Es que no vais a temer a Alá? Tenéis en mí a un enviado digno de confianza. ¡Temed, pues, a Alá y obedecedme! No os pido por ello ningún salario. Mi salario no incumbe sino al Señor del universo. ¿Construis en cada colina un monumento o ídolo para divertiros y hacéis construcciones esperando, quizá, ser inmortales? Cuando usais de violencia lo hacéis sin piedad. ¡Temed a quien os ha proveído de lo que sabéis: de rebaños e hijos varones, de jardines y fuentes! ¡Temo por vosotros el castigo de un día terrible!"





Dijeron: "¡Nos da lo mismo que nos amonestes o no! No hacemos sino lo que acostumbraban a hacer los antiguos. ¡No se nos castigará!" Le desmintieron y Alá les aniquiló. Ciertamente, hay en ello un signo, pero la mayoría no creen. En verdad, tu Señor es el Poderoso, el Misericordioso.



A grandes rasgos el pagano es un ignorante que habita en el medio rural: vulgarmente llamados paletos, catetos, palurdos, etc. Dada su ignorancia religiosa (y de cualquier género) los paganos han ido cambiando la forma de sus creencias y convicciones morales con el transcurso de los milenios por necedad, o más frecuentemente, por pura conveniencia. De ahí se extrae que sean siempre víctimas de los más espabilados y que paguen (nunca mejor dicho) siempre los platos rotos. Mortal de necesidad es la ignorancia.





Si bien el fondo es el de siempre. Son los mismos que adoraban ídolos en épocas pretéritas y más tarde se embelasaban ante las estatuas de los dioses y héroes, más recientemente se han cristianizado y adoran enfáticamente vírgenes y cristos de todo tipo. Preguntadles por qué razón persisten, dirán que sus padres hacían lo mismo... ¿Les suena de algo?





lunes, 1 de abril de 2013

Sobre los dioses II

En la entrada anterior aportamos información abundante sobre la palabra "dios", así como el uso y abuso posterior del vocablo con fines religiosos, políticos y finacieros. Hoy seguiremos profundizando un poco más en lo divino para esclarecer qué se oculta tras tantos mitos y leyendas. Es algo que no debe quedar en el aire. A modo de repaso indicaremos que "dios" viene de la raíz indoeuropea deiw- ("brillar", con otros derivados como "cielo" o "día"). Con grado cero y sufijo diw-yo- tenemos "Diana" (diosa lunar). Otra raíz etimológica asociada de algún modo a los dioses es leuk- (luz, esplendor). Términos afines son el sánscrito rócate "reluce", roká- "luz"; avéstico raocant- "esplendoroso"; arameo lois, galés llug; irlandés antiguo luchair; anglosajón leoth; alto alemán antiguo loh; islandés antiguo lon y el lituano laukas "pálido". Con sufijo leuk-na se incluye el latín luna. La raíz no deja ninguna duda de su relación con el dios pancéltico Lug y la luna (deificada bajo el nombre de Diana).





El origen de los dioses -por lo que sugiere la etmología- se halla en el cielo y más concretamente en los objetos brillantes que se ven en el firmamento. En definitiva nuestros antepasados más remotos observaban a los astros con asombro y curiosidad. Les dieron nombres y los sacralizaron por la imprescindible función que realizaban: el astro rey proporcionaba calor, luz diurna y vida; la luna representaba la noche y afectaba a las mareas; los relámpagos eran claramente signos divinos del poder de los dioses, etc. No es extraño que las mismas estrellas y los planetas recibieran nombres de dioses.




Creo sinceramente que la astrología fue la verdadera ciencia asociada a los dioses. Los marinos aprendieron a guiarse por el mar gracias a las estrellas; asimismo el cálculo de las estaciones, los días y los horóscopos también se aprendieron a base de interminables estudios del cielo que duraron milenios. Los sabios de la antiguedad pasaban largas noches observando el cielo en lugares elevados con objeto de desentrañar los misterios divinos, fueron ellos quienes enseñaron la astrología por primera vez. La propia Tierra era la diosa llamada Era, la cual brilla como todos los planetas gracias al sol. En cierto modo los planetas son seres vivientes que respiran y proporcionan vida en su seno a plantas y animales.






