martes, 18 de marzo de 2014

Genios: Dragones

Uno de los principales problemas que existen para descubrir a los verdaderos dragones ha sido el uso incorrecto del vocablo sumado a las invenciones de pintores y bardos desde época medieval. No es de extrañar que hoy día metamos en la familia de los dragones a criaturas que nada o poco tienen que ver con la serpiente. Y es que los dragones eran serpientes con características muy peculiares. Es el caso típico de animal confundido con genio. Centraremos este estudio desde la Antiguedad hasta el siglo XIII. 




"Dragón" procede de la raíz indoeuropea derk- (ver); con significado asociado en otras lenguas a "mirada", "ojo", "aspecto", "luz". Al latín llegó procedente del griego donde significa literalmente "monstruo con ojo de demonio". Es muy probable que las palabras "tragar" y "tragante" (canal que traga agua de lluvia) vengan de la misma raíz etimológica. Los famosos barcos "drakkar" de los vikingos incluían en la proa una cabeza de dragón, pues pensaban que aterrorizaba a sus enemigos, si bien había leyes que obligaban a desmontarla o taparla para evitar que los genios (landvaettir) que habitaban en ciertas zonas se asustaran, trayendo con ello mala suerte.




Todo monstruo o animal serepentiforme (con patas, alas, arrojando fuego, etc) es calificado como dragón sin ninguna consideración bajo nuestro punto de vista: Un wyvern, o cuélebre, por poner unos ejemplos, nada tienen que ver con nuestro dragón desde un punto de vista etimológico ni racional. En futuras entradas me ocuparé de estos otros genios. Serpientes gigantes y dragones atacando barcos fueron habitualmente representados en los mapas antiguos, quien sabe si por testimonios de los marineros que lo padecieron. No es descabellado pensarlo, hasta no hace mucho el Kraken (calamar gigante) se creía que era leyenda: hoy está catalogado como especie.



n su Historia Natural (77-79 d.C), Plinio comenta sobre las serpientes y dragones:

Escribe Magastenes, que en la India crecen tanto las serpientes que se tragan a los ciervos y los toros enteros. Metrodoro cuenta que cerca del rio Rhindaco, en el Ponto, por altas y veloces que vuelen las aves, con el hálito y el resuello las atraen a sí y las tragan. Se ha visto una sierpe de 120 pies (35,5 m.) de largo a la cual combatió en las guerras cartaginesas, cerca del rio Braga, Marco Régulo Emperador. Con ballestas, tiros y otras máquinas de guerra, como si fuera un castillo: su pellejo y quijadas duraron en Roma en un templo hasta la guerra de Numancia. Fe y testimonio da a esto unas serpientes que en Italia llaman boas, las cuales vienen a ser tan grandes, que en el tiempo del emperador Claudio, fue muerta una en el monte Vaticano, en cuyo vientre se halló un muchacho entero. Críase lo primero con leche de vaca, de donde toma el nombre, las formas y maneras de los demás animales, que se suele traer a Italia muchas veces de otras partes.

Al dragón lo llaman los hebreos Tannin, los griegos Dracó, los hispanos e italianos Dragó, los húngaros Sar Kay y los polacos Smok. Se hallan diferentes géneros, pero tan semejantes que se diferencian poco, si no es en la grandeza del cuerpo. Pero aquel que se llama propiamente Dragó, no es animal venenoso ni de gran boca, antes la tiene tan pequeña que aunque procure morder, y tiene dos órdenes de dientes en cada parte, no puede dar bocado que haga daño: y así no está su poder y fuerza en los dientes, sino en la cola, con la cual dando golpes suele derribar grandes animales.

Es este de hermosa figura, tiene la frente elevada y gruesa, los ojos muy encendidos y debajo de la quijada una barba, casi colorada y verde, tiene perfectísima vista, y así le llamaron los griegos "Dracó", de "Dercó" que significa "ver". Otro género de dragones hay en la India, que son de 20 (8,8 m.) y 30 (13,2 m.) codos de largo, y algunos se engendran mayores. En Etiopía se crian iguales a éstos. Y Artemidoro afirma que en Arabia los hay de la misma fuerza ya que pelean con toros y elefantes dejándolos sin vida. De otros se cuentan que se crian en la India y en la Libia más fabulosos; porque dicen que son tan grandes que crece la hierba sobre ellos. 