Con la llegada de la agricultura el hombre comenzó una vida sedentaria, ello facilitó la reproducción humana y el ocio como nunca se habían conocido. Sin embargo la sobrepoblación produjo guerras y epidemias por doquier, seguramente fue el precio a pagar por dejar la vida errante. Una nueva casta social (poetas y bardos) se ganó al pueblo creando los mitos de los dioses a base de mucha imaginación. El halago es una forma de vida así que con patrañas y exageraciones los poetas dieron historia, personalidad y sentimientos humanos a los astros. A vista del éxito obtenido, y lejos de quedar ahí sus invenciones o alabanzas, usaron la misma táctica sacralizando a aristócratas (propiamente "el mejor") y nobles (literalmente "conocido") del pasado. 




Los héroes alcanzaron rango semidivino; los dioses lares eran los fallecidos con méritos (los santos cristianos se basan en ellos). Personajes históricos como Jesucristo (al cual algunos emperadores romanos le rendían culto como dios lar) fueron también convertidos en hijos de Dios, nada raro pues no debe olvidarse que Israel estaba notáblemente influenciada por el paganismo heleno y romano. Por si fuera poco desde época augusta se puso en boga el culto al emperador como ser divino, costumbre que heredó el Medievo en la figura de los reyes. El indoeuropeo es de carácter claramente politeísta.





Del verbo "esplender" (propiamente "brillar, resplandecer") derivó "esplendor" y "espléndido". Se usó para referirse a las nobles acciones o a aquellos con majestuosidad divina. Ese carácter sacralizador de los difuntos (y a veces de los vivos) continua vigente en nuestros días como medida eficaz para mantener el status de una sociedad sedentaria. No es raro llevar a los altares a políticos, deportistas (el culto en Argentina a Maradona se da en algunas iglesias), artistas, etc., según sus méritos. Una buena prueba de la deificación de personas nos la ofrece San Isidoro (s.VII) en sus Etimologías:


Aquellos a quienes los paganos llamaron dioses se dice que en un principio fueron hombres, y que, después de su muerte, comenzaron a ser venerados entre los suyos de acuerdo con la vida y los méritos de cada uno. Tal es el caso de Isis en Egipto; de Júpiter, en Creta; de Juba, entre los moros; de Fauno, entre los latinos; de Quirino, entre los romanos. Otro tanto cabe decir de Minerva, en Atenas; de Juno, en Samos; de Venus en Pafos; de Vulcano, en Lemnos; de Líber, en Naxos; de Apolo, en Delos. Los poetas tomaron parte en sus alabanzas y, con los poemas que en su honor compusieron, los elevaron hasta el cielo.






Cuentan que el invento de determinadas artes dio origen al culto de algunos de ellos, como Esculapio, por la medicina; o Vulcano, por la forja. Otros reciben su nombre de sus actos, como Mercurio, que preside las mercaderías; o Líber, que deriva su nombre de “libertad”. Hubo también algunos que fueron hombres poderosos y fundadores de ciudades, en cuyo honor, cuando murieron, los hombres reconocidos erigieron estatuas para encontrar consuelo en la contemplación de su imagen; pero poco a poco y por incitación del demonio, este error fue arraigando de tal manera en sus descendientes, que, a los que honraron únicamente por el recuerdo de su nombre, sus sucesores terminaron por considerarlos dioses y les rindieron culto. El empleo de estatuas surgió cuando, por deseo de los difuntos, se hicieron imágenes y efigies suyas, como si se tratase de personas admitidas en el cielo, cuyo lugar suplantaron en la tierra los demonios para ser venerados, persuadiendo a los engañados y perdidos a que les rindieran sacrificios.




lunes, 25 de marzo de 2013

Desgraciados

Propiamente hablando "desgraciado" es el que carece por completo de gracia. La palabra tiene varias acepciones en el castellano moderno:



-Que padece desgracias o una desgracia.

-Desafortunado.

-Desagradable.

-Dicho de una persona: Que inspira compasión o menosprecio.

-Perverso, ruin, miserable.





Si el santo es el modelo de individuo con gracia (don, carisma, suerte), el desgraciado es su opuesto natural, es decir, se trata de una persona sin gracia (desagradable), sin suerte (desafortunada) y sin bondad (perversa). Mientras el santo es dadivoso en cuerpo y alma, el desgraciado es enervante. ¿Qué es enervante? Veamos: Raíz (s)nedu- (tendón, nervio). Procedente del latín nervus. Significa "Debilitar, quitar las fuerzas". Enervante o enervador es adjetivo que se aplica a todo aquello capaz de restar las fuerzas o el coraje a alguien.   




Por medio del contactus el taumaturgo o santo transfería fuerza benéfica, mientras que el mago maléfico transmitía fuerza maléfica por el contagius. El contagio puede ser inquinans, si el alma es maligna y mancillante; enervans, si produce la pérdida de la propia fuerza y su traspaso a quien ha entrado con él en contacto. Dicho de otro modo, el desgraciado absorve consciente o inconscientemente la energía de la víctima en beneficio propio, eso sí dejando a la otra persona enervada o enferma. En contraposición al santo, algunas brujas perversas traían mala suerte, maldecían, echaban el mal de ojo etc. La palabra strige definía a la bruja que secuestraba niños para chuparles la sangre, no es casualidad que el mismo término se emplease en el este de Europa para los vampiros y los brujos. Por otro lado nosferatu (literalmente "transmisor de enfermedades") es en griego vampiro.





En conclusión podemos afirmar que el desgraciado es alma mala y vampírica, un arquetipo histórico. Es más cotidiano de lo que pudiera parecer: todos hemos conocido gente que da "mal rollo" y te dejan molido con la moral por los suelos, coloquialmente se llaman "palizas" (te quita la soledad pero no da compañía). El desgraciado carece de amigos verdaderos, los que se relacionan con él son normalmente familiares, lerdos y conocidos del trabajo, más por intereses o circunstancias que por afecto. Los desgraciados suelen evitarse entre sí ya que polos del mismo signo se repelen. Sin embargo adoran ser el centro de atención entre la muchedumbre, cosa que les permite recargar las pilas.




Su actitud vampírica le inclina al robo de modo inevitable pues su alma se nutre del expolio. El desgraciado no es una víctima de la sociedad o un perturbado: Es así porque es así. Cuídese el lector por su bien de tratarlos a menudo a menos que sea inevitable. Recuerde que lo malo nunca trae nada bueno...




jueves, 14 de marzo de 2013

Lugares de culto

Es de acuerdo general que laicos, monjes y sacerdotes se han decantado desde siempre por lugares especiales para rendir culto, orar o incluso habitar. Con frecuencia a medida que pasaban los milenios, diferentes culturas religiosas decidieron seguir sus ritos en los mismos lugares ancestrales de siempre. Así por ejemplo es conocido que sobre muchos fanos romanos se construyeron iglesias cristianas, para ser posteriormente sustituídas por mezquitas musulmanas, que una vez reconquistadas volvían a cristianizarse. La razón de ello de se debe a que cuando una población está habituada a acudir a determinado lugar no es fácil cambiarlo por otro y que sea fiel a las creencias del conquistador, cosas del sincretismo religioso.






Existe, sin embargo, otro motivo más importante para evitar cambiar un lugar de culto como aquel que traslada una tienda de un lugar a otro: Eran lugares de poder. No es casualidad que las mediciones energéticas realizadas reciéntemente en estos lugares dan unos niveles altísimos, es el caso de las pirámides de Egipto, Stoneage, la catedral de París, y un largo etcétera. Muchos investigadores han comprobado que en estos lugares es mucho más fácil entrar en trance, sanar, rezar o relajarse. Por otro lado la costumbre de consagrar un lugar específico (y objetos) por parte del sacerdote es un acto común en todas las culturas del mundo desde hace milenios. En castellano tenemos unas cuantas palabras para designar los lugares de culto, así que vamos a ello.