Están estos dragones cubiertos de anchas y muy ásperas escamas, sus ojos son grandes, la boca muy ancha, la lengua larga, los dientes largos y fuertes, semejantes a los del jabalí: con los cuales quebrantan los huesos de los animales que muerden: son estos de diversos colores, unos negros, otros bermejos, otros amarillos y otros cenizos. También se crian en la Frigia otros dragones que tienen cuarenta pies (11,8 m.) y más de largo, y dicen que salen cada día en medio del estío de sus cavernas, y estirando solamente con la cola en la tierra levantan todo el cuerpo en el aire, y ponen el cuello muy empinado, y abriendo la boca atraen a las aves que vuelan por encima, aunque vayan muy altas, solo con aspirar hacia sí y traídas de esta fuerza por el aire caen en su boca y vientre.

Hacen guerra los dragones a todas las aves, aún antes de haber nacido, subiendo a donde ven sus nidos, y destruyendo sus huevos, y es cosa maravillosa la astucia que tienen para comerlos: si los dragones son grandes, para no perder cosa de ellos se los tragan enteros y después haciéndose una roca se aprietan tanto a sí mismos que los quiebran dentro del buche y después echan las cáscaras fuera. Pero siendo los dragones pequeños, como no pueden tragarlos, cogen el huevo y cíñenlo alrededor, apretándole tanto por la parte alta que le quiebran como un hierro y luego sorben todo lo que queda abajo.

En la Calabria, provincia de Italia, se cria a otras serpientes llamadas Boas: las cuales se hacen tan grandes que quitan la duda de esto atrás. Estas dicen que son muy amigas de la leche, y así cuando son pequeñas, se van a los atajos de vacas y maman a las que están paridas, y cuando se han hecho fuertes y grandes no solo se contentan con leche, sino con la sangre y carne y así despedazan a las hacían oficio de madre, sin que ellas puedan resistir su fuerza y suele llegar a tanto su poder y brabeza que después de destruído el ganado ponen en peligro a la gente de la región donde viven, como se vio en aquella del monte Vaticano en tiempo de Claudio emperador de Roma, pero ya en nuestros tiempos no llegan a ser tan grandes. 








San Isidoro, siguiendo a Plinio (s. I d.C) y a Solino (s. IV d.C) dice de ellos:

El dragón es el mayor de todas las serpientes, e incluso de todos los animales que habitan la tierra. Los griegos le dan el nombre de "drákon", derivado del cual es el latino "draco". Con frecuencia, saliendo de sus cavernas, se remontan por los aires y por su causa se producen ciclones. Está dotado de cresta, tiene la boca pequeña, y unos estrechos conductos por los que respira y saca la lengua. Pero su fuerza no radica en los dientes, sino en la cola, y produce más daño cuando la emplea a modo de látigo que cuando se sirve de su boca para morder. Es inofensivo en cuanto al veneno, puesto que no tiene necesidad de él para provocar la muerte: mata siempre asfixiando a su víctima. Ni siquiera el elefante, a pesar de su magnitud, está a salvo del dragón: éste se esconde al acecho cerca de los caminos por los que suelen transitar los elefantes, y se enrosca en sus patas hasta hacerlos perecer por asfixia. Viven en el calor abrasador de Etiopía y la India.




La "dragontites" se extrae del cerebro del dragón. Ahora bien, la gema no llega a formarse a no ser que se le corte la cabeza cuando todavía está vivo; por eso los magos decapitan a los dragones cuando éstos están dormidos. Hay hombres audaces que exploran las guaridas de los dragones, en las que esparcen hierbas drogadas para provocar el sueño al dragón, y así, cuando está dormido, le cortan la cabeza y extraen de ella las gemas. Son de un brillo transparente. Sobre todo los reyes de Oriente se ufanan de que disfrutan de ellas.

Hugo de Folieto (s.XII) nos da la razón por la cual se asocia el dragón con Satanás:

Y esta bestia, en un tiempo llamada dragón y en otro Leviatán, se usa en la escritura simbólica. El dragón, la más grande de todas las serpientes, es el diablo, el rey de todos los males. Como se da muerte con su aliento venenoso y golpe de su cola, por lo que el diablo destruye las almas de los hombres de pensamiento, palabra y obra. Mata a sus pensamientos por el aliento de orgullo; envenena sus palabras con malicia, sino que las estrangula por el desempeño de las malas acciones, por así decirlo, con su cola. Por el dragón el aire se pone en movimiento, por lo que es la paz de las personas de mente espiritual a menudo perturbada de esa manera. En ella se establecen esperar a un animal casto, por lo persiguió hasta el Cristo de la muerte del guardián de la castidad, naciendo de una virgen pura, pero él fue vencido, después de haber sido aplastado por él en su muerte. En cuanto al color precioso que se obtiene de la tierra, que es la Iglesia de Cristo, adornado con su preciosa sangre. El dragón es el enemigo de un animal puro, del mismo modo que el diablo es el enemigo del Hijo de la Virgen.