Abadía: Del latín abbas, abbattis, y éste del arameo abba "padre", pasando por el griego; "abate" es variante de empleo afrancesado o italianizante. Así que lógicamente "abadía" es donde vive el abad. "Abad" se empleó principalmente para denominar a los superiores de algunas órdenes de monjes cristianos como fueron por ejemplo en España la de San Basilio, San Benito y San Bernardo.







Basílica: Del latín basilica "especie de lonja" (edificio que el cristianismo al triunfar aprovechó para construir las antiguas iglesias), y éste del griego basilikós "perteneciente al rey, al estado", derivado de basiléus "rey". Era un edificio público que servía a los romanos de tribunal y de lugar de reunión y de contratación. Posteriormente iglesia notable por su antigüedad, extensión o magnificencia, o que goza de ciertos privilegios, por imitación de las basílicas romanas.







Capilla: Del latín tardío capella "oratorio, capilla", empleada desde principios del s.VII, propiamente "capa pequeña", por alusión al pedazo de su capa que San Martín dio a un pobre y al oratorio que se erigió donde guardaban esta reliquia. En el cristianismo la capilla se situa contigua o separada al cuerpo de la iglesia, con advocación particular a un santo. Capilleja es diminutivo de capilla, mientras que el capellán es el sacerdote que asiste a una capilla u oratorio para dar misa. Dado su reducido tamaño las capillas se construían en muchos lugares: campamentos militares, castillos, casas de nobles, cuevas, etc.






Catedral y sanedrín: Raíz sed- (sentarse). Con sufijo sed-ra tenemos un vocablo griego que hace alusión a "asiento, silla; cara de una figura geométrica". En el cristianismo "catedral" es la iglesia donde reside un obismo o arzobismo (literalmente "trono del obispo o arzobispo"). Del mismo sufijo tenemos "sanedrín" que es el consejo supremo de los judíos o sitio donde se reunía este consejo. En otras palabras, la catedral judaica. No es extraño que los primeros cristianos, que dicho sea de paso eran judíos, tomaran el vocablo griego inspirándose en el sanedrín.






Cenobio: Raíz kom; gwei- (vida común). Se llamaban monjes cenobitas a aquellos que vivían juntos en un cenobio o edificio religioso. San Isidoro ya los nombraba en el s.VII.






Colegiata: Raíz leg- (recoger, recolectar y derivados que significan "hablar"). Del latín lego "legar, enviar". También conocida como iglesia colegial que es la que, no siendo sede propia del arzobispo u obispo, se compone de abad y canónigos seculares, y en ella se celebran los oficios divinos como en las catedrales.





Convento: Raíz gwa- (ir a, llegar). Es el lugar donde los religiosos viven en común conforme a las reglas de su instituto.






Ermita: Raíz erd- (separar). Con sufijo ere-mo (apartado) tenemos el castellano eremita, ermita y yermo. En el cristianismo es edificio pequeño a modo de capilla u oratorio con su altar, en el cual suele haber un apartado o cuarto para recogerse el que vive en ella y la cuida. Efectivamente San Isidoro acertaba cuando decía:



Los eremitas, también llamados anacoretas son los monjes que han huído lejos de la presencia de los hombres, buscando el yermo y las soledades desérticas. Yermo viene a ser como remoto. Anacoretas (literalmente "el que se retira del mundo") son quienes, después de la vida cenobítica, se dirigen a los desiertos y habitan solos en parajes despoblados: se les ha dado semejante nombre por haberse apartado lejos de los hombres. Los anacoretas imitan a Elías y a Juan, los cenobitas en cambio a los apóstoles.






Propiamente hablando "monje" (del griego monós "solo") es el que vive solo. Por lo tanto, si monje se interpreta como solitario, ¿qué hace en medio de la gente el que está solo? Son entonces el eremita y el anacoreta los verdaderos monjes.