En un documento inglés del s.XIII leemos:

Y esta criatura a menudo saquea frente a su caverna, se monta en el aire, y el aire se pone en movimiento con violencia y brilla a su alrededor.

La relación entre la serpiente y el paganismo ha sido estrecha desde siempre, esto último lo constata San Isidoro en sus Etimologías: Entre los paganos la serpiente siempre era considerada como un genio de lugar. Por ello dice Persio (1,113): "Pinta dos serpientes: este lugar es sagrado, joven". Los dragones de los mitos están ligados a zonas inundables. Parece confirmarse que el dragón es la forma cristiana de un genio de las aguas. Neptuno era el nombre culto que los clérigos empleaban para designar a los espíritus de las aguas, pero hay otros nombres como "dracus". Entre las insignias que llevaban los romanos en sus estandartes era una el dragón para significar la suma vigilancia del capitán general y el cuidado y solvencia que debía tener en todo.


Es posible que el dragón fuese en realidad una especie de constrictora gigante (la descripción y la relación etimológica con "tragar" lo hacen viable) que dada sus peculiaridades y descomunal tamaño llegó a forma un mito, en este caso maligno desde el punto de vista humano pues debió ser animal peligroso para cualquiera. No es nada raro la intromisión de los animales en la teología y las leyendas, por ejemplo el caballo (relacionado con el más allá para los antiguos) o el propio lobo por nombrar tan solo a un par de ellos. Eso por no mencionar la larga lista de animales incluídos en el panteón egipcio. Por otro lado los genios serpentiformes se asociaron popularmente al Maligno con más énfasis favorecido por el auge del cristianismo y su lucha pepetua ante el paganismo. La propia palabra "demonio" fue usada por la Iglesia de modo torticero, vino como anillo al dedo: el resto lo hizo el tiempo.






lunes, 17 de marzo de 2014

Genios: Introducción

Los genios son entidades de naturaleza animaloide que aparecen en todas las culturas del mundo. Los grecorromanos creían que los seres humanos contenían en su espíritu un genio o demonio que les protegía y guiaba a lo largo de su vida, en el cristianismo pasó a llamarse ángel de la guarda. Dentro del culto imperial de la antigua Roma se deificaba el genio y númen del emperador de turno. Además era común entre los antiguos paganos rendir culto a los genios de lugar (genius loci) en las zonas específicas de la geografía (rios, cuevas, montes, etc.) donde se dejaban ver y habitaban. Las leyendas de gigantes, enanos y dragones son relatos cristianizados que pueden ocultar la existencia de un genio local.





Para el Corán los genios estaban creados a partir de fuego y formaban una raza aparte de la humana. Iblís (el Satán coránico) es descrito como un genio poderoso o demonio que renunció a adorar al hombre, con lo cual consiguió que Alá le permitiera tentar al hombre pecador y aplazar su condena por desobediencia al Juicio Final. Todos los genios tienen alguna relación con la fertilidad, no en vano la propia palabra es derivada de "generar" y la que usaron los griegos ("demonios generadores") les delata plenamente. Los genios pertenecen pues a la familia de los demonios y no al revés.




La brujería y los genios han estado ligados desde siempre, pues tanto brujos como brujas (vivos o muertos) dominaban el arte del cambio de forma de su propio espíritu (o genio) gracias a la consumición de ciertas sustancias y/o cantos mágicos. Entre los animales favoritos que las brujas y brujos adoraban metamorfearse se encuentran el lobo, la serpiente, la lechuza, el macho cabrío, el leopardo (si nos vamos a las junglas), etc. En efecto se creía que algunas personas podían convertirse en demonios al fallecer y crear todo tipo de desmanes por los alrededores.