Fano: Raíz dhes- (dios). Del latín fanum "lugar consagrado". Es esta la palabra que debe usarse para cualquier lugar consagrado a Dios u otros dioses. Por desgracia el vocablo se ha sustituído incorrectamente por "templo". Véase "templo" más adelante.






Iglesia: Raíz keld-2 (gritar). Con sufijo kal-e (llamar) tenemos iglesia "asamblea del pueblo" y feligrés "hijo de la iglesia". De aquí iglesia se toma también en el sentido de edificio o lugar en donde son convocados los fieles o el pueblo.






Mezquita: Origen incierto. Lugar donde los musulmanes hacen sus oraciones. Las mezquitas son propias del culto al único Creador, no a los dioses o a Dios. Por ello no existen imágenes o estatuas dedicas a Él. Debe diferenciarse claramente del fano y otros lugares de culto.






Monasterio: Del latín monachus, propiamente "único, solitario". Derivado griego es monasterion "lugar donde viven los monjes". Véase "ermita".






Oratorio: Del latín orare "rogar, solicitar", propiamente "hablar", "hacer un discurso". Básicamente es el lugar donde se ora. Algunas palabras derivadas son las siguientes: Oración, oráculo (propiamente "oratorio donde se pronunciaban los oráculos"), adorar (reverenciar con palabras), exorar (lograr algo con súplica).






Parroquia: Sin duda ya conocida en el s.XIII. Tomado del latín tardío parochia, y éste del griego paroikía "avecindamiento", derivado de pároikos "vecino" (de oikéo "yo resido"). En tierras latinas el vocablo se confundió con el griego párokhos "abastecedor", "dueño de casa, anfitrión" (derivado de parékho "yo proporciono"), que en la baja época tomó el sentido de "párroco". Es la iglesia adjudicada a los fieles de un vecindario concreto, su jurisdicción espiritual pertenece al párroco.






Santuario: Raíz sak- (santificar). Procedente del latín sancio "consagrar, prescribir". Es el lugar donde se venera la imagen o reliquia de un santo de especial devoción. Derivados tenemos sanctasantórum (parte interior más sagrada del tabernáculo), santo, santón (que profesa vida austera fuera del cristianismo), sanción, santoral, santidad o santurrón.






Sinagoga: Raíz ag- (conducir). Es la congregación religiosa de los judíos, por extensión lugar donde los rabinos conducen a su pueblo. El significado es muy similar a "Iglesia". Véase "Iglesia".






Tabernáculo: Raíz treb- (morada, vivienda). Del latín taberna "choza, cabaña". Era el lugar donde los hebreos tenían colocada el arca del Testamento, aunque también se llamaba así la tienda en que habitaban los antiguos hebreos. La llamada fiesta de los tabernáculos es la solemnidad que celebran los hebreos en memoria de haber habitado sus mayores en el desierto debajo de tiendas antes de entrar en tierra de Canaán. Propiamente es la vivienda que alberga un lugar sagrado.






Templo: Raíz tem- (cortar). Del latín templum "espacio abierto para observar el cielo en la práctica del augurio". Comparte raíz "contemplar". Los templos eran miradores especializados en la observación de las aves con objeto que los augures pronosticaran el futuro, para aumentar la visibilidad seguramente se cortaban los árboles existentes en la zona. Fueron tan comunes entre los romanos que los cristianos tomaron los lugares para erigir iglesias. Su significado original poco tiene que ver con el que conocemos hoy día.





-Conclusiones: Usando la etimología la mayoría de las palabras pueden adaptarse sin problemas de una religión a otra, de hecho el cristianismo tomó del paganismo -pero también del judaísmo- casi todas sus palabras y ritos.

domingo, 10 de marzo de 2013

Bardos

"Bardo" tiene como raíz etimológica gwerd-2 (alabar en voz alta). Comparten raíz el sánscrito grnáti "él canta"; avéstico gar- "alabar"; lituano gerbti "honrar"; prusiano antiguo gerbt "hablar" y el alto alemán antiguo queran "suspirar". Con grado cero y sufijo grd-do "el que alaba" se incluye el céltico bardo-.





Homero, autor de la Ilíada y la Odisea, es seguramente el "bardo" griego más conocido de la historia. Sus obras rebosan alabanzas y rimas dedicadas a los dioses y los héroes. El investigador Joachim Latacz sostiene que Homero pertenecía o estaba en permanente contacto con el entorno de la nobleza. También persiste el debate sobre si Homero fue una persona real o bien el nombre dado a uno o más poetas orales que cantaban obras épicas tradicionales. La mayoría de los historiadores sitúa la figura de Homero en el siglo VIII a. C., si bien sus escritos debieron ser tradiciones orales de mucha mayor antiguedad.  





El nombre de Hómēros es una variante jónica del eólico Homaros. Su significado es rehén, prenda o garantía. Hay una teoría que sostiene que su nombre proviene de una sociedad de poetas llamados los Homēridai, que literalmente significa "hijos de rehenes", es decir, descendientes de prisioneros de guerra. Dado que estos hombres no eran enviados a la guerra al dudarse de su lealtad en el campo de batalla, no morían en éste. Por tanto se les confiaba el trabajo de recordar la poesía épica local, para recordar los sucesos pasados, en los tiempos anteriores a la llegada de la literatura escrita.





Los bardos históricos, miembros de la clase sacerdotal entre los celtas, cantaban las hazañas de los héroes y desempeñaban el papel de consejeros. Tras la conquista romana subsistieron en la corte de los pequeños príncipes del País de Gales, donde se organizaron según una jerarquía rigurosa. Acompañaban su canto con una especie de lira, la crouth.



Los más célebres y los más antiguos fueron Taliesin, Aneirin y Llywarch Hen (ss. VI-VII). La conquista del país por Eduardo I (1238) los redujo a la condición de cantores ambulantes hasta el s.XVI. El romanticismo les devolvió cierta popularidad al atribuirles un papel decisivo en la formación de las epopeyas nacionales.





Es obvio que históricamente el poder de las alabanzas unido a la belleza de las palabras (acompañadas habitualmente de mentiras, exageraciones y una buena dosis de cepillo) lograron engatusar los oídos de muchos poderosos. Para adaptarse a los nuevos tiempos, los bardos modernos ("asesores" y "expertos) cambiaron la poesía por la retórica y al rey por el político. Ástutamente saben que los mandamases sienten un maquiavélico placer por ser continuamente ensalzados. Al igual que antaño son tan maestros del halago como de la ineptitud. Las rimas sobre dioses y héroes del pasado han sido sustituídos por mantras acerca de constituciones dignas de elogio, "democracias" y demás parafernalia política. Mismo perro con distinto collar.





domingo, 24 de febrero de 2013

Obras

Dentro del mundo religioso y milagroso se encuentra una raíz indoeuropea de sumo interés: werg- (hacer). Con sufijo werg-o toma el significado de "obra" y es aquí donde se incluyen palabras como energía, energúmeno, cirugía "obra de la mano", demiurgo "obra del pueblo", teurgia "obra divina" o taumaturgia "obra admirable".  Si bien la raíz tiene mismo signicado que hechicería (latín facio "hacer"), los textos históricos las diferencian: la teurgia/taumaturgia/demiurgia para lo religioso y la  hechicería para la magia común. 





En primer lugar debemos dejar claro que tanto el hechizo como la obra requieren cierto esfuerzo físico y espiritual para llevarlo a cabo, ¿puede hacerse algo sin un gasto de energía? El hechicero que prepara una figura para realizar un maleficio debe usar sus habilidades manuales e intelectuales para llevarlo a cabo. Del mismo modo el sacerdote que consagra un templo está realizando una tarea espritiual que conlleva la parafernalia de un rito establecido. 