Los musulmanes prefieren el vocablo genio (djinn) -en lugar de "demonio" que usamos en occidente- cuando una persona muestra síntomas claros de posesión espiritual, con frecuencia los posesos aullan y se portan como animales. Asimismo algunos magos eran capaces de encantar a los genios con objeto de proteger un lugar o perjudicar a alguien con maleficios, en muchas leyendas los genios podían incluso ser atados a un objeto (recuérdese la lámpara de Aladino) o lugar. Mucho me temo que las ánimas de los difuntos eran en realidad los genios de los muertos, pues no es casualidad que a veces se presentaban con rasgos medio humanos medio animales. Recordemos que los antiguos también llamaban al ánima o parte vital del espíritu "espíritu animal". Debe incluirse dentro de la familia de los genios a todas aquellas entidades similares que pululan por el mundo, aunque tengan un nombre diferente. Mismo perro con distinto collar. Abajo la niña de la película "el exorcista" caminando como una araña.






En ocasiones los autores antiguos no distinguen a un genio de una especie peculiar de animal, es el caso de los dragones o la estrige (especie de bruja-lechuza), ambos considerados hasta siglos muy recientes como especies animales por los naturalistas. El lector intuirá lo complejo y polifacéticos que son los genios. En las siguientes entradas iremos analizando uno por uno algunos de los más populares, les adelanto que va ser súmamente interesante.



martes, 4 de marzo de 2014

Demonios: Los árbitros del destino

Mucho es lo que se ha escrito en todos los tiempos y lugares acerca de los demonios, a menudo erróneamente y rara vez con acierto. Para confirmar tal afirmación no hay más que ver el concepto moderno coctelero que se tiene de la palabra. El tópico es que es un espíritu maligno que trata de apoderase de las almas para llevarlas al infierno. Los demonios (o el Demonio) han sido un cajón de sastre muy socorrido para iglesias, sectas, escuelas filosóficas, padres que tratan de amedrentar a sus pequeños, magos, etc.

En la presente entrada no pretendo hacer un estudio detallado sobre la opinión global en la historia del hombre acerca de estas entidades (hay bibliografía de sobra sobre el asunto). Más bien dar respuesta a la simple pero compleja pregunta: ¿qué es un demonio? Y solo a partir de aquí mostrar unos pocos testimonios históricos que tienen coherencia sobre dicha definición. Ya es hora de hacer justicia a los vilipendiados demonios, un servidor al menos lo intentará. Sin más empezamos.

La raíz indoeuropea del vocablo es da- ("dividir"; también tiene el significado de "trozo", "comer", "multitud"). Algunas palabras que se incluyen en la raíz son: "democracia", "epidemia", "daño", "condenar", etc. Con sufijo dai-mon toma el significado en griego "que reparte el destino de los hombres", de este sufijo tomó en latín la forma daemonium y más tarde el castellano "demonio". Así pues en la cultura occidental el vocablo proviene del griego y es allí precisamente donde hay que colocar los cimientos de la investigación.

Para los antiguos griegos cada individuo es portador en su alma de un demonio que le guía y protege a lo largo de su vida. Pensaban que los había benignos (agathodaimon) y malignos (kakodaimon), si bien algunos autores griegos añadían los neutrales (también llamados "vengadores"). Entre los teurgos (sacerdotes-magos paganos de influencia grecoegipcia) los demonios buenos se conocían a veces con el nombre de "demonios divinos" pues pensaban que eran mandados por la divinidad; al contrario que los malignos (capaces de generar cualquier tipo de catástrofe natural) los cuales habitaban principalmente en las regiones sublunares siguiendo sus propios instintos.

Con independencia de su moralidad, para los teurgos existían otros tipos, por ejemplo los "demonios generadores", en mi opinión el nombre que le daban los griegos a los genios. Veamos lo que comenta Jámblico (245-330 d.C) sobre ellos:

Ahora bien, los dioses hacen los signos por intermedio de la naturaleza, que le está sometida para la producción de fenómenos, la naturaleza común y la específica de cada ser, o bien por los demonios generadores, los cuales, presidiendo sobre los elementos del universo, sobre los cuerpos particulares, sobre los animales y sobre todo lo que hay en el mundo, conducen con facilidad los fenómenos como les parece a los dioses. Estos demonios revelan simbólicamente el pensamiento del dios, "sin decir ni ocultar", como dice Heráclito, la predicción del futuro, sino "indicando por medio de signos", pues a través de esta predicción modelan el modo de la demiurgia. Lo mismo que ellos engendran todo por imágenes, así también significan todo por medio de símbolos; y quizás también excitan nuestra capacidad de síntesis hacia una agudeza mayor con el mismo impulso.

Es de notar que en el mundo islámico llaman genios (djinns) a los demonios que poseen a las personas y aquellos de los que se valen los magos. Jámblico añade otro tipo: los "demonios nuncios", posiblemente la versión griega de los ángeles del judeocristianismo:

Entre éstos hay que contar también a los "demonios nuncios", como dice Platón, que anuncian “a los dioses los actos de los hombres y a los hombres los de los dioses”, y elevan nuestras plegarias ante los dioses, como ante unos jueces, manifestándonos, a su vez, mediante los oráculos, los consejos y advertencias de aquéllos.

Porfirio (234-305 d.C) da su versión sobre los demonios en esta otra entradaEn algunos textos herméticos de notable antiguedad se aportan interesantes dados:

De modo que los demonios tienen en su poder el gobierno terrestre en su totalidad a través del instrumento de nuestros cuerpos. El mismo gobierno al que Hermes llama destino. Los demonios sagrados viven en lugares cercanos a los astros. La atmósfera está llena de demonios.

Entre los antiguos había una asociación entre los dioses y los astros, no es coincidencia que la palabra "dios" signifique "brillante". Si los demonios eran mandados por los dioses o los brillantes astros, tiene sentido que habiten cerca de ellos.

Los demonios y el destino: Como vimos en su etimología hay bastante relación entre los demonios y el destino. Veamos un texto de San Isidoro (s.VII d.C) al respecto que no tiene desperdicio:

Dicen que los demonios fueron llamados así por los griegos, como si se dijera "daémonas", esto es "experimentados" y "conocedores de cosas". Tienen conocimiento de muchas cosas futuras, por lo que suelen proporcionar alguna alguna que otra respuesta. Se da en ellos un conocimiento de las cosas mayor que el de la debilidad humana; en parte de la agudeza de su inteligencia más viva; en parte, por la experiencia de su dilatadísima vida; y en parte, por revelación angélica, de acuerdo con el mandato de Dios. Estos en cuanto a su naturaleza, gozan de cuerpos etéreos. Antes de su rebeldía disfrutaban de cuerpos celestes. Pero después de su caída fueron transformado en esencia etérea, y no se les permitió ocupar los espacios más puros de aquel aire, sino otros más tenebrosos, que les sirven de prisión hasta que llegue el momento del juicio. Son éstos los ángeles prevaricadores, cuyo príncipe es el diablo.

En opinión de la Iglesia, los magos y algunas clases de adivinos formulaban plegarias y ofrecían sacrificios en las aras de los ídolos para conseguir de los demonios respuestas acerca del futuro. El poder del destino o hado es tal que al menos en la mitología sumeria y griega los mismos dioses estaban subyugados a él. El hado (en inglés fate) eran palabras habladas que sellaban el destino de cualquier persona, el encargado de pronunciarlas era una especie de adivino llamado fatidicus (fatídico). En algunos textos antiguos (y modernos) se habla del poder para adivinar el futuro de los endemoniados así como el de hablar varias lenguas.

Algunos magos por medio de un pacto demoniaco o dominación espiritual conseguían buena fortuna y riquezas a lo largo de sus vidas, pero al morir debían pagar el precio por retener su destino, pues éste puede ser evitado temporalmente pero al final (como las deudas) la factura acumulada hay que pagarla. En las leyendas el mismísimo Zeus podía retrasar el destino pero nunca evitarlo. Está escrito que todo aquel que pretenda beneficiarse a costa de los demonios acaba mal, pero el hombre es necio y no aprende la lección.

Conclusiones personales: Desde el punto de vista estricto de la palabra, los demonios son entidades energéticas que arbitran el destino de los seres vivos, basándose en las buenas o malas acciones (karma) del individuo. Al tener cada persona un demonio puede afirmarse, en efecto, que cada uno fabrica su propio destino. Los malos demonios se encargarían de los castigos mientras que los buenos de las recompensas. Los demonios no son malos de por sí, es el propio hombre quien genera su mal y el vérdugo o árbitro (en este caso el demonio) cumple la sentencia.


En definitiva los demonios son la herramienta que el Creador emplea para mantener el orden y la armonía en el universo. Aparte de esto, todo lo demás sobre ellos son minucias.



Dedico este trabajo a los demonios, sin ellos solo existiría el caos.