La fuerza interna necesaria para potenciar la magia la llamaban los griegos dýnamis (poder, fuerza) y los latinos numen, no en balde la raíz de magia es magh- (tener poder). Por ello en sí mismo el mago es aquel que posee dýnamis, sin la cual la magia no puede funcionar. En el Nuevo Testamento se afirma varias veces que Jesús hacía uso de su dýnamis para curaciones y exorcismos. ¿Era Jesús un mago? Propiamente sí, aunque siempre con nobles intenciones. Nunca fue calificado de "mago" en los documentos históricos porque esa palabra tenía una connotación negativa en el mundo griego y judío. Es otro ejemplo más de manipulación de vocablos por intereses religiosos o políticos.





Es más cada cosa tiene su dýnamis, capacidad o potencia peculiar que se manifiesta cuando se pone en acción (enérgeia). Los dioses también tienen dýnamis. Por medio del contactus se transfería fuerza benéfica, por el contagius se transmitía fuerza maléfica. El contagio puede ser inquinans, si la dýnamis es maligna y mancillante; enervans, si produce la pérdida de la propia fuerza y su traspaso a quien ha entrado con él en contacto; y usurpans, cuando un portador de fuerza la pierde al ponerse en contacto con un portador de otra más poderosa y hostil a la suya.





El dýnamis se emplea en el Nuevo Testamento para referirse al poder curativo de Jesús manifestado en exorcismos o curaciones. Sin embargo no aparece en los relatos de resurrección ni en los milagros de naturaleza. En su lugar aparece ta erga (obras). El término thaumaste (admirarse) aparece en las curaciones de ciegos y cojos, indicando una actuación sorprendente de Dios. Miraculum (de admirarse) es la traducción exacta del griego thaûma (admirarse). La facultad de operar milagros no era de la exclusiva competencia de los dioses, la compartían también algunos individuos dotados de una dýnamis especial.





Suele tomarse taumaturgia como sinónimo de milagro, pero éste no conlleva obra alguna de por sí a pesar de ser asombroso. Los teólogos de la Iglesia conocían esta sutil diferencia y declaraban que los magos también pueden hacer milagros, de hecho cualquier uso de la magia puede ser asombroso para aquellos que no estaban familiarizados con ella. Para realizar obras el individuo requiere un carisma (propiamente "don, gracia") recibido de la divinidad/es o el mismo Creador. Queda claro que muy pocos son los afortunados con tal capacidad, los griegos los llamaban thieos anier (hombre divino) o taumaturgos. Eran hombres especiales (santos) destinados a cambiar la mentalidad de la humanidad que les rodeaba.






En lo que respecta a la teurgia (obra divina) era practicada normalmente por sacerdotes politeístas y consistía en la consagración de objetos o áreas así como en la magia ritual y adivinatoria asociada siempre a las divinidades. Pocos eran los sacerdotes capaces de ser teurgos, por lo que parece obvio que requerirían un carisma especial. En el monoteísmo judío Yavé exige casi desde el principio de su manifestación a Israel lo contrario de lo que postula la magia común: la obediencia absoluta y el sometimiento del hombre a la divinidad. 




Un término usado -escasamente- por los filósofos neoplátonicos fue "demiurgia", obra realizada o asociada al Demiurgo (El Creador). La demiurgia trasciende lo divino, pues no olvidemos que el Demiurgo (también llamado "El") no es un dios sino el mismísimo Creador y gobernante del UniversoHablamos correctamente de demiurgia cuando nos referimos a las obras realizadas por los profetas del Creador: Abraham, Moisés, Elías, Jesús, Mahoma y otros que pasaron de forma anónima por las crónicas históricas. 







La versión pagana de Jesús fue Apolonio de Tiana, el cual practicaba la taumaturgia y la teurgia por ser politeísta, pero nunca la demiurgia. Por extensión fue mago, teurgo y taumaturgo. Como conclusión recalcar que al no requerir de dýnamis la obra no es magia de por sí, sin embargo a menudo los taumaturgos eran también magos